LAS PESQUISAS DE MARCELLO
El hijo de Satanás
El mandril de la COPE, Federico Jiménez Losantos, que se quedará en tití cuando el cardenal Rouco —que tendrá que ponerle una vela a Zapatero y otra a Rajoy— lo jubile en la primavera, sigue haciendo obras de caridad a través del micrófono que todos los días le brinda la Conferencia Episcopal, y se ha tomado la licencia de llamarle “hijo de Satanás” a Gallardón, lo que dicho desde ese púlpito episcopal tiene una especial relevancia. Sobre todo en este tiempo donde el Papa Benedicto XVI amplía la lista de los pecados capitales, especialmente contra los ricos, y les avisa de que el infierno los está esperando con las puertas abiertas y las calderas encendidas.
El cabreo del mandril crece a medida que se le acumulan las querellas de las mentiras del 11-M, del ex director de ABC, Zarzalejos, y del alcalde de Madrid, Gallardón, a quien llegó a acusar de no querer que se supiera la verdad del 11-M, y de dar la espalda a las víctimas de la masacre. Lo que es pasarse de la raya, y él considera comentarios coloquiales, al albur de la libertad de expresión.
Para que eso parezca así se ha liado a palos con Rajoy por consentir que el alcalde le presente una querella, como si el líder del PP fuera el dueño de la libertad y del honor de Gallardón. Al contrario: el PP debía haberse sumado a querella contra el mandril Losantos, y nunca haber consentido esa cadena de ataques personales de esa jaez, por ejemplo, negándose a participar en la COPE con los mismos, o más motivos, con los que se negaron a asistir a la SER, una vez que Polanco hizo su particular uso de la libertad de expresión contra el PP acusándolo de guerracivilista.
Pero llama poderosamente la atención que el mandril copero haya citado, en calidad de sus testigos de cargo contra Gallardón, a Esperanza Aguirre, Eduardo Zaplana y Ángel Acebes que, al parecer, tienen previsto declarar contra el alcalde y compañero del PP. Lo que sería asombroso y sí podría tener consecuencias dentro del PP. Pero también da la impresión de que el mandril Losantos y sus tres mosqueteros del PP no parecen haber tenido en cuenta el alcance y los riesgos de semejante comparecencia por dos razones.
Porque Aguirre, Zaplana y Acebes serán también interrogados por el abogado de Gallardón, quien les puede preguntar —con riesgo de que ellos incurran en falso testimonio— por su relación política y personal con el querellado. Y si les han hecho algún tipo de favor político, del estilo de concesiones de canales de TV digital, o gestiones con otros de los dirigentes de este partido a favor de los negocios de Losantos en internet y la televisión digital, o búsqueda de socios financieros, o ayudas de Cajas de Ahorro. Muchas de las cosas que son públicas y notorias y ante las que una mentira podría implicar a los testigos en el falso testimonio, y una verdad, en el presunto delito de tráfico de las influencias políticas. ¿Hubo favor en la concesiones de cuatro de los canales de televisión digital al mandril en Madrid? ¿Hicieron Aguirre y Acebes llamadas a Murcia y Valencia para que le dieran más? ¿Hablaron ellos con empresarios y banqueros para facilitarle financiación? ¿Gestionó Zaplana —como lo va diciendo por ahí el ínclito de Seseña— con Paco el Pocero su entrada en los negocios de Losantos. Si sale todo esto en el juicio, que puede salir, entonces a los tres mosqueteros del mandril se les caerán los palos del sombrajo.
Pero todo esto tiene otra segunda lectura, como es la de que el juicio podría, con la declaración de estos tres, poner al descubierto la trama de un espectacular tráfico de influencias políticas, con cierto aroma a corrupción, de las que se ha beneficiado este enloquecido personaje, que se presenta como el denunciador de medio mundo y como liberal (o te mato) donde los haya. Y que podría quedarse en un presunto beneficiario del delito de tráfico de influencias políticas, a cambio de apoyo mediático (o protección, como en la mafia), que les ha dado a estos tres, lo que, en definitiva, sería tanto como quitarles a todos la careta a la vez.
Algo de esto se huele el tal Federico —y tiene horrorizados a los cardenales— y por ello ha vuelto a perder los nervios y le ha llamado a Gallardón “Hijo de Satanás”, por no llamarle, directamente, “hijo de puta”, que es lo que, a lo mejor, le pedía su cuerpo serrano y gentil, pero eso, quizás, podía haber acelerado su caída del púlpito radiofónico, lo que habría provocado las iras del palacio de la Moncloa, donde saben que gracias a la COPE Zapatero ha ganado las elecciones vistiendo, gracias a ello, con andrajos de la caverna al PP.
Especial elecciones 2008
El rey 'constitucional' cumple 70 años
Resumen informativo: Anuario 2007
Seguimiento de la sentencia del 11M
Pablo Sebastián, Esperanza Aguirre no se atrevió
Germán Yanke, El equipo viejo de Rajoy
F. G. Urbaneja, Entre Cibeles y en Congreso (vaya mañanita)
Marcello, El hijo de Satanás
Josep Borrell, Paisaje tras las batallas
Miguel Platón, Claves de una victoria
José Javaloyes, Iraq, Estado fallido
Primo González, El final de la crisis crediticia
Jaime Peñafiel, Paco Rocasolano, un taxista en la Corte
Daniel Martín, Laica y Bendita Semana Santa
Antonio Cubero, ¿Y si Alonso no volviera a ganar?
