Aclaremos de entrada que mi relación con la gastronomía es más bien manducatoria. Mi ayuda a las mujeres de la casa se limita generalmente a romper los huevos, abrir las latas, destapar el vino y otras tareas así de complejas. Soy, eso sí, el catador oficial de la casa: me hacen probar salsas y preparados para que yo decida si están a punto o si le falta algún condimento. Sin embargo en las ocasiones en que he debido ponerme el delantal los comensales siempre quedaron muy satisfechos.
Una de mis especialidades es un plato de la gastronomía argentina más típica: la empanada gallega. Me la enseñó mi madre, Hjerka Pandol y a ella, a su vez, mi abuela Matija Luçiç. Primero la masa: Usaremos seis tazas de harina 0000, tamaño tazas de te. No sé si en España se diferencia entre la harina de trigo cinco ceros de la cuatro ceros. La cuatro ceros es menos refinada pero más apta para este plato típico. En la cocina no siempre lo más refinado es lo mejor.
Grasa de cerdo, 250 gr. Creo que los españoles le llaman manteca a eso.
Dos huevos.
Sal, por supuesto, la necesaria.
Agua fría, media taza (tamaño te, nuevamente).
Se tamizan la harina y la sal. Se pone todo en un bol grande y se hace un hoyo en el centro, donde se agregan los dos huevos, batidos previamente. Se le incorpora la harina y se agrega la grasa de cerdo (líquida), trabajando bien la masa. Luego el agua, poco a poco, hasta llegar al punto justo: la masa debe quedar homogénea y lisa. Y aquí una advertencia: nunca se pueden dar las medidas exactas de harina y agua. Depende del tipo de harina. El cocinero debe comprobar en qué punto la masa ya no se pega a las manos o al bol. No caer en el pecado opuesto de poner demasiada harina porque luego será difícil estirarla. Se deja descansar la masa en la heladera.
Pasemos al relleno. En realidad, recomendaría que se hiciese antes que la masa. Y aún el día anterior, para que concentre su sabor. Necesitamos lo siguiente:
Tres cebollas grandes, cortadas en pluma. Con un poco de imaginación podréis daros cuenta qué es eso de cortarlas en pluma. Optativamente además dos ajos picados muy finamente.
Un ají rojo y uno verde cortados en tiras finas. Aquí les llamamos pimientos comunes. No los de Calahorra. Los pimientos comunes en Argentina son grandes, alargados, no redondeados. Digo todo esto para que el plato sea lo más típicamente argentino posible.
Doscientos gramos de atún. Tiene que ser de lata porque el atún fresco no tiene gusto a atún.
Una lata de sardinas sin desmenuzar.
Dos o tres huevos duros, 100 gr. de aceitunas descarozadas y perejil, todo picado fino.
Sal a gusto. Una cucharada sopera de azúcar.
Aceite de girasol, una taza de te. Me refiero a la medida de la taza, no vayáis a ponerle te a la empanada gallega porque sería un desastre. Debe ser necesariamente aceite de girasol, aún el contaminado que venden en algunos lugares de España. Pero nunca, nunca, aceite de oliva porque dejaría de ser el plato típico de Argentina que quiero que conozcáis. Aunque si queréis darle un toque hispánico a este plato argentino, ¡qué voy a hacerle!, ponedle nomás el de oliva. Pero con ese aceite os ocurre a los españoles algo similar a lo que les pasa a los chinos con la salsa de soja, que hace que todos los platos tengan el mismo gusto.
Ahora que ya tenemos los ingredientes preparemos el relleno: Rehogar en aceite de girasol caliente las cebollas cortadas en pluma fina y el ajo optativo durante unos diez minutos y sin llegar a dorar, revolviendo constantemente. Salpimentar y agregar media cucharada sopera de azúcar. Retirar y reservar. Hacer lo mismo con los pimientos. Enmantecar el molde. Se estira la masa en forma perfectamente circular, con el palo de amasar o una botella si no lo tenemos. A mí no me sale perfecto el círculo, por lo que en este punto acude mi suegra a auxiliarme. El relleno se pone solamente en una de las mitades del círculo de masa. La otra mitad (¡sin cortarla!) se deja para luego doblarla por encima. Lógicamente el borde debe quedar libre de relleno para hacer después el repulgue. Primero colocamos una base de cebolla bien escurrida y por encima una capa de pimientos. Arriba el atún desmenuzado, luego el huevo duro picado con aceitunas y perejil, una capa de filetitos de sardina y se cubre todo nuevamente con dos capas alternadas de cebolla y de pimientos. Si no tenéis paciencia podéis mezclar esos distintos componentes del relleno. Tal como decía mi padre: “en el estómago todo se confunde”.
Mojando con agua o huevo el borde libre de la masa se la dobla por encima del relleno y se cierra con el repulgue previsto. Se puede pintar por encima el repulgue de la empanada con huevo disuelto en agua y el “cuerpo” con leche disuelta con unas gotas de agua. O al revés. Observar los diferentes colores del dorado según sea con leche o huevo. La empanada queda con la forma de un semicírculo gordo. También se puede pintar la tapa de la empanada con algo del aceite de cocción de los pimientos. Si ha sobrado algo de masa se puede decorar la tapa con formas de hojas y flores o un enrejado.
Se hornea a 180º durante media hora. Tener en cuenta que todo el relleno ya está cocido. Puede intentarse dorar la cubierta en la parte más alta del horno con el grill eléctrico y luego bajar la empanada cuidando siempre que no se tueste en demasía la base, levantándola cada tanto con una cuchara para observarla. Se puede comer tibia o a temperatura ambiente. No fría ni caliente.
¿Qué os pareció? Prometo que cuando vengáis a Rosario os haré conocer la empanada gallega, uno de los más típicos platos argentinos, con un valor agregado: ¡hecha por estas manecitas que ahora están tecleando febrilmente! En otra ocasión os haré conocer otro típico plato argentino: la pizza napolitana. No podéis imaginaros lo que es eso, especialmente cuando yo la preparo.
Esto de llamar a las abuelas por el apellido, para fardar de pedigrí, queda de lo más raro. Aunque claro, las mías se llamaban 'Sanz', 'Viejo', y así, no se puede comparar.