[235] Escrito por: Adrede - 19 de marzo de 2007 18:49
***
Altoser, es usted un pobre anciano.
***
¿Quiere decir Arcadi que La vida de los otros es inverosímil? No estoy de acuerdo.
***
Las trampas de la primavera
Almudena Grandes 18/03/2007
El presentimiento del sol la despertó mucho antes de que reuniera las fuerzas suficientes para levantarse, y saltar de la cama, y subir la persiana.
***
Y calzarse las zapatillas coma y separarse con el dedito la braga que se le había colado en la raja del culo coma y chasquear la lengua para comprobar si el aliento apestaba suficientemente a azufre coma y coma coma coma.
Sus ojos ya conocían la clase de mañana luminosa y limpia, crujiente y templada,
***
La mañana crujiente como las galletas María y templada como la leche del desayuno.
que encontraron al otro lado del balcón,
***
Una mañana que está al otro lado del balcón. Crujiente y templada. ¿No será que sus ojos son unos voyeurs que miran a la vecina, o el vecino, oighs, de enfrente, también crujiente, y templada, o crujiente, y templado?
aquel cielo absolutamente azul, aquel aire absolutamente transparente, aquel regocijo de los colores recién nacidos,
***
Perdón: absolutamente recién nacidos.
tan vivos, tan intensos de pronto como si hubieran salido de los lápices de un niño pequeño.
***
O los “retuladores” coma o las témperas coma o las acuarelas coma.
La primavera, pensó, bueno, es normal, y se fue a desayunar.
***
Fijense en, el homenaje a Kafka, y el famoso fragmento, de su diario, en el que anunciaba, el inicio de la guerra, para, posteriormente, irse a nadar. ¡Grande, Grandes!
Era la primavera, sí, pero no la auténtica, la verdadera estación, sino uno de esos prodigiosos anticipos que se cuelan sin avisar entre los días de febrero y de marzo, después del frío pasado y antes del venidero, el milagro precario, caprichoso, imprevisible, que desmiente la automática monotonía de los calendarios.
***
Porque el fenómeno que explota este sábado no tiene nada que ver con el cambio climático.
***
Fíjense en la pincelada de actualidad, que convierte este texto en inmortal a la vez que en hodierno. Es decir, que dentro de cien años podrá leerse de la misma manera que hoy en una antología de la literatura española del 19 de marzo de 2007 en El País.
Ella recuerda desde siempre mañanas como ésta, la alegría fugaz y concentrada de unos pocos días buenos, benditos en su benéfica locura y en la enloquecida benignidad que producen.
***
O sea, que se ha levantado con ganas de rabo. Si no, no se entiende tanta locura y tanto enloquecimiento. Obsérvese que la autora hace exactamente el mismo uso de las comas y del campo semántico de la locura que nuestro simpar Susote.
Mientras llena la cafetera, recuerda también que la primera vez que sintió auténtica ansiedad, esa clase especial de placer que es agridulce y sedienta a la vez,
***
Placer sedienta coma y patos locas coma y calzoncillos cagadas coma y hamburguesas ricos punto
mientras se besaba con un chico, fue en una mañana como ésta, tumbados los dos en el césped, en una ladera del parque del Oeste.
***
Obsérvese cómo el uso magistral de las comas hace que la lectura sea una “auténtica ansiedad” de “benéfica locura” y “enloquecida benignidad”. La autora, gracias al uso de las comas, que le florecen como narcisos en los parques, nos hace sentir como si realmente estuviésemos besando a una oveja, por ejemplo.
Era un día lectivo, pero cualquiera va a clase con el día tan bueno que hace, dijo él,
***
Él dijo: “Era un día lectivo, pero cualquiera va a clase con el día tan bueno que hace”. Obsérvese cómo la autora reproduce el lenguaje absurdo de los jóvenes de hoy en día, ajenos a las normas elementales de la sintaxis.
y ella estuvo de acuerdo.
***
Ella estuvo de acuerdo en que era un día lectivo y que hacía un día muy bueno. Obsérvese el punto de vista feminista de la autora. Contrapone el error sintáctico del chico con la aguda penetración psicológica de la chica, capaz de estar de acuerdo con dos cosas a la vez.
Desde entonces han pasado muchos, casi muchísimos años,
***
Según la RAE (Rancia Academia de Energúmenos), “casi muchísimos años” equivale a dos o cuatro o doce o seis años. A veces a tres.
y sin embargo, mientras espera a que el pan salga del tostador, este sol la devuelve a aquél,
***
Obsérvese el homenaje de la autora a Proust. Donde aquél ponía una madalena, ésta pone un tostador. Así nos cuela, además, evocaciones futuristas a lo Marinetti.
y el fervor pasado siembra un hormigueo traicionero y repentino debajo de su piel.
***
Como diría uno de por aquí:
(Mairena, en su clase de Retórica y Poética.)
— Señora Grandes, salga usted a la pizarra y escriba: “el fervor pasado siembra un hormigueo traicionero y repentino debajo de su piel”.
Almudena escribe lo que se le dicta.
— Vaya usted poniendo eso en lenguaje poético.
Almudena, después de meditar, escribe: “Me pica er shosho de lo calentorra questoy”.
— No está mal.
¡Qué tontería!, se dice, pero la luz, que no lo sabe, entra hasta el centro de la cocina, y la envuelve en una cápsula de calor invisible, instantáneo, tan confortable que de repente ya no sabe si es su piel o su memoria la que recuerda.
