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01 octubre 2007
El federalismo mata


Aparecieron en todas las medios de comunicación del mundo de finales de los 60 y principios de los setenta. Fotografías de niños negros esqueléticos, con vientres descomunales, cabezas desproporcionadas y ojos hundidos y sin brillo. Símbolos de la miseria y el hambre de África. Después de ellos, hemos visto morir de kwashiorkor1 a otros niños en muchos países africanos -Etiopía y Eritrea, Somalia, Sudán, Chad- pero el honor de ser los primeros será siempre suyo: de los niños muertos en la Guerra de Biafra.

La trágica paradoja es que eran ibos nigerianos, una de las dos tribus africanas2 que, con anterioridad a la época colonial, habían desarrollado con un sistema político democrático, garantizaban la igualdad entre los ciudadanos y los miembros de los Consejos de Notables eran elegidos exclusivamente por sus méritos. No conocían ni las castas ni los privilegios políticos hereditarios y valoraban por encima de todo el desempeño individual. Estas características hicieron que su contacto con los británicos les fuera provechoso a pesar del trauma de la ocupación, a la que nunca dejaron de resistirse. Desde 1850 y con el reclamo de la educación, los ibos se convirtieron al Cristianismo y acudieron a las escuelas de las misiones británicas. Muy pronto empezaron a viajar al propio Reino Unido para cursar carreras universitarias. Abandonaron la agricultura de subsistencia para convertirse en funcionarios del gobierno colonial, empresarios agrícolas, comerciantes, banqueros, profesionales liberales y técnicos siguiendo la política de “desarrollar los recursos de la colonia, por y para los colonizados” adoptada para Nigeria por el Reino Unido. La colonización de Nigeria parecía un ejemplo del manual del buen colonizador.

Así pues en 1960, fecha de la Independencia de Nigeria, los ibos constituían la elite política y económica del nuevo Estado. Cualquiera de ellos podía esperar antes una educación en Inglaterra –pagada por sus paisanos de la aldea- que la muerte por hambre.

Nigeria nació con las mejores perspectivas, era “la gran esperanza negra”, tenía una economía moderna gestionada por empresarios locales, contaba con una clase educada y acostumbrada a gestionar los asuntos públicos, con un número significativo de ciudadanos acostumbrados al gobierno democrático y además, con el reciente descubrimiento de grandes reservas de petróleo en el delta del Níger, el hogar ancestral de los ibo.

A pesar de todo, Nigeria no pudo superar los problemas de derivados de su origen. Los británicos no se molestaron demasiado en colonizar un territorio cultural, económica y demográficamente coherente, se limitaron a crear una federación por su propia conveniencia. Junto a los ibos, vivían en territorio nigeriano otros trescientos grupos étnicos. Los dos más importantes eran y son: los musulmanes hausa/fulani en el Norte y los mayoritariamente animistas yoruba , en el Oeste. Como buenos vecinos, desconfiaban los unos de los otros como consecuencia de una larga historia de enfrentamiento y sólo estaban unidos por la envidia y el odio hacia los poderosos y triunfadores ibos.

La constitución federal de Nigeria garantizaba a cada una de las mayorías regionales el poder en su hinterland pero no hizo nada por crear una identidad nacional nigeriana. Los partidos políticos, que aparecen a partir de 1945, se implantan según delimitaciones tribales o regionales. Tribalismo y regionalismo harán así irrupción brutalmente en la liza política, poniendo un obstáculo definitivo a la formación de todo sentimiento nacional.

En las elecciones para la asamblea federal que se desarrollaron en 1959, en aplicación de la constitución adoptada dos años antes en Londres, tres grandes partidos, correspondientes a las tres grandes regiones de Nigeria, se pusieron en evidencia: El NPC (North People Congreso, hausa/fulani) dirigido por Sir Abubakar Tafawa Balewa, obtuvo 142 escaños. El NCNC (National Council of Nigeria and Camerons, Ibos), se apuntó 81 escaños. En cuanto al Action Grup (yoruba), de Awolowo y de Enahoro, debió contentarse con 73 escaños.

Puesto que ningún partido consiguió la mayoría absoluta, el líder del más numeroso, Abubakar Tafawa Balewa, hubo de formar un gobierno de coalición. El NPC se alió al NCNC. Esta "combinación", digna de las "grandes democracias occidentales", echó a la oposición al tercer partido, el Action Group. En el terreno regional, cada partido, de hecho, gobierna en su región.

