La lista inverosímil de los implicados
Dejamos consignada aquí la lista de personas a las que los conspiracionistas han atribuido, como mínimo, falso testimonio o encubrimiento, es decir, complicidad con la conspiración. Si la teoría de la conspiración es cierta, todas estas personas mienten.
Empezando por el portero Garrudo que declara haber visto a tres personas dirigirse hacia la estación de Alcalá desde la Kangoo, transportando mochilas, y que fue la persona que, a través del presidente de la Comunidad de Propietarios (otro ciudadano de a pie), alertó a la Policía. Sin ellos es muy posible que la evidencia de la Kangoo no hubiera sido encontrada a tiempo. El testigo trabajador en una obra de Vicálvaro que vio cambiarse de ropa a un sospechoso (ropa con ADN de uno de los presuntos terroristas). Habría que seguir con buena parte de los policías que controlaron la Kangoo y que, según información que en su día publicó El Mundo a bombo y platillo, habrían visto la furgoneta vacía, con la implicación evidente de que la evidencia encontrada en ella fue plantada más tarde por policías deshonestos. Pero ninguno de los agentes presentes en Alcalá que han declarado en sede judicial, en la Comisión del 11-M o en la vista oral reconoce haber visto totalmente vacía la furgoneta, ni siquiera a pregunta explícita. De hecho, el agente con carné 79.858 declaró en la vista: “Recuerdo que había muchas cosas y estaban revueltas”. Y también, a pregunta del abogado defensor Abascal:
” Y esas cosas que vio, donde las vio?
“Dentro de la furgoneta, pero yo ahora no puedo decirle ni lugar exacto ni nada, porque no fueron significativas para mi en ese momento de la investigación (…) tiene que ser la Comisaria General quien haga la inspección técnico-policial de la misma con el inventariado de las cosas y su pertinente informe.”
Veamos también una de las intervenciones del Presidente Gómez Bermúdez, que no deja lugar a dudas de lo que ha entendido que declara un testigo, en este caso el guía canino con carné 74.021:
Abogado de Roberto Barroso (A): Decía que en ese vistazo superficial que echó a la furgoneta ¿vio algo?
Guía Canino (GC): No, no…
A: ¿No vio nada?
GC: Lo único…ummm…vamos, nada de importancia…un chaleco reflectante que se encontraba detras de un…del asiento del conductor, en la parte de atrás abajo, pero vamos, nada de relevancia, digamos…
A: Perdone, ¿la parte trasera de la furgoneta no la vio…?
GC: No…sí la…entreví, no se veía claramente, pero no se apreciaba nada…grande, ningún objeto…
A: No se apreciaba ningún objeto…
Gómez Bermúdez: No, señor letrado, no está diciendo eso, dice que no apreciaba nada relevante, ningún objeto grande…
A: Ah, ningún objeto grande…
GC: Es que no se veía claramente, los cristales…
A: Entendido, entendido…
Si uno es conspiracionista la conclusión es inescapable: estos policías mienten, o, en el mejor de los casos, callan lo que saben.
Continuando con la furgoneta, el agente con carné 82.709 fue el encargado del traslado de la furgoneta Kangoo a Canillas. Afirmó que nunca la perdió de vista y que se la entregó a Policía Científica. Según algunos de los conspiracionistas, sería sospechoso de haber plantado la evidencia o haber dejado que otros la plantaran. De igual forma el conductor de la grúa, empleado municipal, ha despertado sospechas por una razón similar. Además el agente contradice a Luis del Pino, que afirma que la furgoneta fue entregada a los Tedax.
Si no fue 82.709 el que plantó la evidencia, entonces serían los dos inspectores de Policía Científica que la recibieron, carnés 17597 y 19245, los que lo hicieron, al haber sido ellos responsables de la inspección ocular técnico-policial y no haberse roto en ningún momento la cadena de custodia.
Suma y sigue. La mochila de Vallecas, nos dicen los conspiracionistas, fue plantada en algún punto de su periplo desde la estación de El Pozo hasta la comisaría de Puente de Vallecas, pasando por IFEMA. Si esto es verdad algunos o todos los policías que participaron en la cadena de custodia de dicha mochila mienten, y aquéllos que lo hayan hecho en la vista oral o en declaración judicial han cometido además un delito de falso testimonio.
Hablamos de nueve agentes, con números de carné 16.132, 87.407, 87.141, 24.420, 87.843, 88.659, 87.750, 89.324 y 88.941, algunos de los cuales, como he dicho, ya han declarado en la vista oral, ratificándose en su declaración judicial.
