El avatar de mi interlocutora, en esta ocasión, es una cobra de cuerpo grueso como mi muñeca, recubierto de escamas satinadas verdeparduzcas, que saca la lengua perezosamente, como por obligación de su cargo. Unos cuernos en forma de lira entre los cuales danza el disco solar rojo la coronan
-Meretseger, la que ama el silencio. Será por la comodidad de que puedas hablar sin que te interrumpan, porque vaya parrafadas nos cuelgas a la primera oportunidad que tienes...
La cobra se yergue en súbito movimiento, casi dos metros de herpetológica furia, abriendo su capuchón y mostrando unos agudos colmillos. El siseo es casi un rugido.
-Cuidado con las bromas. Pueden ser mal aceptadas, y las cobras no nos distinguimos por nuestro sentido del humor.
-Como escriba, me limito a dar testimonio de lo que veo y oigo. Hoy querías hablarme de los judíos.
-Una historia que se creó en Egipto y ha formado parte de una historia más grande en ese país desde tiempos muy lejanos, y que nadie parece, sin embargo, asociar actualmente a la República Arabe. Ciertamente, si alguien merece ser considerado un usuario de pleno derecho del Camino de Horus son los israelitas, que han pasado mas tiempo yendo y viniendo por sus piedras y discutiendo en sus fortalezas con los guardias aduaneros de turno que asentados en cualquier sitio. Y eso que por esta ruta ha pasado todo el que tenía asuntos que arreglar en el Mediterráneo y no estaba por la labor de subirse a un barco, buscando el nacimiento o el ocaso del sol o corriendo delante de los saqueadores de turno, pero las sandalias de premio se las llevan los hebreos. Aunque se considera que los hebreos emigraron a Egipto sobre el 1700 aC huyendo de una hambruna en Canaán, y hacia el 1300 aC emprenden el regreso, no existen referencias en el Reino del Nilo durante todo ese tiempo, siendo la la primera mención en una fuente egipcia la contenida en la Estela de Merneptah (Dinastía XIX) sobre el 1220 aC. En élla se menciona específicamente "...ISRAEL ha sido devastado, ya no hay su simiente...". Bien empezamos, claro, dándolos por apaleados y dispersados. De todos modos, mas parece una maniobra de propaganda de consumo interno que un dato real, porque a pesar de la susodicha victoria del vejestorio faraón contra los Pueblos del Mar, los hebreos y un puñado mas de pueblos errabundos que andaban entre Egipto, Hatti y Assur haciendo de las suyas, los egipcios pierden la Península de Sinaí, y allí se quedan los pastores con sus cabras y sus borriquillos paseando arriba y abajo, alternando el darse de tortas entre ellos y juntarse para darlas a terceros.
-Sin embargo, en el relato judío, unos treinta años antes de la campaña descrita en la estela, los israelitas se habrían rebelado y habrían iniciado el éxodo bajo el mando de Moisés, lo cual debería haber sido apuntado en los anales egipcios. Eso de quedarse de golpe sin un grupo numeroso de mano de obra, y encima ahogarse el faraón en el mar Rojo...
-Si aceptamos que efectivamente Moisés fuera un hebreo adoptado por la familia real (y no un trasunto del hereje Akenatón, que se exilia con su clan y a los cuales va adoctrinando en el monoteísmo durante su periplo), y que el dicho Moisés, tras una serie de acontecimientos catastróficos, convenciera al faraón de que les dejara marcharse, no tenemos porqué imaginarnos una marcha en plan Cecil B. de Mille, con miles de caminantes arrastrando carretas, tirando de los ronzales de sus camellos y arreando cabras llenas de garrapatas. Tal vez solo emigraran unas familias mas o menos grandes, las emparentadas directamente con el líder del grupo, un clan subsidiario que no tuvo mayor incidencia en la historia del Reino de Egipto, y rápidamente fueron sustituidos por nueva mano de obra capturada en la campañas militares o colonos entusiastas de utilizar los talleres y las huertas que quedaban libres. Lo de que se ahogara el faraón es pura fantasía oriental, el remate moralista de un relato que ofrecía la imagen de un Dios cuando menos iracundo y cruel, puesto que no duda en masacrar a los egipcios que no tenían nada que opinar ni decidir en todo aquello, tanto con plagas como ahogando al ejército (los eternos mandados). Nada de esto queda reflejado en las crónicas egipcias, y muchos estudiosos han señalado que probablemente estos fenómenos eran sucesos habituales y conocidos de la época, desde las langosta (que se aprovechaban en fritos de aceite de palma para resarcirse de las pérdidas en las cosechas) a las aguas rojas (producidas por el arrastre de limos en las crecidas del Nilo), pasando por la mortandad de los niños (una de las muchas pandemias que se cebaban en los mas jóvenes antes del descubrimiento de las sulfamidas). Triste pero cotidiano; incluso el que una tribu de pastores que llevara tiempo establecida en una zona cogiera sus trastos y se largara sin mas explicaciones no debía ser ninguna novedad para nadie, y los verían pasar con indiferencia, apoyados en el azadón. Los egipcios, agricultores hasta el tuétano, nunca terminaron de aceptar a los pueblos ganaderos.
