-Me parece muy interesante y sustancioso el referido a Khalafallha…
-Escrito por nuestro bardo exclusivo entre oda y oda a la fresa…
-Qué raros sois los de ese blog… fresas en Noviembre… como no sean en mermelada… No tenía referencias del caballero, aunque sí de que una y otra vez aparecen voces críticas con el Islam desde dentro (críticas en un sentido muy laxo, porque en general son de un suavecito chocante para el revuelo que se monta). Sobre la tesis que puso a la Universidad en pie de guerra y pidiendo la cabeza del escritor, la escolástica medieval tal vez hubiera encajado el asunto con el argumento de la naturaleza superlativa de lo bello y lo bueno que es Dios, y que si tales fórmulas literarias eran hermosas y ya conocidas lo eran por haber emanado de la Naturaleza Divina, pero no tengo muy seguro que los teólogos musulmanes aprecien el jugueteo con los conceptos de emanaciones del Pleroma gnóstico (curiosamente originado como corriente por la zona de Egipto, qué útero fecundo de religiones), pues enseguida salen por medio la Sophia y el Demiurgo a ponerles de los nervios, y eso si que no, que bastante tienen los ortodoxos musulmanes con los sufíes para encima meterse en semejantes jardines.
-Jardines floridos como los que tu misma te estás metiendo, que de teología reconoce francamente que tocas de oído y con sonotone desafinado.
-“Oh Señor, aunque venenosa
sea la flor azul
Es de Tu jardín,
Y aunque 'Abdullah sea un pecador,
Es de Tu pueblo”.
Ya sabes que la mística implica una iluminación del alma que no necesita de la elaboración intelectual, así que confío en que la verdad surja de mi boca que parlotea como la de un loco de Dios disparatado y Bergamintano.
-Te dije que lo de la Pizza Mística no tenía nada que ver con hacer mandalas con los ingredientes. ¿Qué puedes añadir a lo del enlace que facilitó Neguev envuelto en una sevilleta hace pocos días?
-Fresas, servilletas… Para entenderos hay que usar una máquina Enigma y muchas sobremesas. El enlace es excelente: la transcripción del debate es un ejemplo de cómo está desarrollándose el gran debate de la modernidad en el mundo islámico (ya lo sé, es una frase repelente y cursi…) entre los que quieren quitarle la herrumbre y la roña acumulados y los que en el fondo están convencidos que si se hace eso todo el armazón se vendrá abajo, mantenido en pie el tinglado por el óxido de la forma exterior. Para ello, los neotradicionalistas (arrea con el neologismo, ¿eso es un oximorón o una barbaridad a palo seco?) no dudan en inventar datos aterrorizantes sobre las consecuencias ecológicas que perdurarán billones de años (ni que hubieran leído a San AlGorero) o retorcer los datos y torturarlos hasta que demuestren lo contrario de lo que se aprecia (¿Interpretación estadística o versioneado marxista de la historia?). En cuanto al párrafo que habla de Afganistán como un puñado de criminales y fuera de la ley que en sus propios países serían condenados a cárcel como mínimo, lo suscribo sin dudar. Realmente, parece a mis ojos que los más peligrosos psicópatas han conseguido hacerse con el poder, y sus taras mentales se han contagiado al resto de la población. Lo de la matanza y genocidio que están llevando a cabo sobre las mujeres estas bestias asesinas ya lo he comentado otras veces y va en aumento. Repito tambien que donde están los nuncamaiseros, los noalaguerra, los defensores de la mujer que callan y miran hacia otro lado porque las mujeres afganas no les parecen motivo de interés. Comme d’habitude, son las mujeres las que mas sufren en cualquier situación de crisis, y comme d’habitude hay heroínas y mártires que hacen que en medio del espanto merezca la pena salvar el mundo por sus justos. Mujeres que enseñaban a leer y a escribir a otras mujeres entre susurros para evitar que las oyeran los talibanes, como Shamira, que tal vez ya haya sido ahorcada sin que nadie diga nada. El horror, el horror… alimentado y subvencionado por los tres países que apoyan a los asesinos, es decir, Arabia Saudí, Emiratos Arabes y Pakistán. Así lo explica Orzala Ashraf, y debe de saberlo porque ella es de esas mujeres que susurran. Y lo escribe negro sobre blanco quien tiene la posibilidad, una vez analizado el tema sobre el terreno. El hipócrita puritanismo wahabita paga las facturas de los asesinos de mujeres, pero como tambien lo hace de los aviones que compra a Occidente recibe un trato de favor y se permite arrugar el morro cuando se le habla de derechos humanos.
-¿Ha mejorado en algo la situación de la mujer en Afganistán? Se supone que los talibanes eran la causa principal de su situación, y ahora no mandan, gracias a Dios.
