Y aquí, sin más, va lo que tenía que anunciarles:
Hercor, en sus comienzos como actor, con la gran actriz María Marta Serra Lima
Tal vez mi error fue haber tomado demasiado en serio mi trabajo y no puedo ahora pretender un cambio. No me arrepiento, sin embargo. Todo lo contrario. Puedo con orgullo decir que mi trabajo siempre fue digno. Cuando mis hijos sean mayores de edad podrán ver mis películas y estarán orgullosos de mí. Por mi parte también tengo mis motivos para estar satisfecho. Considero haber sido quien impuso en Argentina una visión diferente a la que imperaba hasta ese momento. Cuando empecé mi carrera actoral cundía un machismo casi absoluto en el cine argentino. Los directores de cine enfocaban las cámaras principalmente en las actrices, para deleite del público masculino, y los actores éramos simples partenaires, como en esos ballets donde el hombre hace de simple soporte de la prima ballerina. De esos primeros tiempos me quedó mi nombre artístico, un simple apelativo, pero finalmente conseguí que se pusiera el nombre completo de los actores varones. Fueron otros los que se aprovecharon de lo que significó mi primer conquista laboral. Sin embargo yo seguí siendo simplemente “Hércor” en las carteleras. Pero ese humilde nombre, pese a todo, llegó en Argentina a ser con los años una valiosa propiedad intelectual.
Asimismo me puedo jactar de mi permanente defensa de los derechos humanos de los animales que participaban en la filmación. Yo no hubiera tolerado que se hiciera en mis films lo que se hizo con los gatos que actuaban en la famosa película “Chatrán”. En esa película se usaron seis gatos diferentes a medida que morían en las peligrosas aventuras que les hacían protagonizar. Nunca olvidaré a la querida “Cocó Chanel”, una gallina que trabajó en uno de mis films.
Pero el momento culminante de mi carrera fue cuando una famosa actriz italiana de origen húngaro hizo su presentación triunfal en Argentina. En el film que ella rodó aquí tuve el privilegio de representar a un típico porteño (pese a no haber vivido nunca en Buenos Aires) que junto a otros dos hombres disfrazados respectivamente de gaucho y de indio festejaban a la famosa actriz internacional. El cine es pura ficción artística: yo no era porteño, el indio no era indio y el gaucho no sabía distinguir un caballo de un burro.
Otro de mis logros consistió en haber conseguido que los argentinos revalorizaran el trabajo de actor. En los numerosos programas de opinión a los que fui invitado pude demostrar que los actores de género no somos solamente una cara bonita sino que tenemos ideas firmes y fundamentadas.
Conseguí asimismo que se respetara en el ámbito de trabajo a los actores y actrices. Esto no trascendía, es cierto, en los films pero antes era muy común que cameramen, iluminadores y productores tuvieran un trato despectivo con nosotros. Y no fue con recursos de amparo: dos narices rotas quedaron en el cómputo.
Con mi trabajo de actor siempre mantuve decentemente a mi familia. Sostuve mi carrera de estudiante y debo confesar que he ganado más dinero como actor que como abogado. Ni qué hablar de las satisfacciones espirituales que mi popularidad me ha brindado. Alguien que conocéis bien, el gran periodista catalán Arcadi Espada, con el que me entrevisté en Buenos Aires, puede acreditar mi popularidad. En la calle a cada paso me felicitan por mi trabajo de actor. Muchos hombres solitarios compraron los productos de los cuales hice propaganda televisiva.
Es cierto que la popularidad trae problemas: los medios están siempre pendientes de la vida privada de los actores y nos cuesta pasar de incógnito. Sin embargo debo confesar que cuando estoy en el extranjero y me ignoran, me siento tentado de hacerles saber que en la Argentina soy muy conocido. Solamente me he sentido a gusto en las reuniones que he tenido con los amigos del nickjournal en Barcelona, en Ciudad Real y en el zulo del marqués. Hubo en ellas una confraternidad tal que nunca sentí la necesidad de reconocimiento.
Este nickjournal significa para mí una prolongación de esos gratos momentos y me ayudan a superar la desazón que me causa abandonar un ámbito, el cine, tan querido por mí.
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