Anda, mira, el líder del Partido Liberal-Demócrata ingles es antropólogo, que curioso...
No se qué tiene de raro. Aquí hemos tenido ministros fontaneros...y la tira de inútiles cuyo único currículum es ser hijo de tal o sobrino de cual, para ser colocados en puntos claves. ¡Por Tutatis, mira esta, si el chaval encargado de la gasolinera tiene mejor expediente!
Pues no se yo si la carrera de Antropología no será mas adecuada para el puesto de político que las disciplinas usuales... Ciencias Políticas no sirve para nada, de Derecho ya hemos tenido bastante, los licenciados en Medicina tampoco parecen nada del otro mundo, los psiquiatras han conseguido destrozar los Balcanes... al menos un antropólogo podría explicar los extraños comportamientos sociales de los grupos humanos ¿no crees? O quizás necesitemos a alguien con una visión mas periférica, mas...iluminada...
A ver, esa pregunta no es inocente...cuéntame, demonio de mis días y ángel de mis tormentos, qué es lo que te inquieta
¿Porqué la gente reacciona siempre en el mismo sentido en circunstancias similares? ¿No ha aprendido nada, o no hay factores aleatorios que puedan cambiar la ecuación?¿Es que los personajes prototípicos aparecen espontáneamente cuando toca? ¿Estaban escondidos, son modificados a partir de los modelos básicos por las feromonas en el ambiente, como los peces que cambian de sexo según la proporción en la población?¿Se estudian unos a otros para dar una imagen similar?
Y mi cavilosa súcubo me enseña dos retratos: Juan Calvino y el Ayatolá Jomeini. Dos personajes separados en el tiempo y el espacio, en mundos dispares y con historias diferentes, y sin embargo tan similares en muchas cosas. Ambos aparecen en un momento de crisis social con una sociedad mas que harta, empachada de la corrupción y la decadencia moral de una minoría elitista urbana. En Ginebra e Irán existían ademas grupos molestos a los cuales se les ha prometido inveteradamente la redención en el futuro a cambio de su sumisión a los que mandan, que se exhiben envueltos en los brillos del oro y las sedas: en Europa rechina el boato de la corte papista en su apoteosis barroca y en Persia escuece el Trono del Pavo Real. En los dos territorios se vive sometido a las “potencias extranjeras”, invadidos de una forma mas o menos evidente por poderes fácticos externos que compadrean con los mandamases, y se mezcla la reforma social con las ideas de independencia como una salida al caos religioso y político. Los dos tienen que exiliarse de sus países al ser considerados instigadores de malas ideas y disruptores de la paz (y los dos, a Francia, que casualidad, la misma que movía los hilos en la trama), y los dos son reclamados por multitudes que ha seguido sus lecturas a distancia (bien comunicadas por Francia, otra vez, que se encarga hacendosamente de mimar a los extraños y dar voz a sus palabras... en casa ajena)
Ambos surgen de un sector religioso reformista y puritano que clama por la vuelta a los valores primigenios y por una depuración de los ciudadanos depravados. Ante la decadencia de los pueblos solo cabe instaurar una teocracia que ponga en vereda a los impíos, y se dictan leyes que prohíben el juego, el baile, las canciones “obscenas”(todas menos las de tema religioso), las borracheras y los juramentos, y se detallan las horas de ocio, así como el castigo de los tibios en la atención a los servicios del culto. En ambos casos se produce, al llegar al poder, una ola de destrucción del arte, la iconografía, los libros y hasta persona consideradas “heréticas”, con especial presión sobre las “malas mujeres” (por brujas o por liberadas, la cosa es que a las diferentes se las castiga con piedra o con fuego). Los poderes políticos quedan subordinados a los religiosos, y estos deciden en temas grandes y pequeños como la sanidad o la diplomacia exterior . Los dos líderes reformistas se consideran, en su terreno, eminentes teólogos que sin embargo descienden a terrenos prácticos y cotidianos, y que no se cansan de enseñar en sus cátedras a quienes abarrotan los bancos para escucharles, sintiéndose privilegiados de que tan gran sabio consienta en enseñarles. La obsesión por la docencia directa y por la redacción de textos de lectura fácil, complementados con sermones fogosos y exaltados, los convierten en profesores muy queridos por los menos doctos. A partir de estos comportamientos “populares” sus herederos han querido suavizar la percepción de sus figuras, elaborando rasgos menos severos y rodeándoles a veces de una imaginería benevolente que no casa demasiado con la original, excusando los excesos cometidos al fervor o la ira de sus colaboradores (unas veces quemando a Servet, otras presentando fatwas contra Rushdie), y ante las cuales ellos permanecían inalterables y en todo caso compadecidos por el error y castigo del herético.
Ambos se presentan frente al mundo como austeras figuras, físicamente similares, envueltos en grandes ropones, holapandas y capas, de salud escasa, cetrino semblante, blancas manos de escribano, y mas interesados en el estudio que en otras contiendas, el ceño adusto y el verbo duro, con sermones tremendos y tremendistas, abrasadores (bastante literalmente). Los barnices suavizantes de la propaganda aggiornante y meliflua los han convertido en ancianos severos pero justos, y en unas decenas de años acabarán pintando al flamígero ayatolá cual abuelito de Heidi en versión persa (Calvino de momento ha conseguido ¡hasta sonreir!)
