Hace 184 años aproximadamente, un chico de 17 años cogió un balón en las manos y corrió hacia delante con él. Ese gesto será recordado el próximo sábado por millones de personas cuando el capitán de Inglaterra o el de Sudáfrica levante a “Bill”1
William Webb Ellis era un foundationer2El football corrió una suerte distinta a la de su “creador”. Los vientos de la Historia soplaban a su favor. Gran Bretaña estaba en plena crisis de crecimiento para asumir su papel de potencia hegemónica mundial. Todo estaba cambiando desde la economía hasta la religión. En ese contexto, apareció el Reverendo Thomas Arnold4, que en 1828 fue nombrado Director de la Escuela de Rugby. Entre sus ideas pedagógicas -inclusión de las Matemáticas, las lenguas vivas y la Historia junto a los Estudios Clásicos y con un especial énfasis en la cristianización moral- figuraban dos que serían decisivas para el futuro del football: énfasis en la educación física y la práctica deportiva y autogestión de gran parte de la vida colegial –incluida la disciplina- por los propios pupilos a través de un sistema de prefecturas desempeñadas por los alumnos del Sexto Curso a cuya autoridad estaban sometidos los más jóvenes. El objetivo no era tanto la excelencia académica como que los hijos de la burguesía británica, futuros oficiales de la Marina y Ejército y administradores del Imperio Británico, se convirtieran en “ingleses valientes, trabajadores, sinceros y, sobre todo, cristianos”5.
Como consecuencia de las ideas mencionadas, el ocio de los alumnos de Rugby pasó a ser controlado por los prefectos, con la más laxa de las supervisiones por parte del profesorado. Así, en verano, se jugaba al cricket y, en invierno, al football6A pesar de ser un juego de niños, en él confluían los intereses de todos los implicados. A los maestros victorianos les servía como vehículo de transmisión del Cristianismo muscular que les era propio; a los Prefectos, para consolidar su poder sobre el resto de los alumnos; y a los participantes como medio de integración en la Escuela y, en no pocos casos, como ocasión en la que enderezar algunos agravios cometidos por prefectos demasiado generosos con las varas. También servía como rito de paso para los alumnos más jóvenes que podían demostrar su valor, su frialdad, su destreza y su resistencia al dolor, en suma, su hombría. Aguantar la carga de treinta individuos a pie firme, ser pateado sin piedad en un scrimmage sin quejarse o evitar un dropgoal arriesgando la cabeza les convertía en héroes.
Al abandonar Rugby, los ex-alumnos se llevaron esa Arcadia Feliz de golpes y patadas, símbolo de la alegría feroz y cruel de su infancia, allá donde fueron. Primero a las Universidades, luego al Ejército y la Marina y, por último, a las colonias. Sin embargo, su centro espiritual continuó siendo el patio de recreo de la Escuela de Rugby. Los Old Rugbeians volvían anualmente para disputar un partido contra la Escuela, las controversias sobre las reglas eran remitidas a los alumnos y fueron estos quienes redactaron y publicaron las primeras reglas en 1845. El resto, hasta el próximo sábado, es la historia de cómo los adultos que quisieron seguir jugando pretendieron preservar el recuerdo ideal de esa infancia recordada, creando un planeta propio, en que los valores victorianos permanecieran puros e intactos, sin tener que afrontar las complejas realidades del mundo real.Por eso, a principios del siglo XXI se juega con balones que imitan las vejigas de cerdo infladas que los zapateros ingleses forraban de cuero, los uniformes de juego 
son esencialmente los mismos que se utilizaban a mediados del siglo XIX, señores mayores muy serios anhelan ponerse una gorrita8
son esencialmente los mismos que se utilizaban a mediados del siglo XIX, señores mayores muy serios anhelan ponerse una gorrita8
Desgraciadamente para el football no sólo se mantuvieron las virtudes de la época victoriana, sino también sus defectos. Así que, ante todo, manners before morals. No es extraño, ya que su origen es el de una flagrante violación de las normas; ya saben, nació haciendo trampas. Se puede decir que se trató de un “elegante desprecio por las normas” pero la frase no es más que una obra maestra del eufemismo: William hizo trampas. Los “bárbaros que juegan como caballeros” y cuyo Dios es el fair play olvidan frecuentemente las chisteras en el vestuario para ofrecer un espléndido repertorio de agresiones, placajes retardados y pisotones alevosos. Dependiendo del idioma, los jugadores capaces de hacer cosas como las de la foto serán duros, cancheros o streetwise. Eso sin mencionar el espinoso asunto del dinero antes de la profesionalización del juego. Mientras alguna selección –Escocia- hacía pagar a sus internacionales las camisetas con las que jugaban, otras selecciones tenían en sus filas proporciones extremadamente altas de empleados municipales.De hecho, incluso la propia historia de William Webb Ellis no es más que una leyenda . El reflejo de la necesidad de los seres humanos por historias en los que el protagonista anónimo mata al dragón y se casa con la princesa. La triste realidad es que el football evolucionó gradualmente en contacto con otros juegos de pelota jugados en diversas Public Schools inglesas. No existió el joven paladín que sacara al juego del lodazal del kicking game. Los cambios se produjeron, "darwinianamente", ciegamente, al azar y siguiendo los caminos marcados por el método de “prueba y error”. Los primeros que investigaron la historia eligieron no preguntar y así nació el falso ídolo.