-La situación de la mujer no era precisamente una maravilla antes de la invasión rusa, pero al menos se permitía el acceso de las mujeres al trabajo y la educación. Durante la guerra sufrieron igual que el reto de la población el suspenso de su vida normal, fuera esta la que fuera. Con los talibanes, lo poco que podían tener en derechos y posibilidades (aunque fuera restringidos a un núcleo de clase alta y urbana) se volatilizó. Ahora tienen que volver a ponerse a la faena de recuperar el espacio perdido, y el pozo desde el que salen es muy profundo. A la vista de los datos, no está muy claro que los actuales gobernantes hayan cambiado la política social de sus antecesores aunque reclamen lo contrario. El actual gobierno afgano no es precisamente un Arcontado de almas benditas, en general la situación es mala para todos los grupos sociales y no queda claro quiénes son los malos y quiénes los peores (porque buenos, ninguno hay). Oh, sí, aquí se ponen estupendos los de Amnistia Internacional contra la OTAN por las torturas que se han denunciado sobre prisioneros… llevadas a cabo por los servicios de Inteligencia afganos. Es más cómodo protestar ante un educado militar europeo en una rueda de prensa en Bruselas que asomar las narices delante de un barbudo en Kabul.
-Háblanos de Afaganistan, oh aprendiz de Clío, pero por favor no nos cantes nada ni nos tortures con tu música, asesina pero no escribas versos, envenena pero no bailes, incendia pero no toques la dhamboura.
-Más que pulsar las cuerdas seguramente acabaría rompiéndote la cítara en la cabeza… Afaganistán podría ser el país de Jano, ya que nada parece más dispar que sus dos ámbitos sociogeográficos. Mientras en las zonas de los valles y las riberas fértiles se desarrollaba una y otra vez durante la Historia una sociedad comerciante, sofisticada y más o menos afable, en las montañas se vivía del bandolerismo en la Ruta de la Seda y el Paso del Khyber. Los montañeros viven en zonas asiladas, con fuerte endogamia social y cultural, y basando sus recursos en el contrabando de esclavos (de su propia tribu si no pillaban de la ajena) y opio, así como en la rapiña que de forma habitual ejercen sobre las zonas más ricas. Los del llano, en represalia, les acosan de forma recurrente hasta sus madrigueras, donde los saqueadores hacen fuertes en zonas más agrestes, y se mantienen enriscados una temporada. Así ha sido desde que los afganos eran budistas (muy píos ellos) y aun antes zoroastristas (para eso era de la tierra, qué menos) y chamanistas (también fervorosísimos).
En todo este tiempo la principal diversión de los afganos ha sido pelearse, entre ellos o con los de fuera, generalmente a cuenta de las tres zetas fundamentales que son los pilares de la vida en los poblados: Zar, Zan y Zamin (oro, mujeres y tierra). Muy honorable todo, sí, matando con estilo, un feudo contra otro en lo que el oficial británico Curtis, allá por los años 30, llama “the Tweedledums and Tweedledees of tribal life“. Porque si alguien se ha partido la cara a y conoce a fondo a los afganos son los ingleses, que en sus épocas imperiales intentaron establecer sus asientos por la zona y acabaron dejándolos como almohadilla entre ellos y el oso ruso. A pesar de que por entonces ya circulaba el mito del noble tribal, los ingleses no dejaron de ver a los afganos como a bestiajos con espingardas, crueles y sedientos de sangre cuando estaban en posición de fuerza, cobardes hipócritas si no conseguían la superioridad. “Cuando lo británicos intentaron subyugar a los afganos, se sorprendieron al encontrar hombres tan bravos y brutales como no habían hallado antes, y tan resistentes como la ásperas montañas en las que vivían”: buena cita, que cambiando a los hijos de Albión por las tropas macedónicas podría haber servido para lo que encontró Alejandro Magno cuando estuvo por allí buscando el paso a la India.
Por esos caminos de cabras han pasado mucha gente, y por más que los afganos hagan versos con rima de sus hazañas guerreras la verdad es que casi todos le han dado con ganas. Aparte de los macedonios, que de paso dejaron una buena reserva genética en la zona, les han sacudido las chaquetas los escitas, los persas de Ciro el Grande, los hunos, los mogoles (que se la cobraron tan caras que no sólo todos los habitantes de Bamyan fueron masacrados, sino que hasta los animales domésticos y los salvajes cayeron aniquilados), los hindues desde antes de la confederación Maharata (con estos empataron algun round), y con especial entusiasmo los Sijs, que bajo el reinado de Ranjit Singh les entraron hasta la cocina en Cachemira y el valle de Peshawar, quedándose bien establecidos en las agradables y ricas llanuras y manteniendo a los insurrectos en las montañas cual si fueran talmente carneros de Marco Polo. Los ingleses, cuando aparecen, casi tienen que pedir la vez para arrearse de guantazos con los pastunes. Que les machacaron sin piedad siempre que tuvieron oportunidad: uno de los momentos mas terribles fue el paso del Khyber en la retirada de enero de 1842. Aquí no se libraron ni las mujeres ni los niños de ser aniquilados al traicionar los afganos el pacto de no agresión.
