Conspiración permanente
FRANCISCO MORA
Glorioso resultado final de las negociaciones secretas del Gobierno y ETA? ¿Un paso más hacia la disolución del Estado en su estructura actual? ¿Falta de respeto a los electores y de sentido de la realidad? ¿Claudicación ante el siniestro matonismo de los bandidos etarras? ¿Ansia de permanencia en la poltrona, aun a costa de ejercer de caballo de Troya? ¿Ausencia de un claro concepto de nación? A cualquiera de esas circunstancias, o a un revoltijo de todas ellas, puede responder que el Gobierno haya hecho la vista gorda para que ETA esté presente en los ayuntamientos, a través de Acción Nacionalista Vasca (ANV). Para tan deplorable empeño ha contado con colaboradores de primera magnitud, como Conde Pumpido y Baltasar Garzón, fiscal general del Estado y rutilante estrella de la judicatura respectivamente. También ha recibido ayudas inesperadas como la del juez Torres, instructor del sumario de la apoteosis del bandolerismo marbellí, que casualmente hizo coincidir la detención de Isabel Pantoja con la oleada de indignación provocada por el múltiple ecce homo del juez Garzón.
Por cierto, resulta curioso que no se haya iniciado una investigación judicial para delimitar las posibles responsabilidades de la Junta de Andalucía en el monumental chanchullo malayo, que era del dominio público desde hacía casi dos décadas. La resurrección de la folclórica España le ha venido de perlas a Zapatero, para meter con vaselina a ETA en las instituciones. Las asignaciones económicas de los grupos municipales serán una buena fuente de ingresos legales para la banda. Y durante la próxima legislatura, los crímenes y estragos de los comandos etarras se financiarán con los dineros de todos los españoles. Una invitación a declararnos objetores fiscales, porque el fruto del trabajo de los que madrugan para ir al tajo no puede servir para que una banda de asesinos compre pistolas y dinamita, mantenga queridas y se pegue la gran vida entre crimen y crimen. Que de eso se trata en el fondo. De eso, y de que los ciudadanos sepamos de una vez que el Gobierno Zapatero baila al son que le toca la banda separatista vascongada.
Que Garzón certifique que no consta relación alguna entre ETA y la mitad de las listas de ANV, es una decisión salomónica que le permite ejercer de Poncio Pilatos con el mayor desparpajo y sin importarle un bledo la seriedad de la toga. Porque es evidente que ANV sólo existe sobre el papel, puesto que no se le conoce ninguna acción política desde hace muchos años. Por eso resulta grotesco querer hacernos creer que ha sido capaz de presentar listas en casi todos los ayuntamientos de las provincias vascongadas y Navarra. El afán de notoriedad de Garzón no conoce barreras. Y lanzado a la vorágine de servir a Zapatero y su Gobierno, no se para en barras. ¿Estará haciendo méritos para una nueva incursión política? No sería la primera vez que apedrea la toga para colocarse en una lista electoral. Hace pocos años critiqué la proclividad de Garzón al estrellato y cuando coincidimos en una corrida fallera, me invitó -nuestro trato profesional siempre ha sido cordial- a que comentáramos su modo de afrontar jurídicamente el terrorismo. Me convenció de que su estrategia de aplicar a los terroristas todo el peso de la ley, la táctica del empapelamiento constante, era la mejor para acorralar a la banda y mermar su capacidad de acción. Si me lo encontrara uno de estos días, le pediría que me explicara qué beneficios pueden dimanar de que ETA se siente en los escaños de los ayuntamientos vascos y navarros.
Con la última humillación a que ha sometido la banda vasca al Gobierno, sólo están de acuerdo aquellos cuya única aspiración es seguir disfrutando de las ubres del poder. Pero no deben temer, ya que la contingencia de que el PSOE sea sustituido en la Moncloa por el PP no es la única solución. Bastaría con que Zapatero fuera relevado en el PSOE por otro político con una idea clara sobre lo que es gobernar, y el pudor de no utilizar el pasado como herramienta de distracción, para ocultar actuaciones que ya originaron la caída del felipismo, el desprestigio de toda una clase política y la vergüenza de una generación que tanto luchó por restaurar la democracia. Las intrigas de Miguel Sebastián, actual candidato socialista a la Alcaldía de Madrid y amigo íntimo de Zapatero, desde esa especie de oficina siniestra de La Codorniz creada con la mascara de asesoría económica, demuestran que la insidia y la mendacidad habitan muy cerca del despacho del presidente del Gobierno. El comilón Arenillas, esposo de la ministra de Educación, afecto a la CNMV que presidía Conthe, también colabora con el oscuro gabinete, auténtico Gobierno en la sombra de Zapatero, desde el que se conspira y manipula a espaldas del PSOE y del Consejo de Ministros.
EL PUYAZO: LOS BATUECOS
De que Ecclestone cree que España es una república bananera, dirigida por una pandilla de gilipollas que se alternan en la gobernación del país, que al ministro Clos no le quepa la menor duda. Como el presidente de Formula One, seguramente lee los periódicos españoles y las noticias de nuestro país que saltan a los extranjeros, aunque hubiera sido mejor que reprimiera su locuacidad, estando como estamos en plena campaña electoral, ha expresado sus dudas sobre el sentido de Estado de nuestros políticos. ¡Cómo se atrevería nadie a firmar un contrato de cierta envergadura internacional, como un gran premio de Europa de automovilismo, sin tener garantizados al menos cuatro años de vigencia! Viendo cómo Zapatero, Rajoy y sus adláteres, se dicen puta cada vez que abren la boca, ¿cómo va a creer nadie que los ganadores respetarán lo firmado por los perdedores? Aquí, izquierdas y derechas sólo se ponen de acuerdo para regalar por las playas condones, cremas y otras pijaditas por el estilo. Ecclestone debe haber intuido que, gobierne quien gobierne, España sigue siendo diferente. ¡Ay Samaranch, quién te iba a decir que tantos años después continuaríamos siendo tan batuecos!
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