Faustine, ten cuidado cuando vengas por Madrid a hacer una de tus rutas culturales...
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“Oí un ruido y vi a Cristina en el suelo con la cabeza sangrando”
La caída del adorno de cemento de un edificio mata a una mujer en el paseo de Recoletos - La víctima paseaba con una amiga que resultó ilesa
El escudo de cemento cayó en el lugar donde los trabajadores salen a fumar
ABEL GRAU - Madrid - 04/01/2008
“Íbamos las dos juntas y todo le cayó a ella. Y a mí, nada...”, se lamenta hasta que el llanto le ahoga la voz. Es Pilar Monteagudo. Aún se pregunta cómo se ha producido la tragedia que acaba de vivir; la que le ha arrebatado a su amiga de la infancia, Cristina Jávea Andrés, cuando caminaba junto a ella a media mañana de ayer por el paseo de Recoletos.
A sus 41 años, las dos acababan de cumplir un viejo sueño: visitar Madrid en Nochevieja y tomarse las uvas en la Puerta del Sol. A media tarde iban a emprender viaje de regreso a Valencia y poco después, a las aulas: Cristina a las de infantil del colegio público Rodríguez Fornos, donde ejercía de maestra, y Pilar a las del instituto Pere Boïl, en Manises, donde es profesora.
Las amigas se habían levantado pronto y tras salir de su hotel, en la calle de Amador de los Ríos, enfilaron el paseo de la Castellana. Iban a visitar el museo Reina Sofía. Era una mañana nublada y ventosa, con algo de lluvia. Al llegar al número 29 del paseo de Recoletos, hacia las 11.15, todo se detuvo de repente. “Oí un ruido y vi una gran polvareda. Me giré y vi a Cristina en el suelo. Tenía la cabeza sangrando”, recuerda Pilar mientras señala una escena invisible en el suelo. La voz se le entrecorta. Se estremece al rememorar la imagen de su amiga de la adolescencia tendida en la acera, entre sangre y cascotes hechos añicos.
“Un señor y otra persona del edificio de al lado me apartaron e inmediatamente llegaron la policía y el Samur”, relata Pilar. Alguien la condujo al cercano café El Espejo. Ya habían llamado a Emergencias. Entre quienes corrieron a ayudar estaba Laidy Seminario, empleada del establecimiento. “Al oír los gritos salimos a la calle. La chica gritaba y su compañera estaba echada boca abajo, muy pálida y en un charco de sangre”, recuerda la trabajadora.
Sobre la acera, Cristina sufría un traumatismo craneoencefálico grave. Los sanitarios del Samur la intubaron antes de trasladarla al hospital Clínico.
Pilar llegó poco después al centro sanitario. Allí supo que lo que le había caído a su amiga en la cabeza era un escudo de cemento de 60 por 80 centímetros. La pieza coronaba la la cornisa del edificio, propiedad de la aseguradora Mapfre, que ahí tiene la sede de su filial de seguros sanitarios, Mapfre Caja Salud. El ornamento se alzaba a una altura de siete pisos, unos 25 metros sobre la acera, según los Bomberos. Cayó al suelo prácticamente entero.
En el Clínico, Pilar sigue quieta y erguida en la silla de una sala hasta que llega María Dolores Jávea, la hermana de la víctima, que acaba de llegar de Valencia pasadas las cuatro de la tarde. Minutos después reciben juntas la noticia fatal: un médico les comunica que Cristina ha muerto.
La maestra fallecida ejercía desde hace casi 20 años. Trabajó en Alcoi (Alicante) y Silla (Valencia) antes de lograr plaza en la capital de la Comunidad Valenciana. Sus allegadas cuentan que “los niños siempre la quisieron mucho”.
Además de la docencia, Cristina era una apasionada del arte, afición que compartía con su amiga Pilar, una mujer de cuerpo menudo que tiene los ojos devastados. Con un hilo de voz, la profesora recuerda que iban a concluir su viaje de cuatro días ayer con una visita al Museo Reina Sofía para disfrutar de la pintura contemporánea.
Era la primera vez que Cristina visitaba Madrid. Pilar había vivido una temporada en la capital y su amiga quería visitar esos lugares típicos de los que, como de otras cosas, habían hablado tanto entre ellas.Hacia las doce del mediodía, mientras Cristina se debate entre la vida y la muerte en el Clínico, siguen cayendo cascotes en la calle. Pero esta vez la acera y la calzada lateral están cerradas. El tramo frente al número 29 del paseo de Recoletos está cubierto de restos de arenisca, cemento y ladrillos.
Bajo la lluvia y un frío intenso, los bomberos examinan las zonas deterioradas. Desprenden pedazos a lo largo de cinco metros de cornisa. El jefe de guardia de Bomberos del Ayuntamiento, Fernando Macías, supervisa la operación. Explica que el desprendimiento del escudo de cemento se debe a un cúmulo de causas. "A veces, la causa de una caída así es el deterioro del edificio, pero otras es simple mala suerte", observa Macías.
La lluvia y el frío que han afectado a la capital en los últimos días han podido alterar la adherencia del escudo, sugiere. Quizá la lluvia se filtró en las grietas. Al bajar la temperatura el agua se congeló y rompió la pieza. Poco después, fuentes de la investigación añaden que la cornisa presenta algunas zonas deterioradas. "No está en el mejor de los estados", explican.
Los empleados de Mapfre Caja Salud esperan a que los bomberos limpien la cornisa para salir. Rosa, una de los entre 40 y 50 trabajadores, señala que en el lugar en el que ha caído el escudo es donde suelen reunirse habitualmente para fumar.
Los que sí vieron la escena del accidente son dos carpinteros, José y Marcial, que trabajan en un local contiguo con amplios ventanales, también propiedad de Mapfre. Al ver el polvo del impacto de los cascotes, ambos salieron a la calle. Allí se encuentran a la herida.
"Me temblaban las piernas, tenía la cabeza abierta. Pensábamos que estaba muerta", declara José, aún visiblemente afectado, a Europa Press. Una opinión con la que coincide uno de los bomberos que presencia cómo los sanitarios del Samur atienden a Cristina. Reconoce que el estado de la víctima era "claramente crítico", por lo que había que "temerse lo peor".
Los servicios de limpieza despejan la acera de cascotes hacia las 13.30. Dejan vallado el tramo de acera inmediato al número 29 por precaución y reabren el lateral de Recoletos al tráfico. Poco después, sólo las vallas amarillas recuerdan el accidente en el que ha perdido la vida Cristina Jávea, una maestra valenciana que, en sus vacaciones, caminaba ilusionada hacia el Museo Reina Sofía para visitarlo junto a su mejor amiga.
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