A buscar rosas en su jardín vamos a dedicar estas líneas.
George, era Stefan George, al que Benjamin reseñará no elogiosamente en ocasiones, a pesar de su antigua amistad y que poseía numerosos libros suyos en su biblioteca de Berlín, y no el “querido Stefan” al que Benjamin dedica, como hijo suyo, su autobiográfica ‘Crónica de Berlín’, [Paidós 1995], (reelaborada posteriormente como ‘Infancia en Berlín’), escrita en 1932 en Ibiza donde Benjamin residió temporalmente y donde, con una enorme capacidad creativa, escribió cuentos, siete de los recogidos en 'Historias y relatos’ [Península 1997], otros ensayos y, ya en 1933, un enigmático texto breve (además de su experiencia con Jean Selz y el opio recogida en la curiosa ‘Notas sobre el crock’) que, analizado también por Agamben en su libro, posee algunas claves del mundo femenino de Benjamin que resultan de especial interés. Se trata de ‘Agesilaus Santander’. Texto autobiográfico con referencias cabalísticas, donde trata de su lucha con el ángel y de sus nombres secretos, escrito como regalo a una mujer que conoció en la isla y por la que se sintió profundamente atraído.
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Allí, intentó que algunas buenas amigas lo visitaran, entre las que no consiguió está Gretel Karplus, tampoco Inge Buchholz, que conoció en 1930 y con la que pasó luego buenos ratos en Berlín, incluyendo la lectura en primicia de su cuento ibicenco ‘La cerca de cactus’.
fotógrafa berlinesa, amiga de Benjamin desde los tiempos de Paris (ver suplemento The NYT, El País, 29/01/2009) y que está citada en su ‘Libro de los pasajes’.
También tuvo mucha relación tanto en 1932 como en 1933, con Guyet Selz, mujer de Jean Selz, que fueron sus anfitriones en multitud de ocasiones y con los que compartió hachís y opio.
Pero son dos mujeres las que marcan de manera influyente, respectivamente, sus estancias en la isla.
Al final de la primera, Olga Parem, conocida por Benjamin en casa de F. Hessel en Berlín en 1928, la única de las amigas íntimas que aceptó visitarlo expresamente en Ibiza, rechazó vehementemente su proposición de matrimonio, lo que precipitó su depresión, su salida de la isla y su anuncio de suicidio.
Al final de su segunda estancia, con Benjamin empobrecido y enfermo, apareció en la isla Anna María Blaupot ten Cate, pintora holandesa que se estableció allí y de la que se enamoró perdidamente y que le inspiró su ‘Agesilaus Santander’, pero cada vez más retraído con sus conocidos y desesperado por su situación respecto a Alemania, Benjamín abandona Ibiza para nunca más volver.
En efecto, el testamento contiene un apartado muy relacionado con ese mundo femenino de Benjamin, aparte de lo relativo a la donación de su biblioteca, sus documentos y obras de arte. Se trata de la descripción de regalos especiales que lega a diferentes mujeres por las que ha sentido y siente atracción.
Éstas son cinco, dos amores declarados, dos no declarados formalmente y una incógnita:
Elisabeth Hauptmann, escritora que colaboró con B. Brecht y con la mantuvo habitualmente correspondencia y sobre la que manifestó mucha preocupación, a través de terceros, hasta que ella pudo abandonar Alemania en época nazi.
Asja (ó Asia) Lacis, militante comunista, amante que conoció en 1924 en Capri y siguió a Moscú aún cuando ya vivía con otro, inspiradora de su obra (Para Asia Lacis, que, como ingeniero, abrió en mi corazón esta calle de dirección única: Einbahnstrasse. 1928) y que sufrió purgas estalinistas.
Jula Radt-Cohn, amante que conoció en Niza, es a una de las que anuncia por carta su no consumado suicidio, le había dedicado ya alguno de sus textos y mantienen correspondencia posteriormente al matrimonio de ella con Fritz Radt, cuya hermana Grete fue a su vez la esposa del hermano de Jula, Alfred Cohn, buen amigo de Benjamin (al que lega una alfombra).
Gert Wissing, esposa de su primo, amaba su compañía, está muy presente, oníricamente, en las experiencias terapéuticas de Benjamin con el hachís y le dona expresamente el secreter de su estudio.
Gretel (Margarete) Karplus (a la que llama Felizitas en sus cartas), filósofa, futura mujer de Theodor Wiesengrud Adorno y muy buena amiga de Benjamin, que tuvo relación con la Lacis y su hija. Le proporcionó en muchas ocasiones dinero y por mediación suya se salvó la biblioteca berlinesa de Benjamin. Fue una confidente con la que intercambia numerosa correspondencia en una relación muy especial y muy personal (llega a considerar a Benjamin, frente a Adorno, como su niño adoptado, “el niño que nunca había tenido”).
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