Además, en alguna versión del propio Luis del Pino la mochila fue supuestamente encontrada en IFEMA, con lo que los dos policías (carnés 88.163 y 79.046) que la encontraron en Vallecas, y que ya han declarado en la vista oral, también mienten.
Pero hay algo que se nos está olvidando. Ningún policía aparece en un sitio por arte de magia. Alguien tiene que haber dado las órdenes para que agentes específicos se desplazaran, por ejemplo, a Alcalá, porque un agente, a menos que pille algún asunto in fraganti, lo primero que hace es reportarse a su unidad (véanse los múltiples testimonios en el Auto de Procesamiento en ese sentido). Es muy difícil que tantos policías se movilizaran sin órdenes y sin llamar la atención de sus superiores. Los agentes presentes, además, eran de por lo menos cuatro unidades, locales de Alcalá, de Policía Científica de Alcalá, de la Unidad Provincial de Información de Madrid y guías caninos. ¿Quién dio las órdenes para que las personas adecuadas estuvieran en el lugar adecuado? Esto implica por lo menos al siguiente nivel jerárquico de los agentes mencionados hasta ahora, y seguramente, dada la diversidad de unidades, a varios niveles más.
Llegamos ahora a los grandes villanos de esta historia, según los conspiracionistas: los Tedax. En efecto, Juan Jesús Sánchez Manzano a la sazón comisario jefe de Tedax, es una de las personas a las que los conspiracionistas han acusado de prácticamente todo, desde enviar informes falsos al juez hasta ocultar evidencia (mochila de Vallecas), pasando por contaminar las muestras de explosivos bajo su custodia con DNT, saltarse los protocolos de actuación para que las muestras no llegaran a Policía Científica (presuntamente los “buenos” en esta parte de la historia) y guardar la mochila en la cocina de su casa. Sánchez Manzano parece ser un genio del mal. Sorprendentemente, dada la gravedad y cantidad de sus delitos plenamente demostrados (según los conspiracionistas) en la vista oral no pudieron probarle absolutamente nada.
Pero no sólo Sánchez Manzano es culpable; la perito con carné profesional 17.632, jefa de laboratorio de Tedax, habría ocultado información sobre los análisis, y en particular el hallazgo de nitroglicerina (y presumiblemente también de DNT). Entre ella y su jefe habrían hecho desaparecer un informe redactado el día 11. Santiago Cuadro, comisario general de Seguridad Ciudadana y por entonces jefe de Sánchez Manzano, habría sido el responsable de desorientar al Ministro del Interior al mencionar que el explosivo era Titadyne con cordón detonante.
Tenemos también al Tedax “Pedro”, a quien los conspiracionistas profesan especial inquina. Si, como afirma Del Pino en uno de sus Enigmas, la mochila no se desactivó en el Parque Azorín de Vallecas, Pedro estaría mintiendo (y cometiendo falso testimonio). De Pedro se han dicho muchas otras cosas, desde que la desactivación fue una pantomima hasta poner en duda su descripción de la mochila de Vallecas y sus valoraciones al respecto (un aparato muy sencillo pero ingenioso, distinto de cualquier otra cosa que hubiera visto). También se le acusa de haberse paseado por el locutorio de Jamal Zougam, presuntamente para destruir evidencia. Todo ello a pesar de que su intervención, a riesgo de su vida, fue clave en la investigación….o tal vez precisamente por ello: porque los terroristas que ayudó a capturar eran los equivocados. Pero para no variar, a los conspiracionistas, igual que en la totalidad de los casos anteriormente mencionados, les fue imposible probar que Pedro mentía durante su interrogatorio.
Según Luis del Pino, los Tedax también habrían hecho desaparecer evidencia en el piso de Leganés. Dado que en la recogida de dicha evidencia participaron unos ocho Tedax, podemos apreciar que el número que el número de implicados en la conspiración aumenta. Y resaltemos de nuevo, por su gravedad, la insinuación (cuando no acusación directa) de que contaminaron muestras bajo su custodia. ¿Cuántos Tedax estarían involucrados en la delicadísima operación de contaminar de forma homogénea y en cantidades que rondan los microgramos (la millonésima parte de un gramo) dichas muestras?
El último gran grupo de policías supuestamente deshonestos, según los conspiracionistas, lo forman los que participaron en el operativo de Leganés, alrededor de un centenar, y muy en particular los Geos que prestaron declaración judicial y otros agentes. El caso de los Geos es particularmente sangrante porque no sólo arriesgaron la vida, al igual que Pedro, sino que de hecho perdieron a un compañero, Francisco Javier Torronteras, a quienes algunos conspiracionistas, en un alarde de inaudita mezquindad, llaman “el geo supuestamente fallecido”, insinuando con mayor o menor claridad que sigue vivo y cobrando por su silencio.
