La capacidad de mantener con vida y en mejor o peor estado a los miembros de una comunidad más débiles y/o envejecidos es a la vez causa y consecuencia de la riqueza social y saludable entramado de las relaciones humanas a diversos niveles. Y lo incluyo en las causas porque en mi opinión es uno de los motores motivacionales de gran parte de las decisiones tanto individuales como colectivas. No es lo mismo invertir en proyectos vitales o económicos a largo plazo (comprar terrenos, plantar olivos, construir una almazara…) con cierta confianza en que el resto de la familia cuide de uno llegado el momento de pasar los trastos (y le sean devueltos el esfuerzo y los cuidados aplicados), que ser conscientes de que, al convertirse en un individuo achacoso y dependiente, será expulsado del hogar por un hijo desafiante y nuevo amo de la hacienda
-Esta es una de las imágenes recurrentes en el imaginario y la narrativa populares, así como de la literatura culta, en todo el mundo. Los padres ancianos arrojados a las tinieblas exteriores por hijos de corazón cruel, condenados a la mendicidad y la muerte. La moraleja suele ser aviso en los relatos de las variantes “hijos castigados en un futuro por su avaricia y perversidad” o “(mal)cría cuervos que te sacarán los ojos, que los cuervos bien educados no son tan malvados”-
Claro que no siempre la minusvalía es la consecuencia de la edad o algún accidente. Parte de los “dependientes” nacen con el problema o lo desarrollan a temprana edad, antes de haber podido “invertir” en su futuro social. En estos casos, la posibilidad de ser mantenidos dentro de la sociedad (y no ser arrojados por el barranco más cercano) depende de una filosofía o paradigma más difuso, en parte apoyado en conceptos como Caridad, Compasión, Piedad…
-… que no necesariamente son del ámbito cultural cristiano, pues se encuentran tanto en sistemas religiosos de todo tipo como en los puramente éticos como el taoísmo-
Podemos deducir que el esfuerzo que un pequeño grupo de agricultores del Neolítico Superior tuvo que hacer para mantener con vida a sus enfermos de espina bífida, escoliosis congénita y otras patologías (yacimiento de Loisy-en-Brie), o tribus de cazadores-recolectores que patrullaban la Europa paleolítica (El tipo del flemón de Atapuerca), fue enorme, y sin embargo los individuos afectados sobrevivieron un tiempo bastante largo para aquella época (a pesar de los evidentes problemas de inmovilidad, incontinencia, etc que sufrirían). Eso además de cuidar de los viejos desdentados a los cuales había que masticar la comida para alimentarlos, los artríticos, los de huesos mal soldados, los discapacitados psíquicos…. Tal vez en un primer nivel la lógica de un contrato social tácito de protección del más débil haya tenido una gran importancia: si el grupo se compromete a cuidar hasta su muerte de un inválido que consume grandes recursos, con mayor lógica cuidaría de un miembro menos afectado o solo de manera temporal (por ejemplo una pierna rota). Solo en casos desesperados se sacrificará a los más dependientes, y en un orden que combine la dificultad del mantenimiento, los beneficios de su presencia y la posibilidad de repuesto. Así, las sociedades han eliminado de manera más o menos evidente los extremos de la campana de Gauss poblacional en épocas de crisis, empezando por los percentiles más lejanos
- una anciana ciega y demenciada de 80 años es tan desvalida como un recién nacido, y este último, aunque fácil de reponer a los 11-13 meses con un nuevo embarazo, conlleva un riesgo de muerte puerperal de la madre y quizás asociadamente de los otros hijos que ella cuida-
Las culturas que han recurrido a la eugenesia, analizadas con cuidado, son culturas que sobreviven (o sobrevivían) al límite de la supervivencia diaria, sin margen de maniobra, en examen continuo de sus individuos sin que puedan permitirse un fallo. No hay reservas, no hay beneficios ni plusvalías energéticas, el entorno es hostil hasta convertirse en un infierno diario. Todo aquel incapaz de mantenerse a sí mismo o a su recambio durante un tiempo razonable es invitado a la “autoliquidación”. Así elaboraron sus normas sociales los japoneses del norte, los inuits, los indios norteamericanos… todos grupos humanos que aguantan como pueden en desiertos de arena o de hielo, en islas con dos dedos de tierra no muy fértil o en praderas abrasadas por la sequía más o menos permanente. El ejemplo de los espartanos es un clásico, y efectivamente, Esparta era una ciudad-estado pobre hasta la caricatura. Todas ellas fueron sustituidas por culturas más extensas (mejores redes comerciales y sociales, capaces de importar alimentos y pagar el gasto), desaparecieron o quedaron fosilizadas en un punto determinado de evolución
-En los enterramientos levantinos y pre-fenicios se han hallado los restos de mujeres con sus bebés en brazos. En estos asentamientos, basados en pequeños grupos familiares sin mucha conexión entre ellos, si una mujer muere, nadie está disponible en su red social para amamantar o cuidar a su hijo, y los supervivientes lo sacrifican antes de que muera por falta de cuidados. Incluso se han hallado restos de hombres con la criatura en brazos y un recipiente similar a un biberón: la única esperanza del niño, un hombre sustituto de su madre, muere, y todo acaba.
Estas sociedades quedan detenidas en su desarrollo, no pueden producir el suficiente superávit, y pierden la plusvalía de mantener a sus dependientes. No solo se evita invertir en el futuro (no tiene sentido si no se va a disfrutar) sino que las redes sociales se debilitan, no hay intercambio de favores. Además, otras ventajas (los reservorios de conocimiento y experiencia de los ancianos, su trabajo vigilando o haciendo pequeñas tareas enriquecedoras del hogar…) se pierden, con lo cual la sociedad está descapitalizada en el terreno intelectual. A su vez, el cuidado de estas personas da una utilidad social a sus cuidadores (muchas veces personas simplemente en un grado menor de dependencia), refuerza la organización colectiva y motiva a la sociedad para investigar en áreas como la medicina (si no curativa al menos paliativa) y la tecnología (desarrollo de materiales, aparatos y dispositivos que hagan más fácil la vida a los no-absolutamente-perfectos). Y lo que es bueno para el abuelito también es bueno para el hijo o el nieto
No, los viejos y los minusválidos no son inútiles para la sociedad. Son sus reumáticos motorcitos, que mueven palancas y ruedas para que las cosas avancen poco a poco (pero sin detenerse).
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