Excelente análisis de Tsevanrabtan en su blog. A ver si alguno aprende la lección magistral.
Sin perdón
He leído con retraso la entrevista a Rosa Díez en la versión que alguien colgó en el nickjournal que creo es una versión reducida respecto de la que salió publicada. Bueno, sirve para hacerse una idea sobre algunas cosas importantes.
Pero antes de entrar en harinas quiero hacer algunas reflexiones. Todos los que me conocen saben que, con todos los matices que se quieran y con la consecuencia nefasta de la etiqueta y la reducción, me he definido como liberal. No soy de izquierdas y nunca lo he sido. Cuando me hablan de promover la igualdad me pongo a la defensiva. Pero hubo quienes, en determinado momento escribieron que defenderían la …
“ -Libertad e igualdad. Será un partido que promoverá el espíritu crítico y el debate racional, haciendo suyos los principios heredados de la Ilustración. Defenderá la igualdad ante la ley y los derechos que caracterizan a las sociedades realmente democráticas, incluido el de recibir la protección del Estado para asegurar una Sanidad digna, un sistema de pensiones que asegure el bienestar en todas las etapas de la vida y un sistema educativo de calidad. Asimismo, el partido defenderá que el Estado promueva la igualdad de oportunidades de forma que ni el origen étnico, ni el idioma, ni el sexo, ni la posición económica de la familia, determine privilegios.”
Yo no lo habría escrito exactamente así, pero es indudable que si la igualdad de la que me hablan es la igualdad ante la Ley y la igualdad de oportunidades entendida como desaparición de privilegios mediante un sistema educativo de calidad, no tengo problemas para hacer mías esas ideas. Y tampoco, aunque ahí habría que ir a los contenidos, estoy en desacuerdo con que el Estado mantenga un sistema sanitario y de pensiones digno. Cuando ese manifiesto se convirtió en Ideario se cambió esa referencia a los principios heredados de la Ilustración por una referencia al liberalismo progresista y socialismo democrático. Esas expresiones no me gustaban demasiado, pero escribí que dentro de un partido que afirmaba la defensa del espíritu crítico y el debate racional yo pelearía por llevar el ascua a mi sardina cuando hubiese que discutir sobre programas y líneas programáticas. Sabía que iba a ser difícil, pero pensaba intentarlo mientras las cosas no se apartasen demasiado de mi posición básica.
Por desgracia, en un año, y aun siendo miembro del órgano que en C’s debía fijar las líneas maestras, no hubo discusiones políticas prácticamente. Se discutió mucho, pero sobre otras cosas, bastante menos estimulantes y que no vienen al caso. Al final se quedaron las etiquetas y cada vez fue más poderoso el discurso de los que nos decían a los “liberales” que no entendían qué hacíamos en un partido de centroizquierda.
Por otro lado, el nuevo ideario de C’s no me interesa y no hablaré de él, porque las personas que se supone que lo van a defender no me merecen la mínima confianza, así que, aunque coincidiera con él (cosa que no sucede), daría igual, porque hacen falta hombres que cumplan lo que firman.
Sigo con la digresión y perdonen que me extienda.
Ya antes de aparecer UpD tenía noticia de que Rosa Díez, al menos, iba a marcharse del PSOE y fundar un partido. Y cuando saltó la noticia personas que habían salido de Ciudadanos y que estaban en la “pomada” me plantearon (a mí y a otros) que entrase en el nuevo partido para seguir realizando la labor que habíamos intentado hacer en C’s. Y me lo han seguido planteando de manera recurrente durante estos meses. Yo les agradezco a esas personas que piensen en mí a pesar del ruido que hice en C’s y que pensé me había amortizado.
He contestado que no. La verdad es que el año en C’s me había agotado bastante, y que abandoné algunas cosas importantes, pero hubo y hay una razón añadida. Desde el principio las declaraciones y el perfil de los fundadores me hicieron sospechar que el partido que se fundaba iba a ser claramente un partido de izquierda y originado en la izquierda. Naturalmente me parece que tienen perfecto derecho a ello. Sin embargo, también es cierto que desde el principio manifestaron querer asumir la idea de transversalidad que aparecía en muchos de aquellos textos que tanto nos gustaron a algunos. Pero creo que lo hicieron sin convicción y que cuando manifiestan buscar el voto liberal no lo dicen sinceramente (sin perjuicio de que todos los votos sean siempre bienvenidos, claro).
Me explicaré utilizando la entrevista.
Veamos un par de preguntas y respuestas:
“Justino Sinova: ¿Qué es Unión Progreso y Democracia (UPD)? ¿Un partido de izquierdas, socialista, transversal...?
Rosa Díez: UPD nace desde la izquierda e incorpora en su seno y entre sus votantes a mucha gente del liberalismo igualitario. Tiene un proyecto transversal; es decir, se presenta a las elecciones para unir lo que nunca debió de separarse y para trabajar desde la necesidad de recuperar los consensos básicos. Defenderá posiciones de progreso en todas las políticas que se planteen, sin ningún Pacto del Tinell y sin ningún cinturón sanitario. Analizaremos cada propuesta y las que nos parezcan de progreso las apoyaremos, las proponga quien las proponga. Diremos que no a las que nos parezcan regresivas, aunque se planteen desde la supuesta izquierda.