Todos ellos tendrían que estar mintiendo, porque según el Evangelio conspiracionista en Leganés no hubo un suicidio colectivo, sino un asesinato, y no hubo ni tiroteos ni algarabía. El agente 74.693 dice que escuchó disparos y vio al menos a una persona además de escuchar un griterío en árabe. La mayoría de los GEOs que prestaron declaración judicial (27.288, 64.609, 28.400, 82.354, 28.354, 63.853. 62.883, 75.867, 75.478, 81.743, 80.192, 81.705) y el GEO que ha declarado en la vista oral confirman lo de los disparos, el número de personas vivas no inferior a tres y los cánticos en árabe. No olvidemos que los GEOs estaban en primera línea, a unos metros de los terroristas. Pero desde la perspectiva conspiracionista, mienten.
Además de éstos, se han hecho insinuaciones más o menos directas sobre Miguel Ángel Santano, Comisario General de Policía Científica, sin concretar su participación y sobre Telesforo Rubio, Comisario General de Información durante la mayor parte de la instrucción del sumario, Mariano Rayón, Comisario Jefe de la UCIE, y sobre otros muchos mandos policiales. Y sin mencionarle jamás por nombre, Fernando Múgica implica que el jefe de la investigación, Jesús de la Morena, predecesor de Rubio, manipuló la información. Es muy difícil además pensar que, si la teoría conspiracionista fuera cierta, la persona que dirige la investigación pudiera ser ajena a dicha conspiración. Es muy curioso que los popes conspiracionistas reserven sus dardos a Rubio, que accedió al cargo cuando todos los puntos principales de la investigación estaban en su sitio.
Asimismo, se ha señalado que varios agentes del CNI (sin identificar) y a su propio director en aquel tiempo, Jorge Dezcallar, entre otras cosas por el seguimiento que hacían de Allekema Lamari. Es curiosa la inversión del razonamiento: se intentaba localizar a Lamari porque era peligroso… pero los conspiracionistas ven en ello una evidencia de que el CNI le tenía controlado. Como decir que la CIA controla a Bin Laden. Se ha implicado, por supuesto, a todos los policías que tenían a su cargo confidentes o informantes implicados, en particular al alférez de la Guardia Civil “Víctor”, controlador de Rafa Zouhier, a su superior el capitán “Paco” y al superior de éste, coronel Hernando de la UCO (que tiene la gran virtud, desde el punto de vista de la contumaz suspicacia, de haber tenido relación con Rafael Vera) y al inspector “Manolón”, controlador de Trashorras. También a varios policías y guardias civiles de Asturias en relación con las informaciones del confidente Lavandera y las supuestas amenazas que dice haber recibido por parte de las fuerzas del orden.
Hay muchos otros que mienten o tienen actuaciones sospechosas, según los conspiracionistas: el jefe de seguridad de Amena, que proporcionó la información para localizar la tarjeta y el teléfono de la mochila de Vallecas, y que descubrió que varias otras tarjetas fueron detectadas por las BTS de Chinchón y Morata; según declara en la vista oral (su declaración apoya la secuencia de hechos relatada en el sumario); Rahma Ahmidan, madre del Chino, y su mujer, que recibieron sendas llamadas antes del suicidio, llamadas que tienen que ser falsas; la mujer de éste también reconoce su voz en los vídeos reivindicativos; Larbi Raichi y los dos peritos de voz que también reconocen la voz de El Chino en diversas cintas; el perito grafólogo que identifica la escritura de Kounjaa en su testamento; el Guardia Civil con tarjeta n° E68411I, que multa al Chino en Burgos y “le deja ir”; los forenses del Servicio Central de Identificación de la Comisaría General de Policía Científica que identificaron a Allekema Lamari como el séptimo suicida de Leganés, y, según Luis del Pino, el jefe de la Sección de Antropología del Instituto Médico Forense, José Luis Prieto Carrero, además de la ya mencionada cajera del Carrefour de Avilés.
Nótese que nos hemos tomado el trabajo de consignar los números de carné, nombre o apodo de la mayoría de los acusados de, como mínimo, falso testimonio. Están perfectamente identificados. Si nosotros hemos podido hacerlo los conspiracionistas también pueden. Si están tan seguros como afirman, ¿qué esperan para presentar una denuncia en un juzgado? ¿O es que calumniar es gratis, pero una falsa acusación no lo es? Qué digo gratis: da pingües beneficios. Algunos han estado ganando mucho dinero con sus calumnias.
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