***
Obsérvese el homenaje que hace la autora al Irrealismo Trágico al darle vida a la luz, que considera ignorante y perdida en una cocina que desconoce. Además, dota al calor de la propiedad de la invisibilidad, homenaje subrepticio a H. G. Wells (¡genial, genial!), cuando todos sabemos que el calor no sólo se ve sino que se huele. Como golpe final de efecto, otorga a la piel la capacidad de memoria. Indudablemente, la autora establece un diálogo entre el cuerpo, la luz y el calor a la manera humanista del S. XVI. Lo que no sabemos es qué pretende la autora con este derroche de facultades estilísticas. Quizás en el último párrafo... (posible homenaje a Agatha Christie)
¡Qué tontería!, insiste, y sin embargo ya no es sólo aquella ladera de césped, sino muchos otros lugares, otros días y sobre todo otras noches,
***
Obsérvese el inteligente uso de la elipsis que hace la autora al obviar la tarde.
y ya no es sólo la locura del sol la que revive, sino sus propias locuras pasadas, hazañas turbias, feroces, de los años salvajes.
***
De nuevo el campo semántico de la locura, ahora trastocada ésta en el gamberrismo adolescente.
¡Qué tontería!
***
Obsérvese cómo la autora, de forma sibilina, nos va forjando nuestra opinión respecto a la historia que nos está contando, y de la que de momento no sabemos nada.
Pero el tiempo opera extraños fenómenos,
***
Como los médicos.
y si a los treinta años no podía recordar sin ruborizarse las barbaridades que había hecho a los veinte, ahora, a los cuarenta, las mira, en cambio, con simpatía y una benevolente nostalgia de su propia juventud,
***
Ésta se tira hoy a algún maromo. Fijo.
aquella avidez perpetua,
***
Furor uterino. Lo que les decía.
la implacable determinación de beberse cada noche una vida entera, como si pudiera vampirizarse la felicidad.
***
Obsérvense las sutiles metáforas que crea la autora: felar cada noche=beberse cada noche una vida entera. Gozar como una perra en celo=vampirizar la felicidad.
Es el sol, se dice, este espejismo adorable de la primavera que hace florecer los olmos secos y los ánimos exhaustos.
***
Obsérvese la crítica de la autora al trasvase del Ebro: no es necesario el agua para hacer renacer olmos secos (ni siquiera el agua: un olmo seco no lo resucita ni Cristo –obsérvese la crítica a la religión que hace la autora), sino sol.
Y siente un deseo repentino de vivir como antes, con la irresponsabilidad, y la insensatez, y la precariedad de antes.
***
Y los calcetines de rombos coma y las coletas con trenzas coma y los chiclés baboseados coma y las tetillas incipientes coma
Meterse en el baño como antes, por ejemplo, y dedicar tres o cuatro horas sólo a ponerse guapa,
***
Obsérvese cómo la autora es reacia a dar datos personales sobre su personaje. Sólo ahora, después de tantas líneas vernales, nos dice que el personaje padece estreñimiento.
y vaciar luego el armario encima de la cama, y probárselo todo muy despacio, jugando a combinar formas y colores imposibles, hasta encontrarse con una imagen nueva y sorprendente de sí misma, como hacía antes.
***
La repetición del “como antes” se utiliza aquí para asegurarle al lector que eso era “antes” y no “ahora”. Si tienen más dudas, vean el capítulo correspondiente de Barrio Sésamo.
Luego perdería el tiempo hasta el atardecer y sólo entonces saldría a la calle, estudiaría su aspecto en los escaparates, se sentaría en una terraza a dejarse mirar. Tal vez no la miraría nadie, se dice a sí misma, sucumbiendo a un súbito acceso de realismo, pero eso sería lo de menos.
***
La orgía de las comas, muy acorde con el flujo que destila el texto.
Lo de más sería volver a los bares, evaluar el panorama de un vistazo, escoger un fragmento de la barra, hacerse amiga de este o de aquel camarero, y ligar, o ni siquiera, sólo coquetear un rato, por puro deporte o por hacer un poco el tonto...
***
La vida loca que el personaje llevaba en su juventud aflora en estas líneas como un pene erecto (no será debido a la lectura de este cuentecito): cuatro horas en el váter, dos en una terraza y el resto en un fragmento de barra de bar.
La verdad es que estaría bien, se dice, y sonríe, mientras lava la taza y el plato para que el fregadero no rebose antes de tiempo. Y el sol le sigue guiñando un ojo mientras va a despertar a los niños, porque los mellizos tienen partido de baloncesto. Su marido se ha comprometido a ir con ellos, pero ella, a su vez, le ha prometido a la pequeña llevarla a la biblioteca, a escuchar a los cuentacuentos.
***
Obsérvese este final abrupto. Resulta de que es una insatisfecha y el marido no le zumba como debe hacer un hombre viril de unos cuarenta años. El lector asiste boquiabierto a la estremeciente confesión del ama de casa esclavizada en el fregadero rebosante, anhelosa de un pasado salvaje y fornicatario, deseadora de aplacar su furor y su deseancia a embestidas furiosas contra un cuerpo masculino. Pero pese a todo, lleva a su niña a la biblioteca, comprometida a la vez con el baloncesto y un padre y dos mellizos cuentacuentos. Una historia cargada de tensión, emociones y acción sin freno. No se la pierdan. En El País.
«El más antiguo ‹Más antiguo 201 – 343 de 343