Por mi parte, el sábado preferiré ignorar la racionalidad, seré un niño de nuevo, y volveré a creer que los jugadores profesionales de Inglaterra y Sudáfrica continúan la tradición de juego limpio, compañerismo y nobleza que nos han contado y que les he contado. Les aconsejo que lo vean y disfruten del espectáculo.
Perdón, antes de despedirme y como buen hipócrita victoriano, no puedo por menos que demostrar la superioridad moral de mi deporte. Ahí les dejo el video.
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[1] "Bill" es el sobrenombre del Trofeo William Webb Ellis que se entrega al ganador de la Copa del Mundo de football.
[2] Alumno con derecho a recibir una educación gratuita por residir a menos de diez millas de la Torre del Reloj de Rugby
[3] No sólo en el campo de juego, también existían sospechas de que hacía trampas en los exámenes con el fin de conseguir los premios en metálico que se otorgaban.
[4] El estado de la educación de las upper-middle classes era lamentable, al menos desde un punto de vista moral. Para sus contemporáneos “las Public Schools, eran las verdaderas sedes y criaderos del vicio”. La influencia de Arnold cambió el sistema enteramente y fue asumida por el propio Estado. Para conocer mejor al personaje y el alcance de sus reformas es especialmente recomendable “Victorianos Eminentes”.
[5] Tom Brown’s Schooldays de Thomas Hughes.
[6] El origen de los juegos de pelota es incierto. El antecedente más conocido es el harpastum, practicado por las legiones romanas, y que sobrevivió en los condados orientales de Inglaterra como camp ball. Otros juegos como el hurling o el cnapan han sido mencionados como antecesores de las dos modalidades de football.
[7] La posibilidad de llevar la pelota con las manos no fue el detonante de la escisión entre el Rugby football y el Football Association sino el hacking (zancadilleo). Una parte de los adultos que deseban practicar el deporte encontraban la práctica peligrosa e inconvenientes, mientras que los tradicionalistas les consideraban poco viriles por rechazarla. Irónicamente, hoy no se ve ninguna zancadilla en el football y son habituales en el fútbol FIFA.
[8] En los países de habla inglesa se otorga una cap a los jugadores que son llamados a la selección nacional para partidos de cierta importancia. Por ejemplo, no se otorgan caps en un partido Inglaterra-España.
[9] Al finalizar los dos tiempos de juego, el equipo anfitrión invita a comer y a beber –sobre todo a beber-al equipo visitante. El “tercer tiempo” se celebra incluso en los partidos internacionales de competición. La borrachera colectiva, acompañada de canciones obscenas, no es exclusiva de los equipos menores. John Jeffrey y Mike Skinner, internacionales por Escocia e Inglaterra respectivamente, fueron sancionados por dañar la Calcutta Cup después de patearla por toda la Royal Mile de Edimburgo. Willie Anderson, segunda línea irlandés, fue detenido en Argentina por robar una bandera después de un tercer tiempo con los Pumas.
[10] El ejemplo paradigmático es el de Wayne Shelford, legendario capitán de los All-blacks. Durante un partido contra Francia un pisotón le rajo la bolsa escrotal. Una vez que se la cosieron -el número de puntos necesarios crece con el tiempo- volvió al partido y lo hubiera terminado de no haber acabado con conmoción cerebral. Incidentalmente en el mismo partido ya había perdido varios dientes.
[5] Tom Brown’s Schooldays de Thomas Hughes.
[6] El origen de los juegos de pelota es incierto. El antecedente más conocido es el harpastum, practicado por las legiones romanas, y que sobrevivió en los condados orientales de Inglaterra como camp ball. Otros juegos como el hurling o el cnapan han sido mencionados como antecesores de las dos modalidades de football.
[7] La posibilidad de llevar la pelota con las manos no fue el detonante de la escisión entre el Rugby football y el Football Association sino el hacking (zancadilleo). Una parte de los adultos que deseban practicar el deporte encontraban la práctica peligrosa e inconvenientes, mientras que los tradicionalistas les consideraban poco viriles por rechazarla. Irónicamente, hoy no se ve ninguna zancadilla en el football y son habituales en el fútbol FIFA.
[8] En los países de habla inglesa se otorga una cap a los jugadores que son llamados a la selección nacional para partidos de cierta importancia. Por ejemplo, no se otorgan caps en un partido Inglaterra-España.
[9] Al finalizar los dos tiempos de juego, el equipo anfitrión invita a comer y a beber –sobre todo a beber-al equipo visitante. El “tercer tiempo” se celebra incluso en los partidos internacionales de competición. La borrachera colectiva, acompañada de canciones obscenas, no es exclusiva de los equipos menores. John Jeffrey y Mike Skinner, internacionales por Escocia e Inglaterra respectivamente, fueron sancionados por dañar la Calcutta Cup después de patearla por toda la Royal Mile de Edimburgo. Willie Anderson, segunda línea irlandés, fue detenido en Argentina por robar una bandera después de un tercer tiempo con los Pumas.
[10] El ejemplo paradigmático es el de Wayne Shelford, legendario capitán de los All-blacks. Durante un partido contra Francia un pisotón le rajo la bolsa escrotal. Una vez que se la cosieron -el número de puntos necesarios crece con el tiempo- volvió al partido y lo hubiera terminado de no haber acabado con conmoción cerebral. Incidentalmente en el mismo partido ya había perdido varios dientes.
(Escrito por el Almirante Benbow)
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