Bien. Ahora trasladémonos a la calle y detengámonos en los semáforos (siempre que la luz esté en rojo, en caso de luz verde, podemos continuar). ¿Por qué, en su “afán recaudatorio”, los poderes públicos no sancionan a todos aquellos que se los saltan? Aquí ya no hablamos de dinero, sino de vidas humanas que los infractores ponen en peligro. Y se podría hacer en “todos” los semáforos. Y más ahora, en tiempo de crisis. Proporcionaríamos empleo a miles de personas y sería una forma de educación vial que, estoy convencido, daría sus frutos al cabo de unos meses, cuando los infractores comprobaran lo fácil que resulta pillarlos cuando el estado se lo propone. Ya puestos, como la magnitud de la impunidad al volante alcanza cotas que no creerían en Suecia, la medida podríamos hacerla extensiva a los “stops”, señal que cientos de miles de conductores españoles traducen a la velocidad del rayo como “tira palante”.
Y como no todo va ser permanecer en posición estática comprobando la conducta incívica de los conductores, recomiendo también (así se estirarán las piernas) echarle un vistazo a los vehículos para los cuales pasar la ITV tampoco es una norma de obligado cumplimiento. Hace unas semanas, el escaso trayecto de unos dos minutos que me lleva desde la parada de metro hasta mi casa, me permitió comprobar con estupefacción que muchos vehículos lucían la pegatina de 08 07 incluso 06 (grand coupage). También vi algunos que ni siquiera disponían de pegatina ITV, a pesar de que por el número de matrícula ya tendrían que haber sido inspeccionados.
¿Y qué me dicen de los alegres y desinhibidos conversadores capaces de manejar el volante con una sola mano mientras atienden una llamada telefónica con la otra? ¿No deberían ser sancionados, sino con una multa económica, al menos con la retirada del móvil durante una semana?
Y no, no me olvido de los peatones. Esos obcecados e impulsivos cruzadores de calzadas. Duro con ellos también.
Dicen que las sociedades avanzadas en seguridad vial combinan la educación con la sanción, pues bien, vamos a probar con la sanción a ver si nos ahorramos la educación al tiempo que creamos ocupación. Porque al fin y al cabo ¿qué es la educación sino la simple aplicación del sentido común? Y no creo que nadie en su sano juicio admita que carece de él. Sería tanto como asumir que no se está capacitado para manejar un auto. Así que dejemos de tratar a la gente como a criaturas y dediquémonos a impedir la impunidad armonizándola con la creación de empleo. Podría ser el comienzo de una reforma integral del mercado de la conducta vial. Y sin necesidad de gastarnos dinero en campañas. Todo ingresos. Todo puestos de trabajo. Y espero que quede claro que no se trata en modo alguno de una invitación a infringir las normas. La idea se basa en el más absoluto respeto del libre albedrio.
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