Eleuterio Fernández Guzmán
En persona
La memoria histórica del deslenguado Carrillo
Antes que nada, tengo que decir que conozco, muy bien, eso que se dice, a veces, de que “excusatio non petita, acusatio manifesta”. Lo digo porque, quisiera disculparme por tratar, hoy lunes, este tema del desmemoriado Carrillo, Santiago, un tanto tarde después de que hiciera las malhadadas declaraciones que le han hecho merecedor del zaherimiento que sigue pero, en verdad, otros temas tenían ocupada esta columna.
Pero, en fin, como todo llega, pues también le ha llegado la hora (¡no caerá esa breva!) a esta persona impresentable, causante de dolor en muchas familias españolas y para la cual parecen no haber pasado 70 años pues continua pronunciándose de una forma que es, evidentemente, tan delictiva como tantas otras veces.
Por otra parte, no es fácil esperar otra cosa de tal individuo.
Este individuo, al que se hace difícil calificar como persona pues no ha demostrado serlo a lo largo de su extensa vida dijo, el viernes pasado, 19 de octubre, mancillando la sede donde lo decía (el Congreso de los Diputados) que los miembros de la derecha actual (unos 10.000.000 de personas, más o menos) son, somos, los mismos de 1936 y, además, “con las mismas ideas” y, por si esta gilipuertez ridícula no fuera, ya, poco, “con los mismos cardenales”
Seguramente podríamos achacar a su avanzada edad que diga estas cosas. Pero como esto no es posible porque va, por ahí, dando clases de ética democrática, habrá que pensar que o bien él no está bien o no lo están las personas que le permiten decir las cosas que dice.
Antes que nada tengo que decir que estimo casi delictiva (seguro que hay algún tipo de delito que contempla esto) su actitud deciendo eso que dice sobre la Iglesia de entonces y la de ahora. Si los actos que cometieron contra sacerdotes, religiosos y laicos que eran, evidentemente, un delito de genocidio religioso como la copa de un pino (¡A que no se recuerda eso Santiaguito!) eran lo que merecían y ahora dice, él mismo, que son iguales y que defienden las mismas ideas, pues entonces... blanco y en botella (ya saben como debe acabar este silogismo). El domingo que viene, 28 de octubre, tendremos la memoria bien preparada cuando en Roma (a partir de las 10:00 de la mañana) se proceda a beatificar a 498 personas (¡personas!) asesinadas vilmente por los compinches de Carrillo (¡A ver si es capaz de negar esto!)
Además, sobre eso de que tienen las mismas ideas y toda la sarta de gileces que micciona por su boca comunista (nada de ex, nada de ex) es bien cierto que la Iglesia tiene las mismas ideas. Al menos, desde hace 2.000 años (sin contar, para esto, el Antiguo Testamento que es el origen de la Iglesia de Cristo) que lleva, la Esposa de Cristo, salvando al ser humano de su mediocridad mundana y dándole la posibilidad de saberse en el Reino de Dios y de disfrutar de ello, las ideas siguen siendo las mismas. Eso debería saberlo y el no tener conocimiento de lo dicho ha de ser, seguramente, lo que no le ha salvado de su mediocridad y de su mundanidad. Debe ser eso.
Lo que no debe esperar es que la Iglesia, y los fieles que nos consideramos hijos de Dios, cambiemos según sople el viento de la historia pues eso es lo que hacen los nihilistas y los subjetivistas, entre los que se encuentra el catedrátido de ética histórica llamado Santiago Carrillo Solares, comunista y colaborar activo en alguna que otra muerte (¡A ver si es capaz de negar esto!) en la Guerra Civil Española.
Sin embargo, no creo yo que este tipo (¡no me salen las palabras para definirlo correctamente, lo reconozco, que no sean un gran taco!) llegue a entender en los años de vida que le queden lo que esto significa pues tan pormenorizadamente se entregaron los de su ideología (en eso la suya también es la misma) a tratar de eliminar toda huella de la Iglesia sobre la tierra de España sin saber (¡Oh soberbia humana!) que eso es, simplemente, imposible.
Además, dice, Carrillo (sólo el nombrar, otra vez, su apellido, me hace muy difícil seguir tecleando) que "La Iglesia... estaba en Cruzada contra la República y ahora contra el sistema democrático”.
Esto está muy bien porque tácitamente ha reconocido que aquella República no era un sistema democrático porque sólo dice que el de ahora sea un tal sistema. Seguramente, le habrá traicionado el subconsciente y, aunque le haya costado más de setenta años reconocerlo, ahora todo sale a la luz. Que no era una verdadera democracia aquel sistema político corrompido desde la raíz (desde las elecciones de 1931) lo prueba que individuos como Carrillo, sanguinario donde los haya, pudieran llegar a mangonear desde su odio salvaje y a deslucir la democracia y cualquier cosa que pudiera parecer de lejos (¡Comunista y demócrata!... ¡Tururú!)
Se atreve a decir, este tipo pasado de rosca mental, que el franquismo aún no es “historia”. Aunque ya sabemos que la memoria histórica que tiene Carrillo es algo curiosa (pues, por la edad seguramente, sólo recuerda lo que les pasó a los suyos) no es menos cierto que el concepto que tiene de franquismo es tan patético como suyo propio.
Lo que, en realidad, no es historia, es el fascismo izquierdista de individuos como Santiago Carrillo Solares, ese tío que, incapaz de reconocer lo mucho de malo que ha hecho a lo largo de su vida, aún se permite el lujo de ir escupiendo sobre la cara de honorables personas que tienen, por decirlo así, la culpa (reconocida como valor) de perdonar, además, a quienes, como él, zahieren, con su sola presencia, la vida de las personas que, no queriendo recordar lo que hizo, se ven obligadas a poner negro sobre blanco lo que este bulto con ojos no deja de traernos a la memoria.
Y es que de alguna manera tiene que salir a la palestra ya que el paredón está tapiado por un tupido velo de supuesto funcionamiento democrático de España y sólo cuando sea descorrido este velo por alguna artimaña nacionalsocialista volverá a ejercer su preferido oficio del “preparados-apunten-fuego”
Aunque todo se verá, Santiago, todo se verá. Tú mantente vivo por si ahora ganáis, aunque sea en el BOE, lo que perdísteis, don escaso de vergüenza, de dignidad y de hombría.
¡Puaj!. Asco me da tener que escribir de alguien que injuria más que habla; que miente más que balbucea; que es, en sí mismo, un desecho de la humanidad, alguien para quien se debería aprobar, ya, haciendo una excepción, el derecho a la eutanasia, ya que tanto les gusta a los sociatas y otros muchos izquierdosos tocados del ala (y que Dios me perdone por haber escrito esto, y me refiero a lo de la eutanasia, no a lo otro)
¡A tu salud, camarada Carrillo!
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