La concentración comienza una soleada mañana de septiembre en la plaza Lafayette, que linda con los jardines de la Casa Blanca. La variedad ideológica de los participantes no tiene nada que envidiar a la de las de las manifestaciones izquierdistas patrias: hay comunistas (de trotskistas a marxistas-leninistas), anarquistas y feministas). Hay, claro está, alguna especie autóctona, como los libertarios, tradicionalmente cercanos a los republicanos y defensores a ultranza de la mínima intervención estatal posible, tanto en suelo patrio como en suelo extranjero (lo cual explica perfectamente su presencia en la manifestación). Aunque la mayoría de los presentes parece gente poco ideologizada, ciudadanos blancos de clase media con cara de buenas intenciones. Gente sonriente. Por otro lado, resulta chocante que haya tan pocos negros entre los manifestantes, y más cuando la manifestación pretende también ser contra el racismo (y en concreto “contra las guerras racistas”: para qué extenderse). Además, el 60% de los habitantes de Washington son negros, y está muy candente el asunto de los seis de Jena, una muestra de que algo sigue oliendo mal en el Sur. Probablemente es un síntoma de la apatía con la que una buena parte de la población negra sigue la política de su país.

A la altura de la National Gallery of Art, tras unas vallas, un grupo de personas, algunas de las cuales guardan cierto parecido con el personaje de John Goodman en “El Gran Lebowski”, nos esperan. Son contramanifestantes. “Amigos de Bin Laden” e “idos a hablar de paz a Teherán” son algunas de las perlas que nos dedican a nuestro paso. Como ven, hilan tan fino como los pacifistas a los que acompaño. Pero lo sorprendente no es la presencia de contramanifestantes cómodamente dispuestos a lo largo del recorrido y escasamente controlados por la policía, sino lo que ocurre a continuación: la manifestación prosigue sin alterarse demasiado y la interacción entre los “pro-” y los “anti-war” no pasa de ser un intercambio de consignas bastante deportivo. Imagínense una situación similar en una manifestación española sobre algún tema tan candente: temo que habría presenciado escenas bien distintas. Con esto creo haber visto suficiente y me alejo de la manifestación, que se dirige hacia una poco apetecible sentada frente al Capitolio.

Etiquetas: Jacobiano
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