La buena noticia: el ochenta y tres por ciento de los chinos sólo consume artículos de primera necesidad. Bueno: y tabaco.
La mala: un diecisiete por ciento son muchos chinos.
Claro que hablo nada más que de lo que podríamos llamar consumo final. Pero el asunto se pone llamativo de verdad cuando analizamos el consumo nacional, porque ahí China encabeza la clasificación, por delante de Estados Unidos -e incluso de la Unión Europea considerada como una unidad.
Los chinos se meriendan la mitad de la producción cementera mundial, una tercera parte del acero, entre una cuarta y una quinta parte del cobre y el aluminio, y son el segundo importador de crudo, sólo por detrás de los estadounidenses. En materias primas, devoran el treinta por ciento de la producción global. Esa importación de materias primas, junto con la de maquinaria, se incrementa aproximadamente en un treinta y cinco por ciento al año desde los noventa. El consumo en vehículos superó el año pasado al japonés. Los chinos gastan el doble de acero -y de carne- que los norteamericanos; y un cuarenta por ciento más de carbón y cereales. A pesar del inicio de esta entrada, también son los primeros en el consumo de bienes como televisores -chinos-, móviles -también chinos: unos cuatrocientos millones- o electrodomésticos -mayoritariamente, extranjeros.
La mitad de los cerdos del planeta son chinos. Y una de cada cuatro grúas.
Su crecimiento económico está muy controlado por el estado, para evitar un calentamiento inflacionario que podría suponer una catástrofe. Por eso se limitan a un nueve o diez por ciento anual. Por el momento pueden hacerlo, ya que el consumo doméstico, por ejemplo, supone sólamente un cuarenta y cuatro por ciento del producto interior bruto, mientras que en el resto del mundo anda sobre el sesenta. En 2004, el cuarenta y cinco por ciento del PIB provino de las inversiones estatales. Pero este porcentaje baja cada año.
En China existen sucesos económicos que no se dan en ninguna otra parte, originados simplemente por la cantidad. Las vías de transporte terrestres son insuficientes, por lo que desde hace algún tiempo se estimula la creación de astilleros. Curiosamente, esto crea un nuevo problema: cómo hacer llegar el acero para fabricar más barcos cuando algunos puertos tienen atascos que duran semanas.
Van a su ritmo, pero saben lo que hacen: en 2004, China tuvo un superávit en su balanza de pagos de treinta y tres mil millones de dólares. Si se excluyera el negocio con Estados Unidos, habría tenido un déficit de cuarenta y siete mil millones. Al año siguiente, sin contar a los EEUU, China obtuvo un superávit de diez mil novecientos millones de dólares.
Sus exportaciones totales, entre 2004 y 2005, crecieron un treinta y siete por ciento hacia Estados Unidos, un cuarenta y dos por ciento hacia el Reino Unido, un cuarenta y cuatro hacia Alemania y un setenta y cinco hacia España.
En China se licencian al año más ingenieros que en Estados Unidos y la Unión Europea juntos.
Pierre Cardin tiene treinta fábricas en China. Alguna de ellas tiene cuarenta mil trabajadores.
Volkswagen obtuvo en 2004 un tercio de sus beneficios mundiales en China. General Motors, en el mismo año, una cuarta parte de los suyos.
Si acercamos el foco sobre las personas, en la lista de individuos más ricos de China según los estudios anuales de la Chinese Academy of Social Sciences, quien estaba en 2002 en el puesto quincuagésimo ganaba seis millones de dólares al año; este año, ese puesto lo ocupa quien obtiene ciento diez millones de dólares al año.
Cada curso se licencian cuatrocientos mil chinos; finalizan un máster cuarenta mil; obtienen un doctorado ocho mil.
He intentado copiar también algunas de las previsiones macroeconómicas para las próximas décadas, pero no acertaba con las teclas. El temblor, ya saben. Todo lo anterior son datos actuales o recientes.
Hechos.
Ahora podemos seguir hablando del cambio climático y las nacioncitas.
Etiquetas: Mercutio
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