Esos distintos factores determinaron que la última glaciación, la de Würms, finalizase hace apenas unos trece mil años atrás. Durante esa glaciación los mares estaban noventa metros por debajo de la cota actual debido a la gran masa de agua que se acumuló como hielo en los continentes. Sin embargo la especie humana aprovechó la situación para cruzar desde Siberia a Alaska y poblar América usando la lonja de tierra que había emergido.
Sin embargo el clima no ha evolucionado desde entonces en un mismo sentido porque el Sol también tiene sus propios ciclos de irradiación de calor y luz. Hace ocho mil años la Tierra gozó de una temperatura varios grados más altos que en la actualidad tal como se ha descubierto del análisis de los depósitos marinos y de los hielos antárticos. En esos tiempos había grandes bosques y ríos en lo que ahora es el Sahara, tal como se deduce de las cuevas del Tashili. Luego hubo un enfriamiento que parece haber sido la causa de la invasión de Europa por parte de dorios, celtas, galos y germanos. En la Edad Media, por el contrario, en la Tierra disfrutamos de un período excepcionalmente cálido llamado "Óptimo Climático Medieval", durante el cual se gozaba de una temperatura dos grados por encima de la actual.
En ese tiempo la isla de Groenlandia, actualmente cubierta totalmente de hielos, fue colonizada por los vikingos, que establecieron allí prósperas colonias. Fue tal su población que requirió que se nombrase un obispo para atender los numerosos poblados. Groenlandia significa, justamente "Tierra Verde", nombre que actualmente resulta extraño. Asimismo durante esa cálida Edad Media en Inglaterra se pudieron implantar viñedos, algo que actualmente es imposible al haberse enfriado el clima. Porque ese período cálido medieval interrumpido por la llamada "Pequeña Edad de Hielo" que comenzó en 1350 y terminó aproximadamente en 1850.
Durante ese tiempo el río Ebro en España se congelaba en invierno, algo que no volvió a ocurrir en los últimos doscientos años. También hasta hace 130 años en el Parque El Retiro, en pleno Madrid, se formaba una pista de patinaje de hielo natural donde actualmente prosperan los rosales. Fueron habituales por aquellos tiempos que se pintaran cuadros que mostraban los valles de Alemania como paisajes polares, con ríos y lagos congelados, como estos de Brueghel.
En Inglaterra el río Támesis se congelaba a tal punto que el rey Enrique VIII lo cruzaba a caballo con su carroza. Se hacían ferias en el hielo, tal como se puede apreciar en este cuadro, en este otro o aquí. En 1814 fue especialmente gruesa la capa de hielo. Sin embargo aún en 1860 se podía ver mucho hielo en ese río, tal como se aprecia en un cuadro de Whistler. También en 1790 el puerto de Nueva York se congeló al punto de que se podía cruzar caminando sobre el hielo hasta Staten Island. En la actualidad aún estamos saliendo de esa "Pequeña Edad de Hielo". De hecho en los últimos cien años se calcula que la temperatura global ha subido alrededor de medio grado.
Sin embargo el proceso no es claro: La Antártida oriental en los últimos 35 años se está enfriando y el conjunto de la Antárgida agrega cada año un promedio de 1,5 cm. de nieve que no se derrite en verano. En el mundo hay muchos glaciares que se achican pero también hay otros que se agrandan desmesuradamente, como en Argentina el famoso glaciar Perito Moreno que avanza dos metros por día. Cabe recordar que el Perito Pascacio Moreno nunca llegó a conocer el glaciar que lleva su nombre, porque cuando recorrió en 1876 el Lago Argentino ese glaciar aún no había llegado hasta allí. Con posterioridad el glaciar invadió el lago y en 1915 llegó a la orilla opuesta, cortándolo en dos. Desde ese momento el avance del glaciar forma una barrera cada vez más sólida. Al principio la presión del agua rompía la barrera todos los años. Luego la ruptura se fue espaciando y la última vez pasaron 18 años sin que ocurriera debido a que el glaciar cada año es más robusto. Sin embargo el tremendismo periodístico (que explota en su propio beneficio el mito de la culpa humana del calentamiento global) ha llegado al ridículo extremo de poner a este glaciar que aumenta su tamaño como ejemplo de los glaciares que se derriten. Vean la noticia en el diario El Mundo del pasado 6 de abril. Hay muchos españoles que visitan esa maravilla en Argentina y que vuelven a España con la falsa idea de que sus hijos no podrán verla en el futuro por culpa de la propia humanidad, tan perversa ella. Asimismo en el litoral argentino la "Pequeña Edad de Hielo" había determinado grandes sequías. En 1794 el Paraná traía tan poca agua que el Río de la Plata casi quedó en seco y en Buenos Aires se formó una playa de 15 km. de ancho. En la sequía ocurrida en 1826 murió un millón de vacunos. Darwin cuando visitó Argentina en 1833 vio miles de osamentas de animales en el lecho de los arroyos secos.
