Si resulta siempre aconsejable acudir a las fuentes originales y evitar intermediarios interpretativos, en el caso de El Mundo tal advertencia es una imperiosa necesidad. La serie de artículos y editoriales dedicados en los últimos días a comentar el informe pericial sobre los explosivos merece ser estudiada en todas las facultades de periodismo. El título podría ser: “Cómo pretender que alguien ha dicho lo contrario de lo que ha dicho, sin descomponer el gesto”.
Después de leer las conclusiones de los peritos de la Guardia Civil, se me hacía imposible encontrar nada que supusiera “Varapalo científico a la versión oficial del 11-M“, como pomposamente titulaba el editorial de El Mundo de 17 de mayo. Pero está claro que Pedro Jota y sus muchachos se crecen ante los desafíos y aún no ha nacido la realidad que se interponga entre ellos y una buena cuenta de resultados.
Dicho editorial del día 17 contiene los principales puntos del argumentario del rotativo de marras, reflejados en diversas aportaciones de Casimiro García Abadillo y algún texto de Luis del Pino, que culminan en la carta del director del día 20 de mayo en un monumento a la manipulación periodística. Un comentario de Opi en el foro y un artículo de Elkoko han puesto de manifiesto las principales fallas de sus pseudorazonamientos. Aquí me concentraré en la epístola dominical del Gran Jefe, no sin antes adelantar algunas puntualizaciones.
Se da a entender continuamente que los peritos de la Guardia Civil han tenido el “coraje” de realizar un “desmarque” respecto a las tesis de la Policía Científica, de modo que “cuestionan la versión oficial“, principalmente al afirmar que el DNT y la Nitroglicerina son “componentes del explosivo” y, por tanto, “dado que estos dos técnicos excluyen así la teoría policial de la contaminación, la conclusión a la que conduce este dictamen de la Guardia Civil es que no pudo ser Goma 2 ECO el explosivo que mató a 191 personas” (editorial de 17.5.07).
Pues bien, todo eso es simplemente falso. En Derecho existe una muy útil expresión latina: in claris non fit interpretatio. Es decir, cuando algo está claro, no hace falta interpretarlo. El Mundo parece guiarse por otras directrices. Puesto que las conclusiones de los peritos de la Guardia Civil son diáfanas, in claris, fit manipulatio.
Pedro Jota empieza la carta del día 20 con su habitual dramatismo:
Hemos llegado al punto crítico del juicio del 11-M. […] Ese resumen de 222 folios distribuido el miércoles marca, de hecho, la cota máxima hasta la que ha sido capaz de llegar nuestro Estado de Derecho para respaldar con elementos objetivos, en este aspecto crucial de lo sucedido, la sentencia que habrá de dictar el tribunal. Y el balance no puede ser más escandalosamente frustrante.
¿Escandalosamente frustrante? Para las ambiciones conspiracionistas, no cabe duda, pero ya está aquí él para arreglarlo.
[…] la única conclusión en la que -de forma expresa o implícita- coinciden los ocho peritos es que no se puede establecer de manera fehaciente qué es lo que estalló en los trenes… por falta de muestras suficientes.
¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? Ninguno de los cuatro peritos “no independientes”, según la terminología de El Mundo (los “independientes”, a su juicio, son los que dependen de las partes), mencionan la falta de muestras suficientes como razón de no poder establecer lo que estalló en los trenes. Ninguno. Sólo en las conclusiones de los peritos de la Policía Científica se alude en un momento (página 216) a la cancelación de una analítica concreta por la escasez de determinadas muestras correspondientes a explosivo no explosionado (de la Kangoo y muestras patrón de dinamita Goma 2 ECO), pero no se refiere a las muestras de los focos de la explosión y, además, no se añade comentario alguno al respecto.
¿De dónde procede, pues, esa supuesta coincidencia de los ocho peritos? Muy fácil, como no tiene que ser expresa, sino que puede ser “implícita”, basta con ser un lector perspicaz. El Sr. Ramírez es un genio. Después de esto, nada de lo que viene a continuación puede sorprender.
