En fin, del libro que ustedes deben regalarse y regalar inapelablemente en estas fechas, me refiero, claro está, a "Años de hierro":
"Con frecuencia se presenta el conflicto mundial resuelto por la economía, en cierto modo como una competencia por la producción de material de guerra. Desde esa óptica, la derrota del Eje estaría sentenciada desde el principio, y finalmente por la bomba atómica, habiendo sido la capacidad económica useña el elemento clave. Por supuesto, la producción de medios de lucha es indispensable, pero su abundancia en manos de soldados poco motivados o mandos mediocres hace solo más voluminosas sus derrotas. Sin entrar en las causas, el hecho es que el soldado y el mando alemanes demostraron una superioridad permanente, visible en sus numerosas victorias obtenidas con medios inferiores, mientras que sus enemigos – con la excepción de la batalla de Inglaterra, en equilibrio de fuerzas -- precisaron casi siempre una abrumadora superioridad numérica para ganar (dejo de lado la campaña del Pacífico, por su marginal influencia sobre España, y nula de España en ella). Las democracias gozaron de una ventaja material completa durante la campaña de Polonia y considerable durante la campaña de Francia; lo mismo los italianos en las primeras campañas de África, o la URSS al comenzar Barbarroja, etc. En todos los casos, sobre todo en el soviético, la victoria dependió, más que del material disponible, de la organización militar y la calidad de los mandos. En un momento dado, probablemente después de la batalla de Kursk, la superioridad material aliada se volvió incontrastable, pero no tanto por sí misma como a causa de la destreza adquirida por sus generales. Abunda en la misma dirección el dato de que Alemania lograra sostenerse tanto tiempo pese a su penuria de tropas, combustible y materias primas (y lograse, en año tan avanzado como 1944, sus cifras más altas de producción de material bélico, pese a las derrotas y los bombardeos)(Adviértanse también sus deficiencias, como su mediano servicio de inteligencia, o la proliferación de modelos de armas, en contraste con la eficaz simplificación soviética, o su increíble desabastecimiento de prendas de abrigo en Rusia, en otoño de 1941. La ineptitud bélica italiana nadie podía haberla previsto. En España sus voluntarios habían luchado bien, y baste considerar las hazañas de un grupo reducido como la X Flotilla MAS, que causó pérdidas muy sensibles a la escuadra y la marina mercante inglesa; o la combatividad de los partisanos contra los ex aliados teutones)
La Wehrmacht pudo haber ganado la guerra en su primera fase (de septiembre de 1939 a finales del 41). Estuvo a su alcance ocupar el noroeste de África, el Oriente Medio -- con su petróleo, y obteniendo de paso una posición decisiva frente a la URSS-- y posiblemente las islas portuguesas del Atlántico. Con ello, Usa se habría sentido poco estimulada a intervenir, y le habría sido muy difícil hacer algo práctico en cualquier caso, mientras que Inglaterra se habría encontrado realmente aislada. En ese período, Hitler cometió tres errores graves: la atención insuficiente al arma submarina cuando sus efectos pudieron ser más decisivos, la misma insuficiencia en relación con la lucha en el norte de África, y la renuncia a apoderarse de Gibraltar. Haberse vuelto contra la URSS sin dejar concluida la lucha en el oeste no fue, en principio, la equivocación que demostraría ser: de haber vencido a los soviéticos antes del invierno, habría podido volverse luego para resolver de una vez el problema británico.
El error capital de Hitler consistió, pues, en subestimar el patriotismo y espíritu de lucha rusos, o, si se prefiere, la capacidad del sistema soviético para movilizar con máxima intensidad todos los recursos sociales ( Entre otras cosas fue el único país que incorporó una masa de mujeres al ejército, no solo en funciones auxiliares, sino hasta en primera línea. Estas últimas no eran apreciadas por sus camaradas masculinos, que atribuían el “mérito militar” de sus medallas a su “mérito sexual” con los oficiales. Este confuso menosprecio encubría probablemente la repulsión instintiva a unas mujeres, vistas como transmisoras y cuidadoras de la vida y dedicadas en cambio al negocio opuesto)
Los anglosajones buscaron, con acierto, una absoluta supremacía aérea y naval, así como en material terrestre, pero fue Rusia quien selló el destino del nacionalsocialismo al consumir el grueso de sus fuerzas. Reino Unido y Usa, que tantas dificultades tuvieron ante ejércitos germanos muy inferiores materialmente, no habrían tenido ninguna oportunidad en Europa o África si el Reich hubiera podido emplear allí las fuerzas absorbidas por el frente oriental. Tendrían que haber esperado a la bomba atómica, que los alemanes habían dado por inviable demasiado pronto; pero entre tanto habrían cambiado muchas cosas. Por otra parte anglosajones y soviéticos no eran amigos sinceros y, durante la segunda etapa, hasta la batalla de Kursk, pudo vislumbrarse un final en tablas, mediante una paz separada en occidente o en Rusia.
De ahí puede concluirse que todo dependió de la lucha en la URSS. Al principio, la resistencia inglesa ayudó de modo importante a Stalin, dándole un crucial año y medio para reforzarse. Tenía bastante razón Churchill en una agria reconvención al embajador soviético: “Maiski destacó la extrema gravedad de la crisis en el frente ruso (…); pero cuando me di cuenta de que por debajo había un aire de amenaza en su solicitud me indigné. Le dije (…) “Recuerde que hace apenas hace cuatro meses, en esta isla no sabíamos si se pondrían ustedes del lado alemán contra nosotros. De hecho, nos parecía lo más probable. Pero, de todos modos, estábamos seguros de que terminaríamos ganando. Nunca pensamos que nuestra supervivencia dependiera de lo que ustedes hicieran, en un sentido u otro. Independientemente de lo que suceda y de lo que ustedes hagan, son ustedes los que menos derecho tienen a reprocharnos nada”. Pero desde aquel momento sería la resistencia soviética la que salvase a los aliados occidentales. Lo hizo con cuantiosa ayuda de estos, pero la ayuda recíproca tuvo indiscutiblemente mayor trascendencia. Por lo demás, la colaboración entre los Aliados benefició a todos ellos, lo que no cabe afirmar de la colaboración de Mussolini con Hitler.
Las cifras de la II Guerra mundial están sujetas a constante revisión, como ocurrió con las de la guerra civil española, que las investigaciones hicieron descender a entre un cuarto y un tercio del mítico millón de muertos. Las víctimas mortales de la contienda mundial se cuantifican habitualmente entre 50-60 millones, pero es posible que se reduzcan en varios millones y hasta alguna decena de millones; en cualquier caso sigue siendo el conflicto más sangriento de la historia hasta el presente. Incidió, además, sobre la población civil como no lo había hecho ni de lejos la Primera Guerra mundial, cuyas bajas fueron mayormente militares. En la Segunda suelen estimarse las civiles en torno a la mitad del total, proporción en aumento en los conflictos posteriores. La tendencia se debe, posiblemente, a las formas de “guerra revolucionaria”, “guerra popular” y similares, que involucran forzosa y directamente a la población.
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