El truco, claro, está en la tramoya y el escenario. Porque no es lo mismo una ciudad de comerciantes en una zona de paso que un país entero con enormes latifundios. Ni los equilibrios de la Europa del s XVI que el tablero del Gran Juego del s XIX y sus réplicas en el XX y el XXI . Ni sobre todo los comerciantes y artesanos perseguidos en Francia y Alemania, atraídos a la ciudad por su seguridad, que los grandes terratenientes opuestos a la propuesta de reforma agraria del Sha que se alían con un clero cerril y arcaizante que maneja a conveniencia a las masas analfabetas y embrutecidas, que bien a gusto exigen la esclavitud, la pobreza y el gobierno de los sátrapas. Y que a pesar de las apariencias ambos líderes (y sobre todo sus “equipos de trabajo”) tenían ideas muy diferentes sobre la conveniencia de permitir que el que sermonea en la catedral lo haga en la alcaldía y con mando en plaza
El resultado es que el calvinismo, con todos sus defectos y caveats, no ha usurpado el poder político ni ha impedido el progreso económico y social en las sociedades que lo practican (que lo haya favorecido es tema de polémica, aunque algunos gusten de considerar a Calvino el santo patrón de los capitalistas), mientras que la teocracia chiita iraní (con sus teólogos haciendo de economistas y de logistas) ha acabado en desastre gubernamental y la ruina del país, demostrando que tal vez sus ulemas sepan mucho de mensajes esotéricos,ángeles y moradas celestiales, pero al mando de una nación son peor que inútiles: son peligrosos, para ellos y para el resto del mundo
(moraleja: mas vale tecnócrata concienzudo en el despacho que iluminado solemne en la presidencia)
Bibliografía (por llamarlo de alguna manera)
What exactly did Jean Calvin (1509–1564) do for Geneva?
Should John Calvin’s Theology Be Decoupled from John Calvin’s Geneva?
¿Quién fue Juan Calvino y qué es el Calvinismo?
Can an Authoritarian Tree Produce Good Fruit? Thinking about John Calvin’s Geneva
Execution of A Child and Adulterers in Calvin's Geneva
¿Por qué ha sobrevivido la república islámica de Irán?
Irán en los últimos 100 años
Caída del Sha de Irán: La rebelión de los ayatolas ¿Islam o guerrilla? :: 17/11/1978
Revolución iraní
Etiquetas: Mandarin Goose
Vanguardias
JON JUARISTI Domingo , 21-02-10
SUPE de la protesta de la Embajada de Israel por la exhibición en ARCO 2010 de las esculturas antisemitas de Eugenio Merino antes de verlas con mis propios ojos. Es obvio que a la Embajada no se le ha dejado otra salida que manifestar su protesta, así como que alguien debería explicar cómo ARCO permite que le cuelen un ninot redomadamente hortera y un chiste visual más viejo que los de Jaimito, porque ninguno de dichos bodrios resulta siquiera original. Ambos están tomados de los tópicos más frecuentados por los humoristas gráficos de la, por supuesto, muy libre y nunca manipulada prensa de los países islámicos, que abastece a los pintamonas neonazis y progres de nuestra civilización crepuscular.
Alguien, en efecto, debería explicarlo, y explicar también por qué no se han retirado todavía las mencionadas esculturas, pero ni se retirarán ni se explicará nada, y lo peor es que la Embajada de Israel se ha visto obligada a participar en un montaje previsto por Merino y sus compinches, pues hay en el ramo un determinado tipo de negociante desaprensivo que ha aprendido a producir y rentabilizar lo que podríamos llamar escándalo marginal o residual. En la edad heroica de las vanguardias, los artistas buscaban ofender a la sociedad burguesa, y muchas veces lo conseguían, si bien, como observó uno de los últimos vanguardistas auténticos, el poeta italiano Edoardo Sanguinetti, se las arreglaban para introducir en sus provocaciones ciertos guiños condescendientes o concesiones subliminales al público filisteo, toda vez que sólo éste podía comprar sus obras. Con el tiempo, la clientela burguesa se aficionó de tal forma a la provocación dosificada que la vanguardia rupturista devino convención dominante y la revolución pasó a ser, nunca mejor dicho, pieza de museo.
A partir de entonces, a los trepas del mercado artístico les ha resultado imposible suscitar verdaderos escándalos sociales, y se han tenido que conformar con sucedáneos administrativos. Las embajadas, en este sentido, dan cierto juego. En la Bienal de Venecia de 2003, Santiago Sierra presentó, como instalación de vanguardia, un muro que impedía el ingreso en pabellón español. Sólo se podía acceder al interior -bastante cutre, dicho sea de paso- a través de una puerta guardada por falsos policías que exigían a los visitantes el pasaporte o el DNI españoles. Se trataba, según Sierra, de una crítica a las políticas de emigración y extranjería del mismo gobierno que le pagaba la gamberrada. El efecto político se vino abajo cuando una turista peruana, residente en España, exigió ser admitida en el recinto apelando al tratado de Schengen. Pero apareció entonces, oportunamente, el embajador de España en Roma, don José Carvajal, al que se le había olvidado la documentación en casa. Los guardias lo sacaron a empellones, el embajador montó el consiguiente pollo, y Sierra salvó la temporada.
El provocador de hoy no asume riesgos. La toma con los indefensos o con los lejanos, y, si acaso, prefabrica algún incidente diplomático de poca monta. Merino se sabe a resguardo de inconvenientes graves mientras se limite a exponer en IFEMA y no trate de repetir la gracia pongamos que en Nueva York, donde cosecharía contundentes y merecidos guantazos. Aquí puede incluso permitirse declarar que ha vendido su basurilla a una judía belga por cuarenta y cinco mil de vellón, porque el personal aprecia esos rasgos complementarios de humor (o sea, mira si serán masoquistas los judíos, que los insultas y te aplauden). En fin, al lado de estos vanguardistas intrépidos, los toreros de salón parecerían samurais.