Obsérvese, además, cómo el director de El Mundo extrae a partir de un hecho no constatado (la supuesta falta de muestras que supuestamente habrían confirmado los peritos) conclusiones muy graves:
La próxima vez que el alcalde de Madrid o cualquier dirigente del PSOE digan que la instrucción de este sumario fue «minuciosa» o «ejemplar» lo dibujaremos con orejas de burro y no se las quitaremos hasta que rectifique. Es más, independientemente de cuál sea la sentencia -en la que necesariamente el tribunal tendrá que suplir con intuiciones subjetivas esta falta de base probatoria- y tanto si se deduce testimonio como si no contra algunos de los responsables de este fiasco, nuestra democracia tiene desde hoy una asignatura pendiente: investigar a los investigadores. […] La dignidad nacional no puede permitir que queden sin contestar preguntas tan elementales como por qué no se recogieron muchas más muestras en los focos de las explosiones […]
El Sr. Ramírez considera que la explicación “más elemental y obvia” del hallazgo de DNT y nitroglicerina en los resultados de los análisis es que “el DNT y la nitroglicerina formaban parte de la composición del explosivo que estalló en los trenes” y de ahí la conclusión de tres de los peritos de parte inclinándose por el Titadyn. Del dibutilftalato, que no forma parte del Titadyn y sí de la Goma 2 ECO, por supuesto, ni palabra. La tesis de la “contaminación” y la “porosidad” de las bolsas le parece una manera de ajustar “las sorpresas de la realidad –fruto a menudo de nuestras investigaciones periodísticas–, aunque fuera a martillazos“. Pero es a la hora de comentar las conclusiones de los peritos de la Guardia Civil donde la alquimia conspirativa, que convierte en sospecha todo lo que toca, alcanza niveles de taumaturgia interpretativa. Recordemos que estos peritos no son “independientes”:
La sombra de la obediencia debida se proyecta pues -no podía ser de otra manera- sobre sus tres folios de conclusiones, en los que, sin embargo, estos agentes han tenido la habilidad de trufar importantes mensajes dirigidos a ese buen entendedor al que pocas palabras le bastan.
Abracadabra. Los peritos, con su voluntad secuestrada, sienten un prurito de conciencia que les impulsa a mandar mensajes en clave que un lector avisado podrá descifrar. Hay que leer entre líneas. Algunos no vemos más que espacios en blanco, pero aquí está el maestro exégeta:
Lo más notorio es su dispar forma de referirse a la presencia de trazas de DNT y nitroglicerina en los restos de explosivo intacto que conservaban los Tedax -Leganés, mochila de Vallecas, Mocejón- y a la aparición de estos dos elementos en el resultado de la analítica de las muestras obtenidas en los focos de los trenes. En el primer caso, la Guardia Civil dice expresamente que «estos componentes minoritarios son ajenos a la propia composición del explosivo». En el segundo caso afirma que «en todas las muestras tomadas de los focos de explosión se detecta dinitrotolueno como componente explosivo». Y equipara su presencia, mediante el adverbio «igualmente», con la del nitroglicol o los nitratos.
En realidad, el párrafo en cuestión del informe de los peritos dice:
En todas las muestras tomadas de los focos de la explosión […] se detecta dinitrotolueno como componente explosivo. Igualmente una gran mayoría de estas mismas muestras presentan nitroglicol y nitratos.
Se trata de un párrafo meramente expositivo. Pretender que “igualmente” (podría haber dicho “también” o “asimismo”) supone una “equiparación” no deja de ser creativo. Especialmente cuando el Sr. Ramírez omite muy cuidadosamente referir el párrafo que sigue inmediatamente a esta enumeración de elementos:
Cabe hacer la misma reflexión anteriormente indicada para las bolsas contenedoras. Puede decirse de ellas que el nitroglicol sale con toda facilidad, incluso a los pocos días de haberlas cerrado […]. Igualmente y con el tiempo, perfunden el dinitrotolueno y la nitroglicerina.
¿Y cuál es la “reflexión anteriormente indicada para las bolsas contenedoras” por los peritos de la Guardia Civil? Pues la indicada precisamente en relación con los explosivos intactos (aquellos para los que se concluyó que el DNT y la nitroglicerina no eran componentes del explosivo):
la falta de idoneidad de este material para contener explosivos, siendo transparentes a la pérdida de nitroglicol, dinitrotolueno, nitroglicerina y en general a la mayoría de compuestos orgánicos con cierta presión de vapor.
Por eso resulta alucinante la siguiente afirmación del director de El Mundo:
En este punto esencial su opinión implícita queda, pues, mucho más próxima a la de los tres peritos independientes que se inclinan por que lo que estalló muy bien pudo ser Titadyn, ya que incluye el DNT y la nitroglicerina entre sus «componentes explosivos».
¿Cómo? ¿Otra vez con las opiniones “implícitas”? ¿Qué máquina Enigma hay que emplear para llegar a esa conclusión? Claramente, el conocimiento de criptografía de Pedro Jota no está al alcance de cualquiera. Nótese que, como este caballero es muy listo, no cae en la zafia manipulación del editorial del día 17 (y de García Abadillo), que colaban al descuido un “del” para convertir al DNT en un “componente del explosivo“, en vez de un “componente explosivo“. Pero el resultado al que quiere llegar es el mismo: dar a entender que estos peritos se inclinan por la tesis de que el DNT y la NT son componentes del explosivo.
