Parafraseando a Richard Sennett, las facetas estructurales del cambio de paradigma económico en el que estamos inmersos se basan en la especialización flexible de la producción, la capacidad de desprenderse del pasado y la seguridad para aceptar la fragmentación. Estas condiciones generan, al no disponer de contrapesos políticos o legales que amortigüen el proceso acelerado de pérdida para los excluidos de la misma, una falta de lealtad para con la propia sociedad por parte de las personas, que ven cambiadas normas éticas de trabajo y relación social por una absoluta flexibilidad, cuyos efectos adversos: pérdida de trabajo, falta de perspectiva futura, frustración personal, siempre recae sobre ellos, mientras los ganadores se lo llevan todo y no dejan nada. Dice Sennett: ”un régimen que no proporciona a los seres humanos ninguna razón profunda para cuidarse entre sí no puede preservar por mucho tiempo su legitimidad”.
La mundialización de la economía se ha reforzado con un aplanador de primera magnitud: la revolución tecnológica basada en las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC). La confluencia de estos dos fenómenos nos permite disponer hoy de un sistema económico en red que trabaja en tiempo real 24/7/365 a escala planetaria. Se ha cambiado de manera significativa tanto la generación de la oferta como la propia demanda.
Las TIC son la base tecnológica o utilitaria para la fase transicional en que estamos inmersos. Incrementa las tasas de cambio por su inmediatez y globalidad de acción: actúa al instante en cualquier lugar (tendremos direcciones IP para Marte). Son por definición automatizadores de procesos y repositorios de información. Su accesibilidad permite la toma de decisiones más fundadas y basada en datos y relaciones. Permite contactar con socios comerciales en cualquier parte, la difusión de precios y oportunidades disminuyendo las barreras de información de monopolios u oligopolios.
El uso intensivo de las TIC provoca un traspaso de empleo entre sectores, manteniéndose o disminuyendo en los sectores de manufactura (tasa anual de crecimiento entre 1992 y 2005 del -0.2%) o finanzas (+1,5%) e incrementándose en servicios de personal (+3,5%) o servicios informáticos (+5,3%) (datos de la Oficina del censo de Estados Unidos: Statistical Abstract of the United States: 1995, Washington DC 1995, pág.417). La repercusión en productividad y salarios no está claramente establecida, aunque parece que la tendencia apunta en la dirección de asociación positiva como expone el trabajo de investigación de IN3: (Las TIC y las transformaciones de la empresa catalana Jordi Vilaseca, IN3-UOC, paginas 68-72)
Varios autores definen la situación actual como un círculo virtuoso basado en tecnologías digitales que amplían continuamente la base tecnológica y geográfica de la producción, distribución y consumo con una demanda creciente en bienes y servicios intensivos en conocimiento (conocimiento como medio) que configura una economía del conocimiento como nueva forma de desarrollo del sistema económico mundial. Un ejemplo podría ser Finlandia con sus clústeres de universidades, empresas y la administración pública, alrededor de Nokia, o el clúster de empresas tecnológicas en Bangalore, India.
Esta acumulación exponencial de conocimiento genera nuevas adaptaciones de bienes y servicios cada vez más personalizados para el consumidor, su difusión e impacto masivo socializando indirectamente este conocimiento ¿contribuye a aumentar la felicidad de los seres humanos?
Es importante resaltar en esta situación transitoria las modificaciones en el comportamiento de los agentes económicos, la relación entre las ramas productivas intensivas en conocimiento y el resto de áreas de actividad, así como las nuevas relaciones entre conocimiento y producción influyen en los elementos productivos básicos: capital y trabajo. No menos importante, el uso del recurso estratégico e intangible del conocimiento altera el análisis económico apuntando a un nuevo sistema, basado en la cuantificación del conocimiento como unidad de intercambio y la introducción del caos y la complejidad, fuera del reino de las ecuaciones lineales y continuas.
Por otro lado, la irrupción de la sociedad del conocimiento podría contribuir a que sociedades de la Periferia, como las denomina Samir Amin, salten directamente al Centro, sin pasar por los pasos intermedios, al estilo de lo que hizo Irlanda en su día, cuando apostó directamente, no por la sociedad industrial sino por la de servicios. Esto puede permitir enormes ahorros (no hace falta cablear un país para darle comunicaciones, con un satélite basta) y ahorrar sufrimientos a varias generaciones futuras.
Estamos al final de una economía basada en estructuras de poder nacionales y al principio de una economía de base mundial, con límites imprecisos (¿hablamos de multinacionales inglesas o españolas cuando su capital es totalmente difuso y su actuación ya es mundial?). ¿Esta mundialización económica avanzará y obligará a los sistemas políticos a evolucionar hacia sistemas mundiales? ¿Europa, Mercosur, Pacífico…generarán cesiones de poder político a estructuras de mayor ámbito o los estados nacionales bloquearán estos procesos de cambio? Las relaciones conflictivas actuales entre la economía y la política son típicas del caos de una situación de transición y la sensibilidad extrema de las variables implicadas hace que las reacciones se magnifiquen enormemente por la misma inmediatez y acceso global a los datos.
