Para el
Crítico Constante
¿Son Velázquez o Beethoven cumbres insuperables? Lo creo, aunque parezca una afirmación arriesgada. Tenemos en contra el proceso acumulativo de los hombres y los siglos. ¿Cómo justificar la excepción? Las respuestas de la ciencia se han afinado y abarcan cada vez más partes de la realidad. La tecnología ha ampliado nuestras expectativas vitales. Vivimos más años y mejor. La complejidad se ha instalado en nuestras sociedades, de forma que las decisiones se toman entre muchos más y con datos cada vez más exactos. Digamos, como hipótesis, que Newton es el hombre más inteligente que ha existido. Y que sus logros, considerando el estado de la ciencia de su época, son extraordinarios. Sin embargo, aunque tal afirmación (la primera) fuese cierta, también lo son otras dos: que sólo se anticipó y que su obra ha sido superada. No podemos imaginar el mundo sin alguien que acierte a descubrir, por ejemplo, el principio de conservación del momento angular. Sin embargo, podemos imaginar el mundo sin
Supongo que alguien me dirá que el asunto tiene que ver precisamente con eso, con la realidad. Con la diferencia entre descubrir lo que existe e inventar lo que no existe. Estoy de acuerdo, pero también es aplicable la acumulación tecnológica y del conocimiento a la creación artística. ¿No deberían ser mejores las sinfonías o las pinturas? Un joven aprendiz tiene a su disposición cientos de obras, análisis sesudos edificados sobre otros análisis anteriores, los mejores materiales. Quizás se esté produciendo más y mejor y sólo exista una lógica pasión por los iconos que sirven como cimientos de nuestra cultura. El canon, ya saben. Y no nos demos cuenta, rodeados por miles de publicaciones, de exposiciones, de grabaciones.
Pero yo creo que no. Creo que esa evolución lamarckiana que nos permite ampliar y mejorar las creaciones artificiales, incluido el Estado, no es aplicable a la creación artística, al menos a partir de cierto punto. No hay nada que legiones de catedráticos, de editores, de psicopedagogos, de artistas o de gurús, puedan hacer para mejorar este poema
Faltar pudo su patria al grande Osuna,
pero no a su defensa sus hazañas;
diéronle muerte y cárcel las Españas,
de quien él hizo esclava
Lloraron sus invidias una a una
con las proprias naciones las extrañas;
su tumba son de Flandres las campañas,
y su epitafio la sangrienta Luna.
En sus exequias encendió al Vesubio
Parténope y Trinacria al Mongibelo;
el llanto militar creció en diluvio.
Dióle el mejor lugar Marte en su cielo;
murmuran con dolor su desconsuelo.
Es un misterio.
Aunque quizás la explicación tenga que ver con algo que nos cuenta Jorge Luis Borges.
Contempsit caros, dum nos amat ille, parentes,
hanc patriam reputans esse, Ravenna, suam.”
Ante las ciudades que edifican algunas mentes prodigiosas, todos somos Droctulft.
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