Los escándalos financieros y electorales provocan el 15 de enero de 1966, que un grupo de jóvenes oficiales Ibos, con el mayor Nzeogwu y el general Ironsi al frente, se apodeean del poder asesinando a las dos personalidades más famosas del Norte, el primer ministro federal, sir Abubakar Taffawa Balewa, y el primer ministro de la región del Norte sir Alabadj Ahmadou Bello Sardauna de Sokoto. Deseaban hacer de Nigeria un estado unitario ante la desconfianza de los nordistas, que creen que los Ibos van a apoderarse del país entero. De modo que acogen con un respiro el nuevo golpe de estado de julio de 1966, en el transcurso del cual el general Ironsi es muerto a su vez. Le sucede un joven de treinta y dos años, perteneciente a una tribu cristiana minoritaria del Norte, el general Yacubu Gowon, que recupera el federalismo original.

Para celebrar la victoria nordista en el golpe de estado, yorubas y hausas se dedican a masacrar a los ibos que residen en su territorio. Miles de personas son asesinadas, pierden sus patrimonios y se ven obligados a huir de sus casas. Los ibos acaban de descubrir los inconvenientes que tiene su sobrenombre: “los judíos de África”. Cuatro millones y medio de refugiados se dirigen a Iboland.

Cuando el general Gowon reclama la reanudación de los trabajos de la conferencia constitucional, el teniente coronel Ojukwu, gobernador de la región oriental, se niega a enviar a sus delegados. El nuevo jefe del gobierno federal intenta entonces reunir al consejo militar supremo, del que forma parte Ojukwu, quien anuncia su intención de no tomar parte en él. El general Ankrah, jefe del estado de Ghana, en un laudable deseo de hacer de mediador, propone entonces una reunión del consejo militar nigeriano en Aburi, Ghana. Las discusiones, pues, se desarrollan allí, el 4 y el 5 de enero de 1967, y desembocan en el famoso acuerdo de Aburi, que aumenta notablemente, en fuertes proporciones, los poderes de los gobiernos regionales. Nunca en Nigeria se había ido tan lejos en materia de descentralización. El acuerdo confería plenos poderes a los gobiernos regionales para la gestión de sus asuntos. Las decisiones concernientes al conjunto del país - seguridad exterior, finanzas, asuntos exteriores - exigirían el concurso de todos los gobiernos regionales.

Ninguna de la parte fue sincera y ninguna cumplió. Gowon no aplicó los acuerdos de descentralización y Ojukwu declaró la independencia de Biafra en 1967. La guerra se hizo inevitable.

A pesar de la superior determinación de los ibos, acorralados y sin lugar a donde ir, el resultado estaba tan cantado como el de la Guerra de Secesión Americana. Hubo historias heroicas, de civiles y militares, pero no alteraron el resultado. Las horribles imágenes que recordamos fueron consecuencia del propio valor de los ibos a los que el Ejército Federal prefirió rendir por hambre antes que combatir contra ellos.

En 1970, el sueño de Biafra terminó. Con él murieron entre uno y dos millones de personas. Hoy los ibos se han recuperado, volvieron al trabajo, emigraron, hicieron nuevas fortunas. Los judíos de África y las ventajas del federalismo.



1. Término ibo para nombrar la “enfermedad” de sus hijos.

2. La otra tribu democrática son los ewe ghaneses.


(Escrito por el Almirante Benbow)

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[0] Editado por Tsevanrabtan a las 9:14:00 | Todos los comentarios // Año IV



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Escrito por: Anonymous Anónimo - 2 de octubre de 2007, 8:37:00 CEST

Buenos días.

[363] Escrito por: schelling - 2 de octubre de 2007 0:55

(...) Hablar de naciones, al lado de la nación en singular, hubiera puesto las cosas mucho más complicadas, porque llevarían el espolón de la soberanía. De hecho en las propuestas nacionalistas así figuraba, con el consiguiente derecho de autodeterminación.

--

Es cierto que la coexistencia de 'Nación española' y 'naciones españolas' hubiera obligado a ejercicios de sutileza, por otro lado siempre saludables. Sin embargo, una dificultad similar no arredró a Los constituyentes, que hablaron de los "pueblos de España" (Preámbulo) y del "pueblo español" (Art. 1), a pesar de que 'pueblo' tiene tanta carga soberanista como 'nación'.

Más que las palabras, lo que importa es lo que se quiera hacer con ellas. La mera presencia en el texto constitucional de una 'y' puede servir a los centrífugos para hablar de la pluralidad de España.