Los mangoneos, guerras, enfrentamientos y maniobras de los ingleses en tira y afloja con Rusia a cuenta del Gran Juego dicen mucho de la chapucería de los políticos ingleses. Ni siquiera la experiencia y los consejos de Lawrence de Arabia pudieron hacer funcionar las oxidadas neuronas de los mentecatos que pretendían planificar una estrategia militar en los altos del Pamir como si fuera un juego de cricket en los Banks de Cambridge, usando como mazos a los Sijs, los afganos y a quien por alli pasara de camino a ninguna parte.
Aun así, los pocos aventureros y exploradores e ingleses que por allí se pateaban el terreno, como Charles Masson, intentaron enseñar y ayudar todo lo que pudieron, conmovidos por la miseria de sus gentes, lo que por cierto no entraba en los objetivos de los equivalentes yanquis como Josiah Harlan: estos, a la que podían, los engañaban, robaban y corrompían sin ningún reparo.
-Caramba, no me compares a Daniel Dravot con uno de esos cuatreros de saldo que andan dando tumbos por el filo de la navaja, hasta ahí podíamos llegar… Por mucho que le inspirara el americano, seguro que tuvo más peso la historia de Brooke a la hora de mandar a su personaje a corretear por el Kafiristán. Kipling es ante todo un brit con pedigree.
-Pues a pesar de que los ingleses tuvieron su ración cumplida de guerra a la muyaidina, con su yihad y todo proclamada para levantar al pueblo frente al invasor, y la abundante literatura al efecto, cuando los rusos se deciden a “echar una manita –al cuello- a sus colegas afganos”, entran con mucho garbo y desfiles glorificante y acaban estrellándose con los harapientos aborígenes. Repiten los errores de los ingleses con entusiasmo, los mismos que inaguró Craso y su legión perdida en el otro extremo del imperio Parto. No sé para qué estudian en las academias militares si no aprenden de la Historia. Igual que los ingleses (y que los hunos, y que los sijs, y que los hindúes...) se encuentran con que tribus de zonas limítrofes cruzan las fronteras con alegría para echar unos tiritos, ‘just for the fun of it’, que los tratados no se respetan, que allí no existe el equivalente a "civil", que la matanza y el pillaje son lo normal en los choques. Expertos en guerrillas, conocedores de su terreno, correosos como el cuero de sus monturas, los afganos, ayudados por asesores americanos que se dedican a meter el dedo en el ojo de los soviéticos mediante intermediario, consiguen que los rusos acaben tirando la toalla. Tras el abandono soviético, los afganos vuelven a sus patrones tradicionales de lucha entre ellos, pero esta vez con armas mucho mas mortíferas, capacitados para matarse a gran escala y sin complejos (si es que alguna vez los tuvieron), convirtiendo Afaganistan en una zona de guerra sin ley, impenetrable e incontrolable. y si se aburren de matarse entre ellos, no hay problema, se buscan una excusa externa. Si no es el intento de invasión y corrupción religiosa con extrañas herejías (como las que diseñó el mogol Akbar el Grande en el siglo XIV), se levantarán a pelearse en defensa de sus correligionarios, a los cuales si pudieran les cortarían el cuello y robarían hasta los empaste de oro si nadie mirara en ese momento.
-¿Que difrencia hay entre talibales y mujaidines?
-Repartamos a cada uno en su categoría, que la organización es el primer paso de la ciencia. Primero distinguiremos a los estudiantes de religión. Estos son objeto de numerosas reformas, pero en general han sido bastante tranquilos (dentro de lo que un afgano pueda estar sin liarse a tiros con su vecino). Los estudiantes, por razones de lógica capacidad física y vulnerables psicológicamente a la atracción de los menajes de los líderes de cualquier discurso, fueron reclutados en la Guerra Fría como soldados de a pie, tropas sin más preparación que la necesaria para cargar y disparar. Otros fueron enviados por sus propios maestros religiosos para ser “acondicionados” como tropas de choque, como leemos en el relato-testimonio que recoge Bourdeax en este artículo, merecedor de una lectura atentísima. Estos estudiantes con armas en la mano se transformaron en la segunda categoría, la de los Mujahidines. Tradicionalmente, se les llama así a los luchadores contra los invasores (los que toquen en ese turno), y están rodeados aun ahora de un aura romántica de luchadores por la libertad con mucho flu. Si en su momento pelearon contra un invasor soviético que se jactaba de procurar erradicar cualquier manifestación religiosa o pensamientos alternativos (fueran los que fueran), ahora llevan tal mezcolanza en su cabeza que es dudoso saber si distinguen rusos de americanos, convencidos de que existe un Gran Plan de la Gran Conspiración para erradicar el islam del mundo y conseguir que sus fieles caigan en pecado y se condenen.
