No tengo muy claro que el concepto educación case muy bien con el de conducir. Es casi como equiparar la urbanidad con el código de circulación. Y creo que son cosas distintas. Te han de educar para que no tires un papel al suelo, pero no para que respetes una norma de tráfico, eso te lo han de exigir por que hay vidas en juego. Entiendo que si alguien que va conduciendo saca la cabeza por la ventanilla y te insulta podamos pensar que necesita educación, pero cuando se salta una línea continua lo que le conviene es una sanción.
Si queremos que los niños aprendan a comportarse en la jungla de asfalto, situémoslos en la realidad de la calle. Las clases deberían impartirse a pie de obra. ¿Dónde mejor van a poder contemplar las criaturas cómo no se respeta un stop?, ¿o lo fácil que es saltarse un semáforo en rojo?, ¿o sobrevolar un paso de peatones? Y es que las ventajas del directo son evidentes. Incluso podrían surgir preguntas como: ¿y por qué no educan a ésos en lugar de a nosotros que todavía no tenemos carné? A su vez, los educadores (que suelen ser policías municipales) podrán defenderse de la impunidad reinante usando ese lindo tópico “no podemos poner a un guardia en cada semáforo/stop/paso de peatones” (tópico que siempre creí que se había inventado para tranquilizar a los infractores), con lo cual, los chavales (que menudos son) serían capaces de repreguntar: “¿tantos infractores hay que habría que poner un guardia en cada semáforo para que se comportaran?”.
Considero que cuando la impunidad se contempla en directo y en todo su esplendor es cuando mayor posibilidad existe de educar de golpe y en los dos sentidos. Unos críos se darán cuenta de lo peligroso que resulta no cumplir las normas y decidirán acatarlas y otros aprenderán a infringirlas dada su facilidad y sus nulas consecuencias. ¿A nadie le parece raro no haber visto jamás a grupos de niños en stops, semáforos, giros prohibidos, observando cómo la policía multa a quienes se saltan las normas? ¿No debería ser ésa también una parte importante de su “educación vial”? No, no, mejor impartir las clases en recintos cerrados no vayamos a tener que contestar a demasiadas preguntas comprometidas o a presenciar imprudencias cotidianas difíciles de justificar.
Si alguien siente curiosidad por comprobar los efectos de la educación vial en los futuros conductores, no dejen de visitar Badalona (ciudad española pionera en implantar ese tipo de formación), porque aunque doy fe de que los cursos se han impartido y se siguen impartiendo, la impresión que se llevarán es la que de que un frío y silente absentismo se hizo siempre con el poder en las aulas.
Las imágenes que aporto no son el resultado de días enteros de grabaciones en lugares concretos de Barcelona o Badalona que sobresalgan especialmente por su peligrosidad. Calculo que habré invertido una hora en tomarlas y las tropelías se producen por doquier con la espontaneidad y la desenvoltura de aquellos que se saben impunes.
“Las motos, con dos cojones. La carrocería la pone el piloto”.
“Consecuencias. Motorista a tierra.”
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