Pedro J. Ramírez.- Es la primera vez que oigo hablar del liberalismo igualitario...
R. D.- Siempre se habla del liberalismo en términos económicos. Yo creo que hay un liberalismo político que defiende la igualdad entre los ciudadanos desde una posición liberal. No sé si es una descripción correcta, pero a mí me gusta describirlo así.
Rafael Moyano.- ¿Hacía falta crear un partido nuevo para desarrollar este proyecto? ¿No tenía ningún futuro hacerlo dentro del PSOE?
R. D.- Al menos, yo he llegado a esa conclusión. Durante muchísimo tiempo he creído que era posible defender esta posición desde dentro del PSOE. Cuando yo me afilié, hace más de 30 años, lo más importante para mí no era ni siquiera la ideología -sin perjuicio de que yo era y me sigo considerando socialista-, sino su proyecto progresista, pero sobre todo igualitario, en el sentido de que buscaba garantizar la igualdad de todos los españoles. Esa seña de identidad, no exclusiva de este partido pero sí característica, se ha perdido. He intentado defender esto y he fracasado. El PSOE no es que esté catatónico, es que está muerto. Y sólo reacciona ante la pérdida de poder. Además, no va a resucitar porque José Luis Rodríguez Zapatero pierda las elecciones. El PSOE no tiene pulso, no tiene fibra, no tiene ningún tipo de reacción política ni entre sus bases ni entre sus dirigentes. Sólo desde la competencia electoral es posible que dentro del PSOE haya una reflexión. Aunque nosotros no nacemos para moderarlo.”
Éstas son declaraciones de la portavoz principal del partido y de quien va a ser, presumiblemente, cabeza de lista por Madrid. Naturalmente, lo que dice me produce sarpullidos.
En primer lugar, porque eso que llama “liberalismo igualitario” es contradictorio. No sé qué significa que existe un “liberalismo político que defiende la igualdad entre los ciudadanos desde una posición liberal”, salvo que se trate de una afirmación trivial. El liberalismo siempre se ha basado en la defensa de la libertad, incluida la económica, con una limitación, lo mayor posible, del poder coactivo del Estado. Nunca ha promovido la igualdad material (al menos como programa fundamental). Cree que debe existir un marco jurídico común que permita la máxima expansión basada en decisiones individuales libres, considerando el hecho de que el individuo tiene derecho a decidir qué le conviene y en que el conjunto de decisiones promoverán un beneficio común que se deriva de la expansión de la riqueza. Desconfía del Estado y de las políticas que pretenden promover la igualdad, en la medida que encorsetan a todos y generan mayor pobreza o frenan la expansión económica. De ahí que sólo excluya determinados ámbitos que definen al Estado moderno, como monopolizador del poder coactivo y en las versiones menos fundamentalistas, el mantenimiento de servicios mínimos de sanidad y de seguridad social y otros que son producto de la complejidad creciente de las sociedades actuales (versión esta que además ha triunfado sustancialmente en todas las sociedades modernas, aunque no me extenderé sobre esto porque lo que escribo ya va para largo), porque el liberalismo es compatible con la inversión del Estado en educación, en la medida en que beneficia la puesta a disposición del cuerpo social de los mejores, sea cual sea su origen, de forma que puedan explotar íntegramente sus capacidades. Ese discurso, un discurso antioligárquico es, a mi juicio, liberal por antonomasia, porque la liberal es la ideología de las burguesías que lucharon contra las aristocracias paralizantes. El liberalismo no puede ser igualitario porque no pretende igualar sino lo contrario. Porque maximiza las diferencias, ya que éstas son resultado de las capacidades, la suerte, las condiciones concurrentes, las decisiones adoptadas o el tesón. Pero a la vez defiende una dinámica social que amplía la tarta y mejora comparativamente el conjunto de la vida de la gente.
¿Hay algo de esto en la respuesta de Rosa Díez? No. Para ella la transversalidad es la recuperación de los consensos constitucionales. Véase que en una de sus respuestas dice de Basta Ya que “hemos aprendido a trabajar por lo que nos une, como españoles, en transversal”. Para mí era analizar en concreto cada problema y ver cuál podía ser la respuesta adecuada sin rechazar aquéllas etiquetadas de determinada manera. La clásica respuesta de la izquierda a la energía nuclear es un buen ejemplo.
