Pero las circunstancias, el cansancio o aquéllo de que nada es eterno, hicieron que un día Arcadi, sin dar explicaciones, tirara la toalla. El Nickjournal se quedó, literalmente, de cuerpo presente. Que no muerto, porque aunque la entrada diaria de Arcadi había desaparecido para siempre, la sábana multiforme de comentarios estaba llena de vida. Por eso un grupo de nickjournalarcadianos comprometidos procedió el 10 de enero de 2007 a la refundación del Nickjournal, convirtiéndose en sus administradores.
Desde entonces hasta hoy, el Nickjournal ha sobrevivido durante tres años, en el curso de los cuales ha navegado con brillantez pero sin rumbo, orgullosa y conscientemente a la deriva. Ha sido un experimento anarquista que ha tenido muchos días buenos y algunos momentos de gloria. Y digo anarquista porque los administradores, con una generosidad que nunca agradeceremos lo suficiente, han querido jugar un papel muy subordinado, anónimo y estrictamente técnico, poniendo todas sus fuerzas en mantener una acrática libertad de expresión en la que cada uno tuviera la oportunidad de ofrecer en la sábana lo mejor que llevaba dentro.
Lo malo es que algunos lo mejor que llevaban dentro no era del todo bueno, o no lo era siempre. Así es la condición humana. La sábana se ha mantenido en la línea que hizo capitular a Arcadi. Ha sido, más que una sábana, una sabana, es decir, un coto sin vallar por el que ha podido corretear toda clase de alimañas. No ha seguido el Nickjournal su aspiración fundacional que debería haberlo llevado a ser un café glamouroso en el que se desarrollara una tertulia civilizada, sino que se ha mantenido en su condición tardoarcadiana de taberna donde los bronquistas tenían amplísimos poderes. Hemos sufrido días en los que el ambiente sabanil ha sido bronco, otros en los que todo su espacio se ha vuelto dispéptico. Días en los que nuestra taberna ha llegado a resultar desagradable, por los orates, bronquistas, flatulentos o pedorros con los que, casi inevitablemente, te tropezabas en ella. Sin embargo, como en todas las buenas tabernas, también hemos podido encontrarnos muchas veces con experiencias que valían sobradamente la pena, con lecturas y vivencias muy buenas. Nuestros administradores han hecho un gran esfuerzo técnico y de gestión para mantener a desvariados y camorristas bajo control. En buena medida lo han conseguido. Hoy el Nickjournal y su sábana tienen un soporte tecnológico de una calidad que ya quisieran para sí muchos otros blogs.
En los últimos tiempos estamos atravesando otro momento bajo. Muchos nicks brillantes se han ido, lo que no tiene nada de particular, porque la naturaleza de casi todo es ondulatoria, y el destino inevitable de todo nick es el abandono por cansancio o por cambios en sus circunstancias, un abandono que en muchos casos es solo temporal. Opino que el problema del Nickjournal no está en las deserciones, sino en que la tasa de renovación, la entrada de nuevos nicks, ha sido baja, incapaz de compensar las salidas. De taberna agria y camorrista, incómoda pero llena de vida, el Nickjournal ha ido convirtiéndose en taberna tranquila y menos concurrida. Esto es bueno si se lo toma como una etapa necesaria, malo si como un deseable estadio final.
¿Rebrotará el Nickjournal? Estoy seguro de que ya lo está haciendo. Desde mi punto de vista, para que este rebrote se consolide habría que alcanzar algunos objetivos. El fundamental es desarrollar la capacidad de atraer gente nueva, no solo nicks activos, sino sobre todo lectores, esos cuyas estadísticas solo conocen nuestros administradores y en los que está la cantera de futuros nicks. Me parece imprescindible que entre los nuevos entrantes haya más blogueras. La masculinización del blog, a medida que fue pasando de café elegante a taberna, ha sido impresionante. Todavía hay algunas heroínas que sobreviven, pero temo que no por mucho tiempo. Lo hacen sin llamar la atención, porque en cuanto se destapan salta alguno de los sadomachistas que pululan por aquí y se dedica a espantarlas, creyendo probablemente que eso tiene gracia.
Otra condición importante es que las reglas de comportamiento estén bien definidas, de manera que los bronconarcisistas, los camorromordaces y los sadomisóginos no puedan molestar y hasta asustar a la gente sencilla. Se ha avanzado mucho en esto, pero todavía queda camino por recorrer. El Nickjournal no debe ser un sitio donde gente cubierta por su(s) anónimo(s) nick(s) venga a desahogarse en o burlarse de los demás, sino más bien un recinto donde se discute a fondo, incluso descarnadamente, pero sin insultar. Cumpliéndose siempre aquella regla de oro de Pitigrilli sobre la educación, que consiste en “comportarte cuando delante de los demás como si estuvieras solo, y cuando solo como si estuvieras delante de los demás” (sustitúyase “solo” por “protegido tras el anonimato de tu nick”).
Finalmente, hay una cuestión estructural importante en la que me parece que las opiniones de los nickjournaleros más activos han estado siempre divididas. Se trata de las relaciones entre la entrada y la sábana. En los tiempos de Arcadi la entrada era cada día una referencia importante, ya fuera para apoyarla o para combatirla desde la sábana. Luego ha ido produciéndose una disociación entre ambas, que ha llevado a convertir, para muchos, la entrada en un clamor en el desierto y la sábana en ese putichat del que algunos desvariados llegan a enorgullecerse. No quiero decir con esto que la sábana deba ponerse al servicio de la entrada. De hecho, ha habido muchos nicks muy brillantes, cuyos nombres están en la mente de todos, que desde la sábana han generado verdaderas entradas. Pero los mejores momentos del Nickjournal han sido, en mi opinión, aquellos en que la sábana ha entrado en resonancia con la entrada. Recuerdo últimamente una discusión que duró varios días sobre Wittgenstein y la filosofía analítica, la cual por cierto acabó, desgraciadamente, con estribillos tabernarios. La entrada cumple con la función de darle cierta estructura a cada día del Nickjournal, por eso es necesaria, mientras que la sábana aporta la espontaneidad de la calle, que aquí se busca como algo fundamental. Necesitamos buenos entradistas pero también buenos sabaneros, en un ambiente donde los recienllegados (y las recienllegadas) se encuentren a gusto.
Recientemente, los administradores introdujeron una regla que limitaba el espacio máximo a ocupar por un comentario en la sábana. Yo la complementaría con otra que limitara su espacio mínimo, obligando a que todo comentario tuviera una longitud de, por ejemplo, al menos veinticinco palabras. Creo que esto limitaría mucho las posibilidades del puro (o puto) chateo.
Por lo demás, conste aquí que mi intención es permanecer fiel al Nickjournal. Creo que vale sobradamente la pena.
Etiquetas: olo
Estimado Olo, estoy plenamente de acuerdo con algunas de sus precisiones, otras las comparto, aunque para serle del todo sincero, la mayoría de ellas las suscribo.