Si la entrada se hubiese quedado en el texto del título, hubiera parecido un desplante inmerecido. Además ese es el mensaje propio de los post abortados, fenecidos por mor de la perfección de la raza, la más de las veces, y no voy exactamente por ahí. No será sorprendente comunicarles que ciertamente no tengo nada que decir, y que prefiero callarme. El silencio es suavemente atractivo y se deja querer, como saben muchos de nuestros lectores que pocas o ninguna vez intervienen en nuestra loca y delirante reunión pero siguen ahí, leyendo. Guardar silencio es, por lo demás, una especie de lujo asiático del que disfrutar, lejano e inalcanzable para algunas gentes, quizás como nuestro querido Arcadi o cualquier otro miembro conspicuo de quienes manejan opiniones y noticias o, más humildemente, como aquellos que encadenaron su suerte a un blog.
Quiero evitar, no obstante, quebrar la cortesía que les debo (según la tradicional usanza de la Loggia) y, como me ha faltado el tiempo para buscarles un digno sustituto, dejarles algo de entremés.
Bagdad
La conducta de la vida.
Ralph Waldo Emerson
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Etiquetas: Melò Cucurbitaciet
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