Lo que para los hebreos es un suceso crucial, genésico, para los egipcios es una de las anécdotas sin trascendencia de un periodo lleno de problemas.
-La explicación bíblica del éxodo se basa en el estado de esclavitud que sufrían como grupo, víctimas de todas las humillaciones posibles, pero aparentemente gozaban de un estatus no muy distinto al resto de paisanos. O sea, los curritos de toda la vida que seguían escardando cebollas antes, durante y después de construir pirámides, mastabas y templos varios.
- A pesar de ser un grupo pequeño, parece que alcanzaron puestos muy importantes en la corte y en el entramado social. Algunos puestos, evidentemente, les estaban vedados, no por otra causa sino por encontrarse reservados a sacerdotes de los cultos oficiales. La Biblia ha querido presentar la elevada condición de José, consejero oficial y persona de la máxima confianza del faraón, como un caso excepcional, pero parece que la posibilidad de ejercer cargos elevados no era tan inaccesible. Algunas tumbas y momias de nobles y funcionarios de alto rango, con hallazgos chocantes, sustentan la teoría de que los interesados habían acumulado méritos suficientes como para recibir los honores de la momificación y el enterramiento por gracia real, aunque los beneficiarios no compartieran los mismos cultos... aparentemente.
-Aceptemos que la situación política podía haber cambiado sustancialmente durante un periodo tan largo y según parece del cual desconocemos muchos datos críticos, pero la imagen de los hebreos esclavizados levantando pirámides está muy enraizado en la iconografía de cierto sector de la población.
-Si, ese es otro de los mitos que han pervivido en las mitologías de andar por casa. Hace mucho tiempo que se ha demostrado que los obreros de las pirámides no eran esclavos sino trabajadores contratados a los cuales se pagaba con fondos del Estado, que se aseguraba la ocupación de las masas ociosas durante las crecidas. Pero seguimos pensando en miles de desgraciados sometidos al látigo con el malvado capataz, chas chas, tirando de las cuerdas y de vez en cuando arrollados por los bloques de granito, metáfora del sistema esclavista. Por favor, que toda esa imaginería está ya muy obsoleta. Algunos nostálgicos de la idea del latigazo al sol reservaron el puesto de esclavos para los hebreos aunque no encajara ni a cincelazos. Sí, tal vez intervinieron a en la construcción, pero como todos los demás, y según algunos incluso como diseñadores de proyectos tan estratosféricos y chiripitiflaúticos como la utilización de las pirámides a modo de reactor termonuclear.
-Los delirios ocultistas y extraterrestres me los aparte para los postres que voy servido. A pesar de haberse largado y de ser en teoría masacrados por el rey de la estela, uno cientos de años después habían vuelto a Egipto bastantes israelitas.
-Siempre ha habido algún hebreo que ha levantado la tienda en mitad de la noche y decidido que Egipto era su tierra preferida. La isla Elefantina, en la primera catarata, fue durante mucho tiempo un destacamento militar judío bajo mando del faraón, con una colonia importante y hasta un templo propio, en el cual se resguardó el Arca de la Alianza en su camino hacia Etiopía.
