Es extraño, en los tiempos que corren. Ian McEwan (Aldershot, 1948) tiene éxito, ha ganado todos los premios literarios que se le han puesto por delante (Bookers y compañía), y goza de ascendencia en la crítica. Nuestro Jorge Herralde, que barre para su casa, lo ha colocado en un supuesto British Dream Team, junto a Julian Barnes (1946) Martin Amis (1949) o Kazuo Ishiguro (1954), todos publicados por Anagrama.
McEwan es un autor meticuloso, ameno, profundo y brillante, del que vale la pena reseñar cinco de sus novelas:
Niños en el tiempo (1989). McEwan trata temas como la pérdida, el éxito social y la hipocresía. Aunque no acabe de encontrar el tono, y el argumento se pierda en giros algo forzados, es una novela extraña e interesante.
Ámsterdam (1998). McEwan afila su pluma y el punto de mira. Sin ser una obra extraordinaria, Amsterdam es una novela intensa, ambiciosa y, en el fondo, muy triste. Parece que hable de la amistad y en realidad habla de la muerte, o al revés.
Expiación (2002). Magnífico relato sobre la mentira, la culpa y la redención. McEwan reescribe la novela clásica inglesa con un planteamiento moderno y sorprendente. Obligatorio.
Sábado (2005). Con precisión quirúrgica (como no podía ser de otra manera: el protagonista es neurocirujano), McEwan nos explica veinticuatro horas en la vida de una familia acomodada de Londres. Sábado es una soberbia historia moral, política y costumbrista.
Chesil Beach (2008). La trama es simple: la noche de bodas de un matrimonio inglés de principios de los 60. Los recuerdos, la represión y el trauma. Magistral.
En resumen y orden:
1.- Expiación: 8,49
2.- Chesil Beach: 8,12
3.- Sábado: 7,78
4.- Ámsterdam: 6,98
5.- Niños en el tiempo: 6,33
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