Entre los personajes que pululaban por esa Barcelona de finales de los años sesenta y setenta se encontraba Pau Malvido, seudónimo de Pau Maragall Mira (de los pocos hermanos que no fueron hermanísimos), y según parece obligado por la familia a cambiar el apellido no fuera a ser que cierta gente se enterara de lo que su hijo escribía en Star, o la militancia en organizaciones ilegales de tinte anarquista.
Fue un hippie de primera hora. Desde muy pronto se sintió interesado por la contracultura que bullía en Estados Unidos y en Europa (las ondas del 68 parisino que se iban expandiendo y debilitando). Fue de los primero en escribir, con conocimiento de causa, acerca de la grifa, la marihuana o el LSD. Y de escribir sin una pizca de remordimiento ni de proselitismo. El título general de sus colaboraciones en la revista, Nosotros los malditos, da también una buena idea de la ironía que lo alumbraba. Ciertamente era así, eran malditos, pero malditos de verdad, de los que habían decidido vivir a la intemperie, sin cobijos ni redes protectoras. Luego vinieron otros, y él lo cuenta, otros que ya se habían establecido y habían esperado para saber en qué quedaba todo eso del hippismo y la contracultura. “Gente ya de veinticinco años o más que recuperaba su tiempo perdido (perdido en cuanto a rollo pero ganado en cuanto a plata) (…) y así, mientras antiguos y jóvenes se fundían en una masa de freaks anónimos dispuestos a mucho pero con pocas posibilidades por el momento, unos nuevos hippies, mayores, más ricos, cuidadosos de su salud y de su estética, salían a flote.”
Sus escritos son testimonio de un tiempo que ahora nos pretenden reescribir. Cuando Franco sentencia a muerte a Salvador Puig Antich, Malvido dice: “la izquierda apenas se movilizó. En la Universidad Autónoma, los marginales proyectaron un acto de protesta por la ejecución de Puig Antich. El PSUC boicoteó el acto y tildó a sus organizadores de provocadores.”
No es un personaje ejemplar, aunque en su radicalidad y en su honestidad sí que lo sea. Vienen bien gente como él, o como Eduardo Haro Ibars, pues nos contaron entonces cómo eran las cosas. Y ese es el mejor antídoto contra la desmemoria que nos envuelve hoy trajeada con las telas de las buenas intenciones y la justicia eterna y universal.
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Notas a pie de sábana:
- Pau Malvido, Nosotros los malditos. Barcelona: Editorial Anagrama, 2004.
- Texto de Izquierdistas y grifotas.
(Escrito por Garven)
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