Cuando escribo estas líneas no está pasando nada especial, o nada especialmente trascendente: aún colea la agresión a Hermann Tertsch, en Cataluña aumenta el independentismo (sí, aumenta) aunque sea a base de charlotadas, Arcadi Espada escribe extrañas cartas en El Mundo que alborotan el gallinero del NJ, la crisis bien, sin novedad, al Espanyol le pitan un penalty inexistente en el Camp Nou que los diarios deportivos catalanes ven clarísimo, a Berlusconi le dan con una reproducción del Duomo en el careto, los cooperantes o excursionistas secuestrados en Mauritania siguen igual (o sea, secuestrados), se estrecha el cerco a los fumadores, van a prohibir los toros en Cataluña (otra vez Cataluña), cumbre sobre el cambio climático… en fin, normalidad absoluta.
Pero mañana será otra cosa, el 22 de diciembre de desatan las pasiones, cunde la alegría, se descorchan botellas de cava barato, la gente salta, berrea, llora, se abraza, se achispa y los informativos son los más coñazos del año. Odio la Lotería de Navidad, no soporto las imágenes de presuntos afortunados que igual lucen una participación de dos euros y salen por la tele, azuzados por intrépidos periodistas, como aficionados de un Segunda B que ha pasado ronda en la Copa del Rey.
Los niños del Colegio de San Ildefonso me dan grima, pobrecillos, su cantinela me pone de los nervios. Ahora lucen paridad y diversidad, por lo que están más o menos al 50% niños y niñas y españoles y extranjeros. Yo pensaba que estos pobres críos eran huérfanos, pero se ve que no, aunque tampoco iba muy desencaminado. El Colegio de San Ildefonso, del cual ya se tienen datos de su existencia en 1553, comenzó como centro de acogida para niños huérfanos, pero hoy el centro es un internado que subvenciona el Ayuntamiento de Madrid, además de un colegio de Primaria y ESO. Los niños cantores no cobran, aunque supongo que algún bocadillo caerá, aunque sea para evitar desvanecimientos que afearían el acto.
Este año hay cambio de sede. Se pasa del recinto de Guzmán el Bueno, en el que se han repartido premios desde
No es tema menor el de los enviados especiales y el público. Parecen los mismos de hace 40 años, es un fenómeno casi paranormal. Me vienen a la cabeza, aunque no tengan nada que ver con la lotería, personajes como Mariano Medina, Daniel Vindel, Alfonso Sánchez… todos ellos fallecidos. Este sorteo me retrotrae irremisiblemente a tiempos pasados.
El toque moderno, que tampoco hacía falta, lo pone el chulesco fulano que chupa cámara todo el día en su administración de La Bruixa d’Or, en el pueblo de Sort. Tipo millonario y con billete para largarse al espacio ida y vuelta, me cae casi tan mal como Ferran Adrià.
Un amigo periodista radiofónico me comentó que un día, durante unos instantes, se alegró de que el teletipo escupiera un papelito anunciando un atentado de ETA. Era un día tranquilo y no había nada para cubrir el programa, el atentado le caía como llovido del cielo. Fue sólo un momento, pero lo entiendo, el inconsciente, que va por delante del consciente, es así de cabrón.
Mañana para mí es un día triste, casi siniestro, el disparo de salida de estas fiestas de felicidad obligatoria y alegría impostada, pero no quiero que ningún atentado, terremoto, accidente aéreo, etc. me salven de
(escrito por barley)
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