La realidad es siempre mucho más compleja y los intereses de los grupos políticos de presión [representados por los estados–nación, -o nacionalidades ;-)] colaboran y compiten con los grupos de mero interés económico. Lo antiguo no quiere desparecer y lo nuevo lucha por surgir.
Samir Amin y Georges Soros son dos ejemplos contrapuestos de la visión sobre la mundialización de las economías y de los resultados de la fase de transición en que nos encontramos.
Samir Amin es un economista marxista, nacido en Egipto y formado académicamente en Francia, ha actuado siempre a favor de causas populares, estando su lucha política e institucional en la izquierda. Su opinión respecto a la mundialización es clara, extendiendo los conceptos marxistas de lucha de clases a la fase actual del capitalismo global, negando la capacidad única al mercado para conducir este proceso y requiriendo actuar políticamente, creando instituciones reguladores mundiales a través de la acción consciente de los estados, o tal vez, de un estado mundial. Amin resume la situación actual en los puntos siguientes:
·Existe un sistema capitalista mundial polarizado en centros y periferias
·Este sistema está en proceso acelerado de globalización
·Este sistema globalizado está en crisis
·No existe un ámbito político mundial que tenga atribuciones suficientes para regular y controlar la economía mundializada
·Frente a la economía mundializada no se está creando una sociedad mundializada
·La acción libre del mercado no es suficiente para resolver la crisis; por el contrario, el mercado es creador de desequilibrios y no tiende, como afirman los neoliberales, hacia el equilibrio.
· Si no se actúa políticamente, la situación sólo puede conducir al caos y al desorden internacional
Contrapuesto a Samir Amin, George Soros, de origen húngaro y residente en Estados Unidos es un filántropo y especialmente, uno de los principales magnates financieros del mundo, famosas han sido sus actuaciones contra la libra esterlina, que llevó a su exclusión del sistema monetario europeo o ser persona non-grata en Malasia por la desestabilización de su moneda. George Soros sorprendentemente coincide con Samir Amin en señalar que el capitalismo financiero dejado a sus anchas, corre serio peligro y que necesita una regulación mundial. Los hechos pueden verse influidos por la formulación de enunciados sobre ellos. Existe, según él, una intensa interacción entre pensamiento y realidad que hace imposible, o casi imposible, sostener la existencia de una realidad estrictamente objetiva en la economía y en la sociedad. Y se fundamenta en su propio ejemplo como gran especulador financiero. No basta un conocimiento de la estructura y evolución de los mercados financieros para predecir el futuro puesto que la propia acción de uno de los agentes activos implica la modificación de las expectativas de los otros y ello modifica el propio comportamiento del mercado.
Pero ese no es el principal problema. El principal problema es que no existe una sociedad abierta global que se corresponda a la economía global que efectivamente existe. Para Soros, que seguía abiertamente las tesis de Popper: ...No existe un sistema político global que se corresponda al sistema capitalista global. Por otra parte, no hay consenso en cuanto a que un sistema político global sea viable ni deseable. Y también: Para estabilizar y regular una economía verdaderamente global es necesario algún sistema global de toma de decisiones políticas. En una palabra, necesitamos una sociedad global que respalde nuestra economía global. Una sociedad global no significa un Estado global. Abolir la existencia de los mercados no es viable ni deseable, pero en la medida en que hay intereses colectivos que trascienden las fronteras estatales, la soberanía de los Estados debe subordinarse al derecho internacional y a las instituciones internacionales.
No podemos ser neutrales, las sociedades abiertas deberían actuar bajo el empuje ciudadano para extender sus políticas por todas partes. Nadie es hijo de un Dios menor.
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Adam Smith apuntó el concepto de emergencia: se llegaba al progreso social a base del equilibrio de los intereses egoístas individuales. Darwin tomó el argumento para explicar la gran variedad de seres vivientes como equilibrio al cabo del tiempo de la selección natural aplicada a organismos elementales. ¿Cuál será el resultado emergente de las fuerzas individuales a que estamos ahora sometidos?
(Escrito por Bose Einstein)
Referencias:
Soros, George (2001). La crisis del capitalismo global. La sociedad abierta en crisis. Madrid: Debate.
Amin, Samir (1999). El capitalismo en la era de la globalización. Barcelona: Paidós.
Vidal Villa, José María (1990). Hacia una economía mundial. Barcelona: Plaza & Janés.
Castells, Manuel (2000). La era de la información. Vol 1. La Sociedad Red. Segunda Edición. Madrid: Alianza Editorial.
Richard Sennett (2000). La corrosión del carácter. Las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo. Barcelona: Anagrama.
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