Despejemos las dudas de una vez por todas. Cuando los peritos de la G.C. dicen “componente explosivo” dicen exactamente eso. ‘No’ means ‘no’. Y no hace falta recurrir a mensajes secretos cuando el propio texto aclara el sentido de la expresión. Y es que estos peritos dicen también lo siguiente en la parte del informe dedicada a los explosivos intactos:
En todos los explosivos intactos […] se detectan otros componentes explosivos minoritarios como el dinitrotolueno.
Recuérdese la conclusión a la que llegaban:
Todo ello nos lleva a pensar que estos componentes minoritarios son ajenos a la propia composición del explosivo.
La redacción puede se más o menos feliz (hablar de componentes ajenos a la composición no deja de tener su gracia), pero el sentido está claro. Salvo para los chicos de El Mundo, claro. La opinión explícita, de los peritos, por tanto, es la que es:
no es posible conocer ni el número, ni la naturaleza de los explosivos utilizados en los focos de las explosiones. Salvo que posiblemente se trate de un explosivo de base nitrada […]
Que es, poco más o menos, lo que ya decían los informes de marzo de 2004: que no era posible analíticamente asignar marca comercial a los explosivos.
Sigue el director de El Mundo:
Respecto a la teoría de la suite del Cascanueces -traviesas partículas volanderas se infiltran donde no deben a través de descuidadas bolsas porosas-, los verdes se cubren ante los azules con un par de capotazos de solidaridad, subrayando «la falta de idoneidad» del sistema de almacenaje de los Tedax e incorporando la reflexión de que, en el caso de la nitroglicerina impregnada en el polvo de extintor de la estación de El Pozo, «la bolsa contenedora en la que se recibe no proporciona certeza» -es a lo más que llegan- «de que los componentes detectados procedan del foco o de una adsorción durante el almacenamiento».
Sí, los de la benemérita hacen algún gesto hacia sus colegas de la poli, a regañadientes, con renuencia, en fin, porque no tienen más remedio. Y eso “es a lo más que llegan“, porque en el fondo están con los otros, con los peritos “independientes”.
¿Pero qué informe ha leído el Sr. Ramírez? Los peritos de la G.C. hacen más que eso. Dedican más o menos 11 párrafos de su informe a comentar y justificar que las muestras presentan una alteración respecto de sus composición original. Hacen para ello referencia explícita a la transparencia de las bolsas. Es más, lo hacen en la misma frase que Pedro Jota cita, qué curioso, de forma incompleta:
la bolsa contenedora en la que se recibe no proporciona certeza de que los componentes detectados procedan del foco o de una adsorción durante el almacenamiento, habiendo quedado demostrado [sic] su transparencia.
Demostrado, además, mediante ensayos, a los que también se refieren, no implícita, sino explícitamente estos peritos (p. 210).
Ramírez sigue tratando de introducir alguna cuña diferenciadora entre los peritos de la Guardia Civil y los de la policía. Es más, sostiene que “la conclusión diferenciada de este informe de la Guardia Civil es […] devastadora para los planteamientos acusatorios de doña Olga Vale Ya“. ¿Y cuál es esa conclusión diferenciadora?:
Pero hay otro matiz importantísimo y es que, al referirse a esta disyuntiva y a enigmas tales como que en los restos de explosivo intacto se hayan detectado ahora elementos no constatados hace tres años o que en algunas muestras procedentes de Mocejón aparezca DNT y en otras no, la Guardia Civil no habla en ningún momento de «contaminación» y emplea, en cambio, en hasta siete ocasiones la palabra «alteración». ¿Y cuál es para estos técnicos el ejemplo más flagrante de «alteración»? Pues el lavado con agua y acetona que han sufrido las muestras de los restos de los focos. Es decir, una intervención física y deliberada de una mano humana. ¡Qué feliz hallazgo semántico! Que nadie me alinee a partir de ahora con ninguna teoría de la conspiración, porque en este mismo momento abrazo la muy benemérita doctrina de la «alteración» del 11-M.
El Sr. Ramírez parece un experto en aferrarse a la literalidad de una expresión para interpretarla a su gusto, descontextualizada y sin matices. Para empezar, el uso de la “alteración” no es una exclusiva que distinga a la G.C. de la Policía. Es fácil comprobarlo. Vayamos a las conclusiones de los peritos policías:
Todo lo expuesto demuestra que las muestras problema de explosivo no explosionado contienen sustancias no presentes en su composición original y que por tanto están alteradas en lo que respecta a sus componentes minoritarios. (p. 217)
…los resultados indican que las muestras de explosivo no explosionado contienen explosivos ajenos a la composición original, es decir, contaminantes. A esta alteración de las evidencias […] han contribuido…
Pero es que, además, es simplemente falso que los peritos de la G.C. consideren que “el ejemplo más flagrante de alteración” sea el lavado con agua y acetona. Los peritos dicen:
De los focos en general, tenemos constancia de su alteración desde el momento en el que existen unos análisis previos y sabiendo que han sufrido un lavado con agua y acetona.