Otra categoría es la que aparece cuando los luchadores, o más bien quienes los mueven, deciden poner bajo control absoluto a las regiones controladas militarmente con fines económicos y políticos. Claro que no hace falta mucho para que los ministros de cualquier religión, sea la que sea, decidan que van a organizar la vida de los que están a su cargo hasta el último minuto, que para eso ellos hablan con Dios con línea directa. Aparecen así los talibanes, que no sólo luchan contra el enemigo exterior sino sobre todo contra el interior, es decir, los mismos a los cuales iban a proteger. De la sartén a las brasas. Los mujahidine que no entran en el juego, casi todos por considerar que sus negocietes particulares como señores del opio en sus pueblecitos no admiten socios con ideas supranaturales, se revuelven contra los mandones talibanes, y para ello ambos bandos pelean todo lo sucio que pueden. Unos y otros se dedican al reclutamiento fozoso de jóvenes y niños en las escuelas coránicas y los campamentos de refugiados.
-No es que haga falta mucho para que los más rabiosos de estos grupos decidan reunirse con ellos, mayormente vistas las perspectivas que les rodean. De estos pucheros lo raro es que no salgan todos enloquecidos dispuestos a hacer estallar el mundo en pedacitos. Si es que les quedan miembros para andar o sostener un arma: Afganistán sigue siendo uno de los países que oculta mas minas personales esperando a llevarse por los aires cabra, tractor, paseante o lo que sea que la roce.
-Los talibanes siguen siendo uno de los movimientos islamistas principales surgidos como respuesta a la desintegración de la nación-estado de Afganistán. Aparecieron como la alternativa a la secularización de corte occidental y a otros movimientos islamistas urbanos, incapaces ambas tendencias de construir una nueva sociedad civil tras la retirada de las fuerzas soviéticas en los 80, que dejó una situación de caos general que llega a su máximo desorden en los 90, especialmente después de que “los americanos hayan dado la espalda a las ruinas de Afganistán” (primero lloran porque no le dejan solos y luego porque lo hacen, vaya plan). Los talibanes imponen un régimen de terror, represión y miseria como no ha habido otro. Han masacrado a todos los pueblos y grupos sociales que mostraban alguna diferencia con “su” concepto de Islam, inclyendo a los pueblos budistas e hinduístas que aún sobrevivían en esas tierras y a los heredros de las tropas de Alejandro magno que se agarran a sus valles con uñas y dientes (y mucha mala leche).
La cuarta categoría son los yihaidistas, extranjeros que tras su paso por Afganistan como combatientes vuelven a sus casas dispuestos a seguir pegando tiros. Los líderes y gran parte de los enrolados son personas de clase media, seglares educados en ambiente no necesariamente piadosos. Estos iluminados con reloj de oro y zapatos italianos que se apuntan a salvar a la Humanidad de sus pecados suelen organizarse en grupos que dirigen ejércitos privados, recogen donativos que más parecen chantajes y se dedican con regocijo a actividades militantes y terroristas. Puritanos que todo lo justifican por el Deus lo Volt traducido en algarabía, y que se permiten incluso paradojas como apoyar a los chechenos… pero manteniéndolos a distancia, no sea que les peguen los piojos.
-Para acabar danos algo de belleza en la cual descansar nuestros ojos. Eso, o deja que acabemos con las botellas del embriagador néctar que alivia el dolor de ser mortal.
-Te diré que a pesar de todo lo que he contado de los cerriles afganos, también han tenido civilización y refinamiento asombrosos, y gente capaz de defenderlos de los invasores que los buscaban y aún de sus compatriotas destructores. Brindemos por el director del museo que salvó estas maravillas y pidamos para el buen hombre un homenaje grandioso como su hazaña merece. Brindemos por los que siguen invitando a los extranjeros para que conozcan su belleza y su historia, y brindemos (un tanto aturdidos en este punto) por un país en el cual podríamos creernos viajeros antiguos de zurrón y cayado…
-… Si no fuera por los tipos malencarados que te apuntan con armas automáticas, los avisos de no salir fuera de las rutas protegidas por el ejército omnipresente, los restos de tanques y armas pesadas… Y eso que el gobierno está empeñado en sacar adelante un desarrollo turístico y vendernos eso de que es el país más hospitalario del mundo. Será por todos lo que han pasado por allí, pero no termino de ver a Genghis Khan de ejemplo de turista precursor.
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