Conste que soy de los que rinden culto a Churchill. Aquel gordinflón inglés era un tipo extraordinario y algo del viejo aristócrata sajón se adivina en el ambicioso hidalgo húngaro. Sarkozy y Churchill (según puedo atreverme a asegurar una vez leída la biografía de Jenkins) comparten una característica: la megalomanía, un increíble desarrollo del ego que les ha conducido (a Churchill sí, a Sarkozy lo creo muy probable) a gobernar las dos cancillerías más importantes de la historia costara lo que costase. Reconozco ser más de De Gaulle que de Churchill, pero los ingleses ganaron una guerra, y los franceses simplemente la administraron.
Sarkozy promete revolucionar la situación en Francia, y tal vez se acerque. Ha elegido a un izquierdista como ministro de exteriores, judío encima. Aznar puso a Eduardo Serra al frente del ministerio de Defensa y aquí paz y después gloria. Tiene a un par de emigrantes en el gobierno. Si son personas tan válidas como parecen serlo, hacer lo contrario hubiera supuesto racismo y estupidez. Tiene la manía de ciertos presidentes contemporáneos, hacer footing, pero hay pecados peores, y una mujer atractiva y díscola le añade encanto adicional. La escritora Yasmine Reza, más bien izquierdista, le siguió durante un desatado año electoral, y ha reconocido su inteligencia. Eso, en los días que nos toca vivir, empieza a ser raro en un dirigente político.
Promete poner en vereda a dictadores, sátrapas y demás tiranuelos, pero firma acuerdos militares millonarios con el humanista y humanísimo Gadafi. Sarkozy mete el hocico en el Banco Central Europeo, y consigue modificar la línea seguida por la institución de subida de tipos, coaligándose con Angela Merkel en contra de los "especuladores financieros". Anda empeñado en sacar adelante un proyecto de Constitución Europea, al precio y como sea, y le creo capaz de ello. Dice (por ahora) no a la entrada de Turquía en la UE, y creo que dice bien. Un hombre que adora el lujo burgués (los coches, casas, relojes), y que, al decir de la Reza, "atesora una inagotable ambición", bien puede valer una misa.
Este es el fruto exacto de ese árbol llamado La Nueva Derecha. Laicista, moderna y liberal. Sarkozy, a pesar de su catolicismo (según su primera mujer eran muy practicantes cuando aún seguían casados), encarna a la perfección el nuevo tecnócrata americanizado que parecen demandar nuestros nuevos jóvenes airados. Hasta está divorciado. Sí, pero gana unas elecciones y se emociona escuchando una preciosa marsellesa cantada por sus acérrimos.Un liberal con corazón (o hace que lo tiene). Ya saben que a mí este tipo de ejemplos políticos me dejan fríos. ¡Donde esté un Antonio Maura o un Alcide de Gasperi que se quiten los demás! Pero lo cortés...
Porque esta es la nueva batalla en el seno de la derecha. La nueva derecha, los liberales, contra la vieja derecha, los conservadores. El modelo social anglosajón (más bien yanqui y punto) contra el modelo continental (más bien franco-alemán y punto). En España apenas quedan espadas de la vieja derecha. Hay uno, mi querido Mayor Oreja, y en franca decadencia. Otros dos que parecen quedarse a mitad de camino, Rajoy y Aguirre, y otros dos que apuestan (o han apostado) por "la modernidad y el progreso", Gallardón y Rato.
Sarkozy ya se ha decidido. "Yo soy de derechas, pero no conservador. Lo peor es el inmovilismo, el no hacer nada, porque hace que te hundas". Parecen las palabras de un animador de brokers, pero son las palabras del presidente de la Republique. Acusaba de conservadora a la candidata (formidable; mujer, guapa y lista) socialista Royal. Y ganó. Sarkozy es liberal. El que vale, vale, y el que no, racaille. Se temía un levantamiento de los arrabales magrebíes contra su victoria, y al final nada por aquí, nada por allá. Su popularidad se mantiene y todavía no ha bajado impuestos. Finiquitará la jornada (incomprensible) de 35 horas semanales, en el intento de hacer a Francia una economía competitiva (que aún sigue siéndolo y mucho).
Con él ETA está recibiendo palizas en Francia. Hoy mismo le ha metido un buen sopapo a Juncker, presidente del Eurogrupo, por haber permitido inyecciones de liquidez en los mercados esperando evitar consecuencias en Europa de la crisis americana hipotecaria. Dirige cartas a los profesores estatales franceses esperando una refundación de la educación infantil y juvenil francesa (esfuerzo y respeto, por ahí van los tiros), y tras al afortunado episodio de las enfermeras búlgaras, parece apostar fuerte por sacar de su secuestro a la política francocolombiana Ingrid Betancourt. Le gustan los toros y el rugby (se dijo que asistiría a la goyesca de Ronda), y sacó a relucir en un reciente homenaje la memoria de Guy Moquet, un joven comunista francés al que los nazis ejecutaron por pertenecer a la resistencia (por cierto, en la derrota de Francia frente a Argentina en el Mundial de Rugby, el entrenador gabacho Laporte, futuro ministro de Deportes, sacó a relucir al joven mártir francés para arengar a los suyos).
Se ve a las claras. No es un conservador, pera esa interesante mezcla de churras con merinas que aplica es al menos eso, interesante. Yo sí le hubiera votado. Aunque me quede con mis Mauras y mis Gasperis. Y me tenga que confesar después.
Etiquetas: Edgardo de Gloucester
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