e 'a camicetta a fiore blu,
vuó' fá 'a signurenella
'nnanz'â scola pure tu...
Te piglie 'a sigaretta
quann''accatte pe' papá,
te miette giá 'o rrussetto
comme vide 'e fá a mammá...
Lazzarè'!...
Ma Lazzarella comme si'!?
tu a me mme piace sempe 'e cchiù,
e vengo apposta pe' t''o ddí,
vicino â scola d''o Gesù...
Tu invece mme rispunne: "Eggiá,
io devo retta proprio a te...
Pe' me ll'ammore pó aspettá,
che n'aggi''a fá?...nun fa pe' me!..."
Ah, Lazzarella!
ventata 'e primmavera...
Quanno passe tutt''e mmatine,
giá te spiecchie dint''e vvetrine,
sulo nu cumplimento te fa avvampá...
Ma Lazzarella comme si',
tu nun mme pienze proprio a me,
e ride pe' mm''o ffá capí
ca perdo 'o tiempo appriess'a te!
Mo vène nu studente
'nnanz'â scola d''o Gesù,
te va sempe cchiù stretta
'a camicetta a fiore blu...
te piglie quatto schiaffe
tutt''e vvote ca papá,
te trova nu biglietto
ca te scrive chillu llá...
Lazzarè'!...
Ma Lazzarella comme si',
ce si' caduta pure tu...
Ll'ammore nun te fa mangiá
te fa suffrí, te fa penzá...
Na sera tu lle dice : "No"
Na sera tu lle dice : "Ma"
ma si nu vaso te vò' dá
faje segno 'e "sí", senza parlá...
Ah, Lazzarella,
'o tiempo comme vola:
Mo te truove tutt''e mmatine,
chino 'e lacreme stu cuscino...
Manco na cumpagnella te pò aiutá!
Ma Lazzarella comme si'!?
Te si' cagnata pure tu...
e te pripare a di' stu "Sí",
ma dint''a cchiesa d''o Gesù!
Lazzarella, Lazzarella mia!
camiseta de flores de tinte azul,
quieres presumirte señorita
ante la escuela también tú.
Te pillas un cigarrillo
cuando compras para papá,
atusada con colorete
como ves hacer a mamá,
¡Lazzaré!
¡¿Cómo eres Lazzarella?!,
me gustas cada vez más tú,
y vengo a posta para decírtelo cada día
rondando la iglesia del Gesù.
Tú sin embargo me respondes “ja,
me relamo en darte cuerda a ti,
para mí el amor puede esperar,
¿qué debo hacer?, no es para mí”.
¡Ay, Lazzarella!, ventarrón de primavera,
cuando pasas cada mañana,
te buscas en el reflejo de las vidrieras,
sólo una añagaza te hace quebrar.
Lazzarella, ¡cómo eres!,
no piensas precisamente en mí,
y te ríes para asaetarme al ver
que pierdo el tiempo junto a ti.
Llegó un estudiante
ante la iglesia del Gesù,
la camiseta más ajustada,
siempre las flores de azul.
Te agarras cuatro bofetadas
todas las veces que papá
te pilla una notita
que te escribe ese de allá,
¡Lazzaré!
Lazzarella, ¡cómo eres!,
has caído también tú,
el amor no te deja comer,
te hace sufrir, te hace pensar.
Una tarde le dices no,
otra le dices ¡bah!,
pero si te quiere besar,
tus ojos dicen sí,
sin siquiera hablar.
¡Ay, Lazzarella,
el tiempo, cómo vuela!
que ahora te encuentras cada alborada
colma de lágrimas tu almohada,
siquiera una amiga te puede ayudar.
Lazzarella, ¡cómo eres!,
has mudado también tú
y te preparas para decir que sí,
ya en la iglesia del Gesù.
¡Lazzarella, Lazarella mía!
………………………………………
El Gesù fue un día la ilusión del desprecio a la verdad y la sumisión a la mentira hermosa, luego cárcel por un momento que te dejó amarrada para siempre a un fardo, ni parlante siquiera. Lo acarreas cada día con lágrimas de desesperación por la fortuna ansiada que nunca será, recogida en la melancolía imbécil de quien no puede ver ahora sin suicidarse, y sólo puede creer que vio lo que sabe que no fue, lo que no existió. O sólo en la propia invención de la felicidad traicionera, desvanecida cada día a embestidas agrias y fofas en el tálamo que mata poco a poco.
Nápoles, todo sórdido, es una vida que se despacha en la trastienda de la molicie, de niños agresivos con mocos y de mujeres emputecidas a fuerza de hombres rastreros, impostores, impotentes y donjuanescos. Un cúmulo de miserias si se la repta por dentro, lo más hermoso desde fuera, cuando con la mirada desdibujada se despeña la entraña por toda la bahía hasta la punta de Sorrento, que reemerge en tres lágrimas secas sobre el mar. Una, la tierra tiberina que a su falda alojó una vida malapartiana, de espaldas a la trastienda, mirando de frente el Tirreno infinito a través del fuego.
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