Julián G. Candau, Villarreal y Getafe, el nuevo orden
Martinmorales, Cansancio en Génova
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El hijo de Satanás
El mandril de la COPE, Federico Jiménez Losantos, que se quedará en tití cuando el cardenal Rouco —que tendrá que ponerle una vela a Zapatero y otra a Rajoy— lo jubile en la primavera, sigue haciendo obras de caridad a través del micrófono que todos los días le brinda la Conferencia Episcopal, y se ha tomado la licencia de llamarle “hijo de Satanás” a Gallardón, lo que dicho desde ese púlpito episcopal tiene una especial relevancia. Sobre todo en este tiempo donde el Papa Benedicto XVI amplía la lista de los pecados capitales, especialmente contra los ricos, y les avisa de que el infierno los está esperando con las puertas abiertas y las calderas encendidas.
El cabreo del mandril crece a medida que se le acumulan las querellas de las mentiras del 11-M, del ex director de ABC, Zarzalejos, y del alcalde de Madrid, Gallardón, a quien llegó a acusar de no querer que se supiera la verdad del 11-M, y de dar la espalda a las víctimas de la masacre. Lo que es pasarse de la raya, y él considera comentarios coloquiales, al albur de la libertad de expresión.
Para que eso parezca así se ha liado a palos con Rajoy por consentir que el alcalde le presente una querella, como si el líder del PP fuera el dueño de la libertad y del honor de Gallardón. Al contrario: el PP debía haberse sumado a querella contra el mandril Losantos, y nunca haber consentido esa cadena de ataques personales de esa jaez, por ejemplo, negándose a participar en la COPE con los mismos, o más motivos, con los que se negaron a asistir a la SER, una vez que Polanco hizo su particular uso de la libertad de expresión contra el PP acusándolo de guerracivilista.
Pero llama poderosamente la atención que el mandril copero haya citado, en calidad de sus testigos de cargo contra Gallardón, a Esperanza Aguirre, Eduardo Zaplana y Ángel Acebes que, al parecer, tienen previsto declarar contra el alcalde y compañero del PP. Lo que sería asombroso y sí podría tener consecuencias dentro del PP. Pero también da la impresión de que el mandril Losantos y sus tres mosqueteros del PP no parecen haber tenido en cuenta el alcance y los riesgos de semejante comparecencia por dos razones.
Porque Aguirre, Zaplana y Acebes serán también interrogados por el abogado de Gallardón, quien les puede preguntar —con riesgo de que ellos incurran en falso testimonio— por su relación política y personal con el querellado. Y si les han hecho algún tipo de favor político, del estilo de concesiones de canales de TV digital, o gestiones con otros de los dirigentes de este partido a favor de los negocios de Losantos en internet y la televisión digital, o búsqueda de socios financieros, o ayudas de Cajas de Ahorro. Muchas de las cosas que son públicas y notorias y ante las que una mentira podría implicar a los testigos en el falso testimonio, y una verdad, en el presunto delito de tráfico de las influencias políticas. ¿Hubo favor en la concesiones de cuatro de los canales de televisión digital al mandril en Madrid? ¿Hicieron Aguirre y Acebes llamadas a Murcia y Valencia para que le dieran más? ¿Hablaron ellos con empresarios y banqueros para facilitarle financiación? ¿Gestionó Zaplana —como lo va diciendo por ahí el ínclito de Seseña— con Paco el Pocero su entrada en los negocios de Losantos. Si sale todo esto en el juicio, que puede salir, entonces a los tres mosqueteros del mandril se les caerán los palos del sombrajo.
Pero todo esto tiene otra segunda lectura, como es la de que el juicio podría, con la declaración de estos tres, poner al descubierto la trama de un espectacular tráfico de influencias políticas, con cierto aroma a corrupción, de las que se ha beneficiado este enloquecido personaje, que se presenta como el denunciador de medio mundo y como liberal (o te mato) donde los haya. Y que podría quedarse en un presunto beneficiario del delito de tráfico de influencias políticas, a cambio de apoyo mediático (o protección, como en la mafia), que les ha dado a estos tres, lo que, en definitiva, sería tanto como quitarles a todos la careta a la vez.
Algo de esto se huele el tal Federico —y tiene horrorizados a los cardenales— y por ello ha vuelto a perder los nervios y le ha llamado a Gallardón “Hijo de Satanás”, por no llamarle, directamente, “hijo de puta”, que es lo que, a lo mejor, le pedía su cuerpo serrano y gentil, pero eso, quizás, podía haber acelerado su caída del púlpito radiofónico, lo que habría provocado las iras del palacio de la Moncloa, donde saben que gracias a la COPE Zapatero ha ganado las elecciones vistiendo, gracias a ello, con andrajos de la caverna al PP.
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