Pues bien, ese párrafo es el último de una serie de cinco, en la que se exponen de forma neutra ejemplos de “alteración“. La única expresión que emiten los mentados peritos acerca de la posible “flagrancia” (si se me permite) de la alteración aparece en la página 211:
Estos resultados contradictorios, confirman una clara alteración de las evidencias en lo que afecta a sus componentes minoritarios, fundamentalmente porque nos movemos en límites de detección extremadamente pequeños, Reiteramos que a la alteración han contribuido especialmente el tiempo transcurrido desde que sucedieron los hechos, los embalajes contenedores de las evidencias, los lugares y condiciones de almacenamiento desconocidos y otros parámetros que difícilmente podremos controlar (otros explosivos que compartieron el depósito, roturas o falta de hermeticidad en los envases…).
¿Queda claro qué entienden por “alteración” estos peritos? Nada de intervenciones dolosas por parte de Sánchez Manzano y su brigada del pincel mágico.
Lo más sangrante de todo esto, una vez más, es la diferente manera en que El Mundo trata a los funcionarios públicos y a los imputados. El Sr. Ramírez dedica las siguientes caricias a los agentes de las instituciones:
[…] nuestra democracia tiene desde hoy una asignatura pendiente: investigar a los investigadores. Concretamente, al jefe de los Tedax Sánchez Manzano, a su superior directo Cuadro Jaén, a la cúpula de la Policía Científica, al juez Del Olmo y a la fiscal Olga Sánchez. Además de -por razones distintas- al turbio coronel Hernando, responsable de la UCO. […] Puesto que altos responsables policiales han incumplido una y otra vez la Ley de Enjuiciamiento Criminal con la complacencia del instructor y la fiscal, sólo la comprobación de que ello se debió a un cúmulo de negligencias dignas de severas sanciones disciplinarias permitirá descartar otras motivaciones de carácter abiertamente delictivo.
Actitud en la que, por cierto, insiste el editorial de ayer mismo (21.5.07):
Las órdenes de Sánchez Manzano despiden el inconfundible aroma a chapuza que impregna muchas de las investigaciones del 11-M, pero nadie debería llevarse a engaño: aquí no ha habido sólo negligencia. Ha tenido que haber algo más. […] ¿Prefirió Manzano mantener sus pesquisas en una zona de sombra que le permitiera respaldar la emergente tesis de la Goma 2 ECO en vez de averiguar la verdad?
En contraste, el diario de Pedro Jota ofrece un rostro muy distinto cuando se trata de los inculpados. El editorial del pasado día 17 se atrevía a aventurar “la imposibilidad de demostrar más allá de toda duda razonable la culpabilidad de Trashorras, Toro, Zouhier y el resto de la trama asturiana“.
García Abadillo, en la misma fecha, se reivindicaba: “En lugar de rectificar, en lugar de intentar averiguar la verdad, se hizo todo lo posible por desacreditar a los que defendíamos que no se podía demostrar con pruebas que en los trenes estalló Goma 2 ECO. Ahora los peritos nos dan la razón.” Claro, todo lo demás no son “pruebas”. Desde El Mundo, parece que no existe otra cosa que la pericial. El sumario se viene abajo definitivamente y no se puede condenar a estos pobres hombres.
Dice Luis del Pino el mismo día 17: “No me gustaría estar en la piel del juez Gómez Bermúdez. Está muy claro lo que tendría que hacer para actuar en justicia, pero si da los pasos que tiene que dar, algunos le van a crucificar mediáticamente“.
Y, en su carta dominical del pasado 20 de mayo, el Sr. Ramírez lo borda:
El dilema para el tribunal va a ser dramático pues, a falta de esta crucial evidencia, va a tener que decidir en gran medida a bulto -a partir de indicios contradictorios de muy inferior rango- sobre la condena o absolución de la mayor parte de los imputados. Con tal escenario en perspectiva, la queja por escrito de los musulmanes que han iniciado la huelga de hambre, denunciando que por motivos políticos la maquinaria mediática gubernamental lleva varios meses transformando su presunción de inocencia en presunción de culpabilidad, no deja de tener un bien documentado fundamento.
No es de extrañar que Manel Gozalbo calificara a determinados medios como “el Gara de los islamistas“.
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