X En clase, con las chicas – fetele. Soy como un juguete para ellas. Hombre extranjero, bien plantado, dispuesto siempre a la broma con intención. También la profesora Balacescu participa en las chanzas. Francisca, Simina, Adina... Sofisticadas, suficientes y adultas, con un punto adolescente de perversa feminidad que me encanta. Me miman, me pinchan, hablan rápido y bajito entre ellas y estallan en risitas nerviosas llenas de picardía. Y yo, liberado de vergüenzas en un idioma que me es ajeno, disfruto como un niño en este imponente matriarcado.
X A las ocho y media, cuando todavía estaba el señor Bromaru, ha llamado. Estaba en el locutorio, y me ha gustado imaginarla cruzando por delante de la farola, con el pueblo vacío, oscuro y cubierto por un espeso manto de niebla. Dice que se va con las chicas a comprar ropa a Castellón, que le duele la cabeza y que mañana tiene tres exámenes. Dice que Ramona se ha sacado el carnet de conducir, pero que va tan despacio como con la bicicleta. Yo pienso en el esfuerzo de esa rumana vulgar y siento un orgullo enorme de formar parte de alguna forma de la epopeya deslucida de tantos rumanos como ella. La llamada me llena de alegría, una vez más.
15 de abril
X En Azuga. Razvan, Raluca, Mihaela, Elena, Andi, Adi, Liviu y Marina. En el tren me incomoda Mihaela, moldava de Chisinau. Me gusta su insolencia descarada, me parece divertidísima, pero no estoy a gusto ante su euforia frívola y exagerada y no consigo disimularlo.. Una vez en Azuga pizza, cerveza, un paseo por el monte y barbacoa, ya por la tarde. Razvan y Adi lo hacen todo. Buscan la leña, encienden el fuego, asan los mici. Yo ayudo por vergüenza, y el resto mira. Se nos hace de noche comiendo junto al río. Hace frío, pero nos calentamos con el fuego. Paisaje precioso, idílico. Jóvenes, crepúsculo, un río, montañas y la barbacoa. Estamos cansados y no salimos por la noche. Hoy hemos limpiado la casa, y ante el mal tiempo y las prisas de Raluca, Mihaela y Adi hemos decidido regresar a Bucarest con el Personal de la una y media. Tarda tres horas en llegar, pero algunos no tienen dinero para pagarse el Rápido. Viaje entretenido, hablando muy a gusto con Mihaela. Fresca, viva, divertidísima. Hace fotos a mujeres vestidas de pin-ups para un multimillonario judío de origen rumano establecido en Estados Unidos. Qué impresionante trabajo! Habla moldavo y me recuerda a Corina. Habla de Stefan, su novio desde hace cuatro años. O un calavera como ella o un bendito sufridor, pienso. En la estación de Ploiesti nos espera Cristi, bien vestido y contento como siempre. Le doy las llaves y hablamos unos minutos, hasta que el tren se pone en marcha. Parece un hombre pleno, realizado. Un personaje de Sorolla.
19 de abril
X Mañana en Snagov, después de jugar a dardos con Vlad y Virus hasta la noche. Un sol magnífico. Conversación agradabilísima con Elena asomados al balcón. Saru’mana, beso su mano, le dicen los jóvenes del pueblo que pasan por delante de la casa. El cartero reparte en bicicleta. Viene Adriana, espléndida en su madurez, rubia teñida, con los ojos maquillados y la piel ya arrugada y roja, llena de vida. Comida abundante y gran aburrimiento. A las seis llego a casa. Veo los blogs y duermo. Ahora llama Adrian. Iremos a ver el fútbol al Casino de la Victoria.
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