La comunidades hebreas, pequeñas pero persistentes, han sobrevivido entre coptos y musulmanes procurando no hacer mucho ruido. Los periodos mas prósperos (o menos fatigosos) han sido los del imperio romano y la ocupación británica: ambos con gobernantes extranjeros, lo que les ha creado una coletilla de “colaboracionistas”, a pesar del estacado papel que muchos de ellos tuvieron en la independencia de Egipto y la formación de una identidad política propia. Si aceptamos la versión de ciertos escolares según la cual hicsos, hebreos y cananeos eran el mismo pueblo, o que al menos durante su dominio de Egipto los hebreos eran una minoría privilegiada, vista la brutalidad con que trataron a los invadidos egipcios justificaría el odio con que estos se tomaron la revancha.
Otros, sin embargo afirman que los hebreos vivían en buena compañía con el resto de egipcios, y que tras la entrada de los hicsos sufrieron tanto o mas que los demás ribereños, ya que los invasores se las estaba guardando calentitas desde sus ultimo encuentros en el Sinaí. En este caso, si que se podría esperar tica sublevación entre los sojuzgados con una repercusión económica importante que no hubiera sido reflejada en los textos egipcios, ya que estos no habrían sido afectados en el reino de la XIII dinastía (mas al Sur) y sí en los dominios de Avaris, la mal llamada XIV dinastía, que a consecuencia de la desaparición de la mano de obra hebrea cae en una fuerte depresión económica y pierde su importancia a pesar de su excelente localización comercial, siendo absorbida culturalmente por el Sur.
-Y van tirando mas o menos bajo dominio romano y cristiano hasta la entrada de los árabes.
-Que los mantienen desde entonces fuertemente vigilados y cuidadosamente ordeñados de dinero. Alejandría, la ciudad que acoge a todos, ha sido refugio y posada de judíos de toda Europa y Asia cuando la ensangrentada Estrella de la Ira ha subido al horizonte y han comenzado las matanzas. Sus calles hablaban ladino y yiddish, y su cementerio contaba viajes sin retorno desde todas las juderías. Y digo hablaban porque quedan menos judíos en Egipto que osos panda o tigres siberianos, por mencionar dos especies en peligro de extinción.
Cada vez que los grupos de la zona han entrado en conflicto, los hebreos egipcios han sido exiliados a escobazos. Tras la última expulsión, se calcula que no quedan mas de 500 judíos en total (y eso siendo optimista), mayoritariamente ancianos sin recursos.
Actualmente, la situación es de tolerancia mínima. El antisemitismo se expresa abiertamente, y no diferencia entre judíos e israelitas. El gobierno sólo espera a que los últimos estorbos hagan el favor de ir desalojando para dar por solucionado el asunto. Claro que tampoco es cosa de dejar de aprovechar los ingresos que genera el testimonio arqueológico judío.
La Sinagoga de Bez Ezra, en el Cairo, es ahora un lugar de turismo religioso para judíos de todo el mundo, que contemplan su belleza en silencio y recogimiento y dejan buenas divisas en los paupérrimos bolsillos del Estado (sobre todo por lo agujeros de corrupción que los desangran), que son recogidas con un gesto displicente por los políticos mas contemporizadores y con desprecio por los puristas islámicos (eso si, ninguno deja de agarrar los dólares con entusiasmo). Los visitantes buscan las piedras sobre las cuales Abraham y Jeremías hablaron a su pueblo, y la Genizah descubierta en 1896 y que guardaba cientos de miles de documentos “shemot”, incluyendo textos inéditos de Yehuda Halevi, Yoseph al-Fayumi y Maimónides.
-¡No podía faltar, un genio español extranjero en tierra extraña, ignorado por los turistas celtíberos que se ponen en fila para hacerse fotos con los cuatro camellos piojosos en la planicie de las pirámides...!
-Aunque no fuera mas que por dignidad, debería todo turista español pasarse por la sinagoga y dedicar un pensamiento al buen médico andaluz, expulsado de su tierra por los almohades y del recuerdo por la ignorancia de los herederos de la historia.
Bibliografía
Robert Solé. Diccionario del Amante de Egipto. Ed. Paidós. Barcelona 2001
Moustafa Gadalla. Historical Deception. The Untold Story of Ancient Egypt. Ed Tehuti Research Foundation. Greensboro 1999
Etiquetas: Mandarin Goose
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