Recordarán ustedes a montano, el del Nickjournal de Arcadi antecesor de éste, el que escribía su nick con minúscula de sillón involuntario de academia y comentario firme. Resulta que ha muerto hace poco y bien está rendirle merecido pero discreto homenaje, reservado como era y hubiera querido que se le hiciera. No soy partidario de necrológicas por ser lugar común donde se exhiben retóricas de saldo, cuando no refugio de plañideras o excusa de albaceas espontáneos para alzarse con la propiedad intelectual del difunto. Beatificarlo sería delito de solemnidad y baja traición; ignorarlo, de frivolidad.
Por otro lado, tampoco la muerte revela los secretos de la vida, así que sobra especular sobre ellos o desvelarlos si se conocen. Elogios y críticas ya le fueron hechos en vida y tampoco le hubiera hecho gracia mostrarlos aquí, sin que pudiera defenderse de los primeros y compartir las segundas.
El poder del recuerdo termina por ser mayor que la fuerza de la palabra, así que es mejor dejar que se expliquen otros: Chateaubriand habla en sus Memorias de ultratumba de ese “firme amor a la libertad que es el patrimonio principal de la aristocracia, [la cual] cuenta con tres épocas sucesivas: la época de la superioridad, la de los privilegios y la de las vanidades.” Vivir cuánto y cómo cada una de ellas es cosa de cada uno, sin tener por qué rendir cuentas.
Para evitar cualquiera de esas hipotecas sobre su memoria que hubiera supuesto hablar sobre su vida, esta entrada iba a consistir en una selección de sus comentarios pero no ha sido posible encontrarlos, así de feroz es el paso del tiempo. De modo que sirva esto como acto de complicidad y recordatorio de alguien que fue apreciado.
Son estos versos para Andrés:
No me seas tan sinvergüenza,
Traperillo de Lavapiés.
(El resto del poema en mi blog.