 

Escrito por: Blogger Cateto de Pacifistán - 2 de octubre de 2007, 8:39:00 CEST

Si al final la cosa se jode hasta tal extremo que nos apiolemos unos a otros (sobretodo teniendo en cuenta que de acuerdo al proyecto totalitario de los nacionalistas no hay sitio para dos), quiero que quede constancia para quien pueda estudiar esta época histórica que teníamos los instrumentos jurídicos (Art. 155 CE), materiales (policía y poder judicial independiente) e internacionales (Unión Europea) para evitarlo. Pero los políticos no quisieron, y la mayoría de imbéciles que configura el censo de votantes consumaron el desastre.

 

Escrito por: Blogger Fedeguico - 2 de octubre de 2007, 8:41:00 CEST

El diario de Pedro J. pelotea ahora al Rey

LIBERTAD DIGITAL

El Mundo atribuye a Losantos las “equivocadas críticas” publicadas contra Juan Carlos


La denuncia de ABC sobre los ataques de otros medios de la derecha a la Corona ha provocado la reacción virulenta de El Mundo, que en su editorial de ayer tachaba a su diario competidor de “insidioso”, presentándolo como una “minoría de monárquicos aldeanos”. Pero las críticas han hecho mella en el diario de Pedro J., que pretende ahora desmarcarse del frente antimonárquico ensalzando al Rey, al que otorga “un sobresaliente”, y atribuyendo en exclusiva la responsabilidad de sus ataques a uno de sus columnistas, Federico Jiménez Losantos.
El Mundo lleva semanas magnificando en sus páginas cualquier reivindicación contraria a la monarquía, desde la quema de fotografías del Rey por parte de radicales catalanes hasta la declaración republicana del pleno municipal de cualquier pueblo de España, pasando por las columnas de opinión de un fustigador habitual de la Corona como Federico Jiménez Losantos. Esta estrategia de información responde a un intento de presentar a un país en riesgo de quiebra institucional, con un Rey en peligro y un nacionalismo envalentonado, al que sólo el PP puede poner remedio.

Navajazos en la derecha
La denuncia de otro diario afín al PP como ABC de lo peligroso de esta estrategia de erosión de la Corona ha llevado al diario de Pedro J. a un intento de recular. En primer lugar, en clave de intereses comerciales, atacando con dureza al emisor de las críticas y competidor a la hora de captar lectores conservadores, ya que en su editorial de ayer, El Mundo aseguraba que ABC es un diario “que se debate en las profundidades de la Segunda División de la prensa nacional”. También le dedicaban otras descalificaciones aludiendo al diario de Vocento como “minoría de monárquicos aldeanos de reverencia y taconazo” o “carcamales”.

Nosotros queremos al Rey
En cualquier caso, el editorialista del diario parece preocupado por la imagen que están dando estas semanas y se ve obligado a proclamar su lealtad a la Corona: “El Mundo deja constancia del balance extraordinariamente positivo del reinado de Don Juan Carlos”, señalando que su balance es “de sobresaliente o, el menos, de notable alto”. Sin explicar el porqué de la extraordinaria cobertura que hacen de cualquier acto antimonárquico, el editorial trata de descargar la responsabilidad de su campaña contra el Rey a uno sólo de sus columnistas, Federico Jiménez Losantos, explicando que si Zarzalejos ha incluido a El Mundo en el frente antimonárquico es por culpa del de la COPE y por unas declaraciones que hizo desde la radio episcopal.

Ha sido Losantos
El diario de Pedro J. trata así de marcar distancias con la figura histriónica de Losantos y justifica su presencia en sus páginas amparándose en que es “un diario plural”, pero dejando claro también que no están dispuestos a dejar de dar cobertura “a quienes expresan opiniones críticas, tan equivocadas como legítimas, contra don Juan Carlos”.

También tenemos a Anson…
Este intento de aparentar equilibrio lo rubrica El Mundo señalando que si bien permiten las diatribas de Losantos contra el Rey también cuentan entre sus firmas con Luis Maria Anson, al que aluden sin citar como “el periodista monárquico más importante de la España contemporánea”. Pedro J. deja así la defensa del Rey en manos de un articulista que en los últimos meses ha escrito cosas como que Zapatero pretende instaurar la ley islámica en España, que el presidente ha pactado con ETA la desmembración del país o que Hugo Chávez debe declarar públicamente que es homosexual

 

Escrito por: Anonymous Anónimo - 2 de octubre de 2007, 8:46:00 CEST

[317] Escrito por: Mónica - 1 de octubre de 2007 23:22

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Precioso poema el que nos trae, Mónica. Gracias.

 
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