Aparecieron en todas las medios de comunicación del mundo de finales de los 60 y principios de los setenta. Fotografías de niños negros esqueléticos, con vientres descomunales, cabezas desproporcionadas y ojos hundidos y sin brillo. Símbolos de la miseria y el hambre de África. Después de ellos, hemos visto morir de kwashiorkor1
La trágica paradoja es que eran ibos nigerianos, una de las dos tribus africanas2
Así pues en 1960, fecha de
Nigeria nació con las mejores perspectivas, era “la gran esperanza negra”, tenía una economía moderna gestionada por empresarios locales, contaba con una clase educada y acostumbrada a gestionar los asuntos públicos, con un número significativo de ciudadanos acostumbrados al gobierno democrático y además, con el reciente descubrimiento de grandes reservas de petróleo en el delta del Níger, el hogar ancestral de los ibo.
A pesar de todo, Nigeria no pudo superar los problemas de derivados de su origen. Los británicos no se molestaron demasiado en colonizar un territorio cultural, económica y demográficamente coherente, se limitaron a crear una federación por su propia conveniencia. Junto a los ibos, vivían en territorio nigeriano otros trescientos grupos étnicos. Los dos más importantes eran y son: los musulmanes hausa/fulani en el Norte y los mayoritariamente animistas yoruba , en el Oeste. Como buenos vecinos, desconfiaban los unos de los otros como consecuencia de una larga historia de enfrentamiento y sólo estaban unidos por la envidia y el odio hacia los poderosos y triunfadores ibos.
La constitución federal de Nigeria garantizaba a cada una de las mayorías regionales el poder en su hinterland pero no hizo nada por crear una identidad nacional nigeriana. Los partidos políticos, que aparecen a partir de 1945, se implantan según delimitaciones tribales o regionales. Tribalismo y regionalismo harán así irrupción brutalmente en la liza política, poniendo un obstáculo definitivo a la formación de todo sentimiento nacional.
En las elecciones para la asamblea federal que se desarrollaron en 1959, en aplicación de la constitución adoptada dos años antes en Londres, tres grandes partidos, correspondientes a las tres grandes regiones de Nigeria, se pusieron en evidencia: El NPC (North People Congreso, hausa/fulani) dirigido por Sir Abubakar Tafawa Balewa, obtuvo 142 escaños. El NCNC (National Council of Nigeria and Camerons, Ibos), se apuntó 81 escaños. En cuanto al Action Grup (yoruba), de Awolowo y de Enahoro, debió contentarse con 73 escaños.
Puesto que ningún partido consiguió la mayoría absoluta, el líder del más numeroso, Abubakar Tafawa Balewa, hubo de formar un gobierno de coalición. El NPC se alió al NCNC. Esta "combinación", digna de las "grandes democracias occidentales", echó a la oposición al tercer partido, el Action Group. En el terreno regional, cada partido, de hecho, gobierna en su región.
Los escándalos financieros y electorales provocan el 15 de enero de 1966, que un grupo de jóvenes oficiales Ibos, con el mayor Nzeogwu y el general Ironsi al frente, se apodeean del poder asesinando a las dos personalidades más famosas del Norte, el primer ministro federal, sir Abubakar Taffawa Balewa, y el primer ministro de la región del Norte sir Alabadj Ahmadou Bello Sardauna de Sokoto. Deseaban hacer de Nigeria un estado unitario ante la desconfianza de los nordistas, que creen que los Ibos van a apoderarse del país entero. De modo que acogen con un respiro el nuevo golpe de estado de julio de 1966, en el transcurso del cual el general Ironsi es muerto a su vez. Le sucede un joven de treinta y dos años, perteneciente a una tribu cristiana minoritaria del Norte, el general Yacubu Gowon, que recupera el federalismo original.
Para celebrar la victoria nordista en el golpe de estado, yorubas y hausas se dedican a masacrar a los ibos que residen en su territorio. Miles de personas son asesinadas, pierden sus patrimonios y se ven obligados a huir de sus casas. Los ibos acaban de descubrir los inconvenientes que tiene su sobrenombre: “los judíos de África”. Cuatro millones y medio de refugiados se dirigen a Iboland.
Cuando el general Gowon reclama la reanudación de los trabajos de la conferencia constitucional, el teniente coronel Ojukwu, gobernador de la región oriental, se niega a enviar a sus delegados. El nuevo jefe del gobierno federal intenta entonces reunir al consejo militar supremo, del que forma parte Ojukwu, quien anuncia su intención de no tomar parte en él. El general Ankrah, jefe del estado de Ghana, en un laudable deseo de hacer de mediador, propone entonces una reunión del consejo militar nigeriano en Aburi, Ghana. Las discusiones, pues, se desarrollan allí, el 4 y el 5 de enero de 1967, y desembocan en el famoso acuerdo de Aburi, que aumenta notablemente, en fuertes proporciones, los poderes de los gobiernos regionales. Nunca en Nigeria se había ido tan lejos en materia de descentralización. El acuerdo confería plenos poderes a los gobiernos regionales para la gestión de sus asuntos. Las decisiones concernientes al conjunto del país - seguridad exterior, finanzas, asuntos exteriores - exigirían el concurso de todos los gobiernos regionales.
Ninguna de la parte fue sincera y ninguna cumplió. Gowon no aplicó los acuerdos de descentralización y Ojukwu declaró la independencia de Biafra en 1967. La guerra se hizo inevitable.
A pesar de la superior determinación de los ibos, acorralados y sin lugar a donde ir, el resultado estaba tan cantado como el de
En 1970, el sueño de Biafra terminó. Con él murieron entre uno y dos millones de personas. Hoy los ibos se han recuperado, volvieron al trabajo, emigraron, hicieron nuevas fortunas. Los judíos de África y las ventajas del federalismo.
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