Además Rosa cree que sólo se deben aceptar las soluciones de progreso y no las regresivas. En sentido estricto todos estaríamos de acuerdo. Todo el mundo defiende que sus medidas hacen progresar a su sociedad (incluyendo los nazis o los comunistas). Pero yo no creo que Rosa Díez utilice esos términos porque sí. No, se refiere a algo propio de la izquierda, que ha asumido que su programa (hablo del programa de la socialdemocracia europea y de los liberales americanos) conduce al progreso porque aumenta la igualdad. Me temo, claro está, que muchos de mis odios favoritos, que incluyen la política de subvenciones de la mayor parte de los gobiernos europeos, pronto aparezca en su programa. La lista con las políticas a favor de la promoción de la igualdad de la mujer mediante políticas activas o de la promoción de la cultura y las manifestaciones artísticas serán las primeras. Estoy absolutamente convencido. Aunque cuando se le pregunte por el programa termine diciendo vaguedades.
Y lo estoy porque la propia Rosa manifiesta que eso, eso mismo, es lo que ella ha defendido durante treinta años en el PSOE. Eso es muy clarificador, porque treinta años, una reclusión mayor, son muchos años. Y las políticas del PSOE son las de la socialdemocracia, por muy “light” que se quiera. El problema es que Rosa no parece haber evolucionado. Para ella el PSOE de los 80 y los 90 es un buen ejemplo de lo que ella pretende conseguir. Mala cosa es ésa para convencer a los liberales. No. No me parece que haya sitio ahí para gente que defienda una reducción del tamaño del Estado y un cambio de punto de vista, más alejado de la visión estática de los que creen que pueden gobernar las relaciones humanas y más cercana a los que piensan que ya es bastante con crear un entorno que las haga posibles sin traumas.
Por otro lado, y para no hacer esto más largo, voy a dejar de lado algunas cuestiones golosas, como que se proclame como intención “promover la democracia interna en los partidos” cuando se está retrasando su primer congreso para dentro de dos años (lo que dificulta absolutamente cualquier labor de oposición dentro del partido); que cuando se le recuerda que el PSOE defendió el sistema de elección del CGPJ (y que nunca lo criticase) salga con la boutade de que como en el PSOE no fue primordial el debate tampoco lo fue para ella, como si fuese un mueble, y como si ese debate no hubiera sido importante entre partidos, en vez de reconocer que metió la pata entonces y que ha rectificado; sus declaraciones sobre el GAL y el pacto con el PNV que producen, siento decirlo así, vergüenza ajena si hemos de considerar que es una mujer inteligente que no vivía en Jamaica. También dejaré su lúcido examen de la respuesta judicial actual a Batasuna y respecto de Ibarreche.
Me voy a centrar en lo peor. En algo muy grave.
Copio literalmente:
”P. J. R.- Sesión de investidura: UPD tiene la llave. ¿Quién sale presidente, Mariano Rajoy o Zapatero?
R. D.- Quien esté más de acuerdo con lo que nosotros proponemos. De verdad.
P. J. R.- Vamos a preguntarlo de otra manera: ¿sería una opción poder respaldar la investidura de Zapatero después de lo que ha pasado durante estos cuatro años?
R. D.- La misma respuesta que le acabo de dar: vamos a ver qué pasa en las elecciones. Dicho esto, hay personas que tienen que acreditar otra vez su confianza, y Zapatero la tiene bastante perdida.”
No hace mucho expliqué las razones por las que votaría en las próximas elecciones al PP. Ahora tengo otra más. Creo en la retribución y en la alternancia. Es absolutamente imprescindible el cambio de partidos gobernantes y de personas. Zapatero y el partido que gobierna ya no pueden recibir la absolución en estas elecciones. Su comportamiento a lo largo de esta legislatura ha sido tan extraordinariamente irresponsable que no basta con el reconocimiento de los errores y la promesa programática de cambiar el curso. No. Esto debería ser diáfano para Rosa Díez. Si pretendía credibilidad sólo cabía una respuesta: en esta legislatura que comienza, con este PSOE, no pactaré bajo ningún concepto, aunque copie nuestro programa de Gobierno. Porque estamos hablando del carácter de unos gobernantes que han demostrado estar dispuestos a utilizar los poderes del Estado para destruir el edificio común y sus reglas básicas. Quien no afirma, una vez pasado lo pasado, que el voto de investidura será para el PP como único partido que puede aspirar a gobernar además del PSOE, sin perjuicio de que luego le apriete las tuercas en asuntos concretos, no puede aspirar a merecer mi respeto. Demasiado cálculo hay en esas palabras. Ahí se diluye el héroe cívico y reaparece la consejera del Gobierno vasco que da respuestas de mal pagador cuando la preguntan por eso del GAL, eso que pasaba a miles de kilómetros de sus “debates primordiales”.
Siento mucho escribir esto por el afecto que tengo a algunas personas que se han embarcado en UpD. Deseo una rectificación pronta. Para ello no estaría de más que Rosa Díez no insistiera tanto en que ella no ha cambiado, que el que ha cambiado ha sido el PSOE. No tanto por la presuntuosidad que asoma, como por el hecho de que ese PSOE del que tan orgullosa está es una referencia que, junto a las luces, proyecta una sombra de sectarismo, clientelismo, corrupción y crimen.
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