Entre los personajes que pululaban por esa Barcelona de finales de los años sesenta y setenta se encontraba Pau Malvido, seudónimo de Pau Maragall Mira (de los pocos hermanos que no fueron hermanísimos), y según parece obligado por la familia a cambiar el apellido no fuera a ser que cierta gente se enterara de lo que su hijo escribía en Star, o la militancia en organizaciones ilegales de tinte anarquista.

Sus escritos son testimonio de un tiempo que ahora nos pretenden reescribir. Cuando Franco sentencia a muerte a Salvador Puig Antich, Malvido dice: “la izquierda apenas se movilizó. En la Universidad Autónoma, los marginales proyectaron un acto de protesta por la ejecución de Puig Antich. El PSUC boicoteó el acto y tildó a sus organizadores de provocadores.”
No es un personaje ejemplar, aunque en su radicalidad y en su honestidad sí que lo sea. Vienen bien gente como él, o como Eduardo Haro Ibars, pues nos contaron entonces cómo eran las cosas. Y ese es el mejor antídoto contra la desmemoria que nos envuelve hoy trajeada con las telas de las buenas intenciones y la justicia eterna y universal.
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Notas a pie de sábana:
- Pau Malvido, Nosotros los malditos. Barcelona: Editorial Anagrama, 2004.
- Texto de Izquierdistas y grifotas.
(Escrito por Garven)
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