Idem:
En Época
LOS CÓMPLICES DE LA ETA
Pío Moa
En un programa de Sánchez Dragó tuve ocasión de discutir con Fernando Jáuregui, autor de una disparatada Crónica del antifranquismo en la que los comunistas eran los demócratas. Comentaba Fernando que la oposición antifranquista había errado al apoyar a la ETA, por no entender la verdadera condición de ese grupo terrorista. "Ningún error –le contesté–: la ETA recibió ese apoyo en cuanto empezó a asesinar, no antes, y precisamente porque asesinaba". Debía haber añadido: "Y por su carácter separatista. La consigna era apoyar a los patriotas vascos". Ningún equívoco, por tanto.
Así fue la oposición antifranquista, sobre la que tanto habrá que hablar. Los "patriotas vascos" suscitaban admiración precisamente porque hacían lo que el resto de la oposición habría deseado hacer, pero no se atrevía. Solo hay que ver los colores radicalmente sombríos con que pintaba al franquismo, justificación implícita o explícita de cualquier acción violenta contra él. Pero la oposición, en lo fundamental los comunistas (ayudados a su vez por quienes giraban en torno a ellos en montajes tipo CCOO, Sindicato Democrático, Asamblea de Cataluña, Pacto para las Libertades, etc.), había intentado antaño los mismos métodos de la ETA, mediante el maquis y había sufrido una completa derrota.
La experiencia del maquis tiene pleno interés actual porque desde hace unos años, como respondiendo a una batuta oculta, presenciamos una campaña para enaltecer a sus protagonistas como luchadores por la libertad. De pronto empezaron a salir decenas de libros, miles de artículos, comentarios y declaraciones, congresos universitarios, intervenciones televisivas, "investigaciones" subvencionadas, actuaciones en las Cortes y, finalmente, el reconocimiento oficial de mártires de la democracia por la Ley de la Falsificación Histórica: la típica campaña, ya vista en los casos de las Brigadas Internacionales, el 18 de julio, Azaña y otras más. Pero en realidad el maquis fue un intento dirigido por los comunistas, de reiniciar la guerra civil: a los jefes del siempre democrático PCE les pareció que esta vez podrían ganarla, dadas las inmejorables condiciones al terminar la guerra mundial, como he expuesto en Años de hierro. El maquis fue una ETA de envergadura mucho mayor, que terminó en total fracaso. Lo señalo porque su glorificación –glorificación implícita de la guerra civil– demuestra que nuestra izquierda, por desgracia, ni se ha democratizado ni se ha civilizado, pese a su abandono del marxismo. La glorificación del maquis por el actual gobierno rojo es también la glorificación de la ETA, y la ley mencionada así lo establece.
No hubo, pues, error alguno de la oposición antifranquista con respecto a la ETA, como no lo ha habido en el "proceso de paz", nombre grotesco para un programa de asalto conjunto etarra-gubernamental a la Constitución. Estos apoyos, simpatías y maniobras políticas nacen de una afinidad profunda, como ya señalé en otro artículo, y solo pueden entenderse a partir de ella. La cual no impide, claro, riñas entre los socios, como las afinidades entre los partidos del Frente Popular no impidieron los asesinatos a mansalva y dos guerras civiles entre ellos.
Pero no solo la oposición antifranquista respaldó a la ETA en cuanto empezó a practicar el tiro en la nuca. También lo hicieron gran parte del clero vasco y no vasco, de la prensa –sí, en el franquismo– y, sobre todo, algunos gobiernos extranjeros, el francés ante todo, que brindó a los pistoleros refugio seguro y justificaciones. Nunca unos cuantos asesinatos rindieron tanta renta política a sus autores. Desde la transición, ya con cientos de muertes, la complicidad con la ETA tomó la forma de la "solución política", las concesiones a los pistoleros a costa del estado de derecho. Para que luego digan que el crimen no paga: difícilmente podía pagar más, en este caso.
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