Hoy en Época
LA PRIMOGENITURA Y LAS LENTEJAS
La democracia española ha sido desde el principio bastante coja. Algunos lo achacan a su procedencia franquista, pero si observamos los hechos con imparcialidad vemos que casi todas las amenazas a la libertad y a la estabilidad del sistema provienen, precisamente, de los antifranquistas, cuyo odio es tan persistente que se mantiene tal cual a los treinta y tres años de la muerte de Franco. ¡Qué digo tal cual! Se realimenta y se hincha constantemente, pues la inmensa mayoría de los antifranquistas actuales colaboraba y trepaba en aquel régimen, o no movía un dedo contra él o, simplemente, no había nacido aún. De esos peculiares antifranquistas ha surgido el ataque a la independencia judicial ("el entierro de Montesquieu" preconizado por Mienmano), el expolio de Rumasa, digno de un país bananero, las grandes oleadas de corrupción, el terrorismo de gobierno, el terrorismo etarra y la colaboración de los separatismos con él, la persecución al español común y la continua ofensa a España en varias regiones, y tantas otras plagas que nuestra democracia ha venido afrontando mal que bien, cada vez más mal que bien.
Hubo en el período de Aznar una esperanza de regeneración: la corrupción descendió notablemente, el terrorismo fue afrontado con éxito y con la ley en la mano, empezó, muy al final, a ponerse coto a los separatistas, etc. Pero hoy sabemos que esa mejoría estaba destinada a truncarse aun si hubiera ganado el PP las elecciones de 2004, debido al nombramiento de un personaje de tan bajo perfil como Rajoy y al poder de su camarilla. Este hombre y su grupo han demostrado carecer de otras convicciones que el ansia de poder, y hasta en la oposición han claudicado en todos los extremos, tratando de hacerse los simpáticos a los colaboradores del terrorismo y a los separatistas; y de demostrar que son tan "progresistas" como ellos, si no más. Su penúltima fechoría ha consistido en unirse al ataque a fondo a la independencia del poder judicial, repartiéndoselo con el PSOE: nuevo triunfo de Mienmano y nuevo y gravísimo retroceso de una democracia en plena involución.
Como se recordará, los desmanes de los antifranquistas del PSOE en la época de Felipe González fueron cortados gracias a la acción, minoritaria pero enérgica, de algunos periodistas y medios informativos, que movilizó a una gran parte de la ciudadanía en torno a un PP por entonces bastante combativo. Nada de eso ha vuelto a suceder desde la matanza del 11-m, pese a que los ataques a la democracia por parte del actual gobierno son bastante peores que los de Felipe González. La inmensa mayoría de los medios está en manos de la izquierda progresista o pro separatista, y carece de la más mínima conciencia ciudadana, dedicándose masivamente a practicar el periodismo basura. La denuncia de tal situación es hoy dispersa, a menudo inconsecuente y descoordinada, y sostenida por unos medios afortunadamente en expansión, pero todavía muy minoritarios.
Ello no ha impedido masivas protestas ciudadanas contra el proceso de involución política y colaboración con el terrorismo secesionista. Pero ese movimiento se ha encontrado con un PP resuelto, no ya a aprovecharlo, sino a desviarlo y diluirlo, como efectivamente ha ocurrido, al menos por el momento. Millones de personas han votado a Rajoy creyendo que lo hacían a Aznar, enorme error.
La consecuencia ha sido una mayoría ciudadana inconsciente, sin apenas interés por sus propios derechos y libertades, siempre que pueda disfrutar de algunos bienes económicos, de "su cerveza con gambas". Una ciudadanía poco digna del nombre, dispuesta a perder su derecho de primogenitura a cambio de un plato de lentejas, por seguir el relato bíblico. Ahora que la crisis económica amenaza también sus gambas quizá reaccione. Pero si lo hace por ese motivo, nada habremos avanzado. El problema persistirá y quizá se agrave.
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