No hace tanto tiempo, les conté de la Skull & Bones. En aquel momento, no tenía ninguna intención de insistir en el asunto. Segundas partes nunca, etcétera.
Pero apenas unos días después, los diarios trajeron la noticia de que Chávez quería realizar una autopsia a Simón Bolívar. La noticia me atrajo, al menos, por las siguientes razones: las tres o cuatro veces que he visitado su aldea de origen, que me permito vivamente recomendarles, y la insinuación de que los colombianos podrían haber hecho cualquier cosa con los restos del Libertador.
La verdad es que de la muerte de éste sabía bastante poco, apenas que había fallecido en Santa Marta, que como todos saben no tiene tranvía, pero esa ignorancia me sirvió para corroborar que, si ayer decíamos “todo está en los libros”, hoy la cosa es aun mucho más fácil.
No fue difícil comprobar que la autopsia que pide Chávez será como mínimo la segunda, tampoco que, aun no siendo médico, la que en su día se hizo parece suficientemente prolija o exhaustiva como para sospechar nada raro.
La insinuación sobre la posible pérdida de la calavera me sedujo más y me hizo profundizar en lo que antes apenas había rozado.
Sin embargo, no encontré al bueno de Bolívar. A la sociedad secreta se le adjudican las cabezas de Jerónimo, Pancho Villa, Gaitán, Torrijos e incluso Patrice Lumumba, pero Bolívar no aparece, todavía.
De tales atribuciones, sólo la primera parece tener algún sentido. Parece cierto, al menos, que Prescott Bush (el abuelo) saqueó, en compañía de otros, algún cementerio chiricaua. Hoy es el día en que el nieto del jefe todavía reclama la devolución.
El resto, sin embargo no pasan de ser meras fantasías: es fácil comprobar que en el caso de Gaitán lo que se dice es que Uribe querría regalar la calavera a Bush y que los restos de Lumumba fueron deshechos por el ácido.
Pero a falta de Bolívar, lo que sí encontré fue un caudal de información, o desinformación, abrumador. De la Skull and Bones se ha hablado tanto que lo de sociedad secreta parece una broma de niños: élite que concentra el auténtico poder en los USA, favorecedores del narcotráfico, aliados de los nazis, emparentados con los illuminatti, secta satanista y, por supuesto, galería de todo tipo de ritos masónicos, para los que, al parecer, utilizan aquellas calaveras. Valga por tanta barbaridad un ejemplo particularmente insólito.
Finalmente, aparecieron los templarios. Aquí estuve a punto de plantarme, porque un servidor leyó “El péndulo de Foucault” e hizo una promesa, pero aún tuve valor para ir un poco más allá, justo lo suficiente para encontrarme con el bueno de Aznar.
Intenten ustedes imaginarse a Don José María, calavera de Jerónimo en ristre, paseando entre lóbregas tumbas. Sin descojonarse (con perdón), quiero decir.
Lo más chocante, sin embargo, fue darme de bruces con una relación excelente de la lista de miembros de la secretísima organización, tan extensa que podríamos decir que está hasta el último mohicano, o al menos un Fenymore Cooper.
Les animo a que no vacilen en acudir a los buscadores: escriban skull and bones y a continuación introduzcan el nombre de cualquiera que haya pasado por líder revolucionario; un apartado especial puede hacerse respecto a las manos: yo he podido encontrar las de Perón y las del Ché Guevara. Fíjense que sobre estas últimas, ya desprovistas del rólex, existe hasta una película, siendo la tesis más plausible que he encontrado la de que fueron enviadas a Cuba, pero todo vale para el convento. No he podido hallar las de Víctor Jara, pero estamos en ello.
Una de las acusaciones que más me ha llamado la atención es la de que recurren a la magia negra para sus fines políticos, más que nada porque en esto, al menos, acusación y defensa parecen recurrir a idénticos medios.
Fíjense que al parecer se extiende por América la ¿idea? de que Chávez es la reencarnación de Bolívar. La cosa tiene su aquél y desde luego su fundamento: parece ser que las más reputadas médium se lamentan de que hace ya tiempo que no pueden establecer contacto con Don Simón ( o su espíritu) y la conclusión es evidente: el hombre se ha reencarnado y por eso comunica.
Tomárselo a broma resulta inevitable, pero hay analistas que lo ven como algo muy serio: un mesiánico en el poder puede hacerlo todo, porque tiene un mandato del más allá, advierten. Y no faltan quienes aseguran que la intención última de Don Hugo al reabrir el sarcófago del héroe americano no es sino remover sus huesos, alentado por no sé que especie de sacerdotes o santeros cubanos que dicen lo asesoran, para que la idea de la reencarnación se haga fuerte entre sus fieles.
Así que ya lo ven, entre la Skull y Chávez no hay tantas diferencias.
Pobre Bolívar, un tipo tenido en su época por ilustrado y admirador de Napoleón. Claro que no falta quien dice que fue masón…
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