En la más agnóstica y enófila Europa, fueron los franceses del Ródano los primeros en producirla. Según sus investigaciones genéticas, se trataría de una variedad hija de la Mondeuse blanche (madre, o progenitor B) y la Dureza (padre, o progenitor A). Ojo a la Mondeuse Blanche, así llamada porque su importante cantidad de pruína confiere a los granos un aspecto externamente blanquecino, casi lechoso: se trata, sin embargo, de una variedad tinta, al igual que la Dureza. Estamos, pues, ante un flagrante caso de acoplamiento, coyunda o matrimonio homocrómico donde viene, como anillo al dedo, la reciente, aséptica y correcta denominación de “progenitor A/B” en lugar de la premoderna y, sin duda, homófoba “padre/madre”.
Han sido, sin embargo, los australianos los que, sobre fomentar la denominación Shiraz frente a la afrancesada Syrah, han elevado a categoría de soberbios los, en general, previamente sólo decentes Cotes du Rhône. Los Aussies han enseñado al mundo cómo vinificar una variedad aparentemente recia, tánica y un tanto propensa a la sobremaduración a base de vendimiar en su momento y dar el muy necesario, aunque sutil, toque de madera. En España estamos acostumbrados al tratamiento de varietales más o menos semejantes: mencía, garnacha fina o, atención, monastrell jumillera son vidueños con similares potenciales y flaquezas. No es, por ello, sorprendente que el mercado vinícola ofrezca, en nuestra patria, un ramo muy selecto de Shiraz entre los que me permito citar los siguientes: Valtosca, de Casa Castillo, Jumilla; Syrah, de Dehesa del Carrizal, Montes de Toledo; Nuestro Syrah, Manuel Manzaneque, Finca Élez; Dominio de Valdepusa Syrah, Marqués de Griñón, Montes de Toledo; Monasterio de Santa Ana, Casa de la Ermita, Jumilla. Se trata, en todos los casos, de vinos de alta capa, muy untuosos, de lágrima persistente y que llenan la boca. No tienen la sensación matizadamente frutal de los cencibel de media crianza pero, en cambio, resultan mucho más potentes en la boca. Un defecto desgraciadamente común a ciertos Shiraz poco hechos es la persistencia tánica, que llega a resultar –en casos extremos– desagradablemente arisca. Los que cito, sin embargo, están domeñados por la fusta del roble correctivamente aplicada en su medida: su picadero ha sido el necesario y son vinos perfectamente gobernables. Como un buen caballo. Como un buen hombre.
(Escrito por Protactínio)
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En mi blog: CORRUPCIÓN
...donde consigno en un apotegma (exento) las lúcidas reflexiones que Tsé dejó aquí anoche:
http://joseantoniomontano.blogspot.com/2009/02/corrupcion.html