Sin embargo con posterioridad a esa etapa fría el clima no se calentó en forma lineal. Por el contrario entre 1945 y 1970 hubo nuevamente un período de enfriamiento global. Después de casi cien años el Támesis volvió a congelarse en 1940, 1947. 1953 pero especialmente en 1963 cuando se congeló de lado a lado a la altura de Windsor, al punto de que se pensó que volverían a celebrarse las ferias en el hielo que se ven en viejas estampas de los museos.
Este enfriamiento global ocurrido durante 25 años coincidió con el gran auge industrial posterior a la Segunda Guerra Mundial, desmintiendo así que las industrias promueven el calentamiento. En Argentina las sequías están asociadas con los períodos de clima frío. Fue así como en 1951 fracasó la cosecha de trigo al punto de que no se produjo suficiente harina para hacer pan. En ese tiempo estuvo de moda pronosticar que se avecinaba una nueva glaciación. Sin embargo en la actualidad, en la que disfrutamos nuevamente de un período de clima cálido, la moda consiste en vaticinar lo opuesto, un calentamiento global. ¿Tiene fundamento eso? En absoluto. Es cierto que los políticos en búsqueda de votos, como Al Gore, el ex vicepresidente norteamericano, se han sumado al alarmismo con mucho éxito. Al Gore recibió un Oscar por el film que rodó sobre el tema, atribuyendo el presunto calentamiento global a la emisión de gas carbónico por culpa del hombre. Sin embargo él mismo ha sido denunciado porque en su domicilio particular usa diez veces más electricidad que la usada en un hogar yanqui medio. También el esposo de la reina Isabel de Inglaterra y el príncipe Bernardo de Holanda se sumaron en su momento a la cruzada.
Sin embargo el anhídrido carbónico aporta muy poco al efecto invernadero y al calentamiento global. De hecho la Tierra estaría a quince grados bajo cero si no fuera por la capa protectora de la atmósfera, que retiene el calor que llega del sol. Debemos agradecer al vapor de agua que forma las nubes ese efecto invernadero que nos protege del frío. Muy poco agrega el humo producido por el hombre. Cualquiera puede observar el cielo y comparar la proporción que hay entre nubes y humo fabril. Mil a uno en las ciudades. En el campo no hay humo de fábricas. Asimismo la cuota de aporte humano de anhídrido carbónico es ínfima en comparación con el que aportan los volcanes o el metano emitido por los animales herbívoros y la fermentación de los vegetales muertos. Pero los políticos tratan de mostrarse preocupados por el futuro de la humanidad y auspiciaron en su momento que un grupo de científicos analizase la situación del clima en el mundo. En 1990 los científicos dictaminaron que la actividad humana "podía" tener algún efecto en el cambio climático. Esa falta de precisión molestó a los políticos, que exigieron que se dejara de lado la duda. El grupo de científicos que trabaja a sueldo de las Naciones Unidas aprendió rápidamente la lección y se sumaron alegremente a la moda del alarmismo. A fin de meter miedo inventaron la falsa teoría llamada "Palo de Hockey".
Con ese gráfico pretendieron hacer creer que el siglo XX fue el más cálido de los últimos mil años. Para conseguirlo evitaron convenientemente los datos del "Óptimo climático medieval". Y se aprovecharon de la percepción común de que en la actualidad no sufrimos tanto el frío del invierno debido a que tenemos mejor calefacción y abrigo que hace cincuenta años atrás. A tal punto se han ensoberbecido estos científicos que en el último informe las cosas han cambiado. Ahora ellos se quejan de que los políticos tratan de atemperar sus profecías catastrofistas. Por suerte hay muchos científicos sanos que no aceptan esas conclusiones y cada día aportan nuevas pruebas de que los informes del IPCC no tienen consistencia, denunciando lo que ha dado en llamarse "La gran estafa del calentamiento global".
Héroes y villanos. Entre los héroes está James Croll, ese portero que descubrió la causa principal del cambio climático. Entre los villanos están los científicos a sueldo que primero agacharon la cabeza aceptando las presiones de los políticos de turno y que ahora la levantan, ensoberbecidos. Siempre salen ganando.
(Escrito por Hércor)
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