Este que aquí ven, de torpe corbata, abultado nudo y cuello de la camisa infantilmente doblado, es –ya lo saben todos ustedes– el sin par Íñigo Urkullu. Las bolsas de los ojos dejan entrever un no sé qué de tristeza, causada probablemente por un permanente estado de ansiedad. Es la dramática consecuencia de llevar semejante apellido. Eso y que, al parecer, la dosis de Bótox le dio solamente para los morritos que, maravillas de la medicina moderna, le quedan a medias entre George Clooney y Mike Jagger. Podría, qué se yo, tratarse de un actor secundario de series para la televisión. O del director de una sucursal mediana del BBVA metido en algún Madoff de andar por casa. Incluso podría pasar por el responsable de comunicación de alguna mediana empresa especializada en exportaciones a países emergentes. Pues nada de eso. Don Íñigo, ya saben, es Presidente del Euzkadi Buru Batzar del P.N.V. O, como él mismo dice en su escasamente comentado blog, Iñigo Urkullu nauzue, Euzko Alderdi Jeltzalearen Euzkadi Buru Batzarraren presidentea. Así es que presidentea. ¡Un cargazo!
Bueno, pues este señor, siguiendo por otra parte una recia, vascamente enraizada tradición de su partido como es la de difundir frases lapidarias (aunque las lápidas las hayan puesto, claro, únicamente los otros), ha dicho que el interés de los partidos que no apoyarán al PNV en la elección de lehendakari es “constituir un frente en un sistema de golpe institucional”. Golpe institucional, Brunete mediática, árboles y nueces… Se ve que, para don Íñigo, el que los parlamentarios vascos del PP y el de UDyP decidan dar su voto a Patxi López en la sesión de investidura es un golpe. Claro. Mejor harían estos votando al Señor Spock. O, como mínimo, absteniéndose. Callados. De manera que el orejas, una vez reinvestido lehendakari, como surgido de entre los muertos, pudiera decirles a todos ellos: noli me tangere. Y Patxi López, con (más) cara de tonto y sólo sus magros 25 votos. Eso sería lo institucionalmente leal, ¿no? Lo contrario es golpista, tejeriano, casi, casi bananero. Sólo le ha faltado a don Íñigo añadir el calificativo español al, según él, recién constituido frente. Se sobrentiende, no obstante, que ése, y no otro, es el adjetivo que más le cuadra. Al fin y al cabo, como es público y notorio, sólo los españoles (¡y más aún los españoles frentistas!) son capaces de golpear con sus votos. Por el contrario, don Íñigo y sus amigos sólo suelen golpear árboles y coger nueces. Vascas costumbres, ya ven.
De forma que advertido queda y advertidos quedamos. Apoyar a Patxi López para desalojar al PNV de Ajuria Enea después de casi treinta años de gobiernos nacionalistas, es golpista. Haber vivido durante los cuatro últimos años de los votos de las nekanes, haber fundamentado su política en la sistemática exclusión del PP y el PSE, haber corregido y aumentado la red clientelar de características mafiosas en la que el Partido (único) ha convertido al País Vasco es, según don Íñigo, democrático, institucional y no frentista. Ya saben: los batasunos, unos demócratas; la gasolina, una institución y Lizarra, una reunión gastronómica.
Bueno, pues este señor, siguiendo por otra parte una recia, vascamente enraizada tradición de su partido como es la de difundir frases lapidarias (aunque las lápidas las hayan puesto, claro, únicamente los otros), ha dicho que el interés de los partidos que no apoyarán al PNV en la elección de lehendakari es “constituir un frente en un sistema de golpe institucional”. Golpe institucional, Brunete mediática, árboles y nueces… Se ve que, para don Íñigo, el que los parlamentarios vascos del PP y el de UDyP decidan dar su voto a Patxi López en la sesión de investidura es un golpe. Claro. Mejor harían estos votando al Señor Spock. O, como mínimo, absteniéndose. Callados. De manera que el orejas, una vez reinvestido lehendakari, como surgido de entre los muertos, pudiera decirles a todos ellos: noli me tangere. Y Patxi López, con (más) cara de tonto y sólo sus magros 25 votos. Eso sería lo institucionalmente leal, ¿no? Lo contrario es golpista, tejeriano, casi, casi bananero. Sólo le ha faltado a don Íñigo añadir el calificativo español al, según él, recién constituido frente. Se sobrentiende, no obstante, que ése, y no otro, es el adjetivo que más le cuadra. Al fin y al cabo, como es público y notorio, sólo los españoles (¡y más aún los españoles frentistas!) son capaces de golpear con sus votos. Por el contrario, don Íñigo y sus amigos sólo suelen golpear árboles y coger nueces. Vascas costumbres, ya ven.
De forma que advertido queda y advertidos quedamos. Apoyar a Patxi López para desalojar al PNV de Ajuria Enea después de casi treinta años de gobiernos nacionalistas, es golpista. Haber vivido durante los cuatro últimos años de los votos de las nekanes, haber fundamentado su política en la sistemática exclusión del PP y el PSE, haber corregido y aumentado la red clientelar de características mafiosas en la que el Partido (único) ha convertido al País Vasco es, según don Íñigo, democrático, institucional y no frentista. Ya saben: los batasunos, unos demócratas; la gasolina, una institución y Lizarra, una reunión gastronómica.
(Escrito por Protactínio)
Etiquetas: Protactínio
Sí, amigo Protac, ya lo dijo Jane Austen: "Urkullu y prejuicio".
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Muchos pensamos alguna vez que los del PNV no eran del todo democráticos. Ahora comprobamos con certo pasmo que nos equivocamos en el pronóstico: parece que ni siquiera pretendieron serlo.