La década se disipó y con ella la carrera musical de Sabino Méndez. Palpó las catacumbas de las drogas y volvió con una obsesión: ser escritor. La literatura es un vicio del que no se ha “quitado”. Lee de manera compulsiva, es grafómano, filólogo, investigador de Teoría Literaria, explorador de la realidad y de su historia, motorista ‘outlaw’ y, desde 2005, activista político en la plataforma Ciutadans. Trabaja en un ramillete de proyectos relacionados con el cine, con el partido que integra y, por supuesto, con los libros. ‘Hotel Tierra’ (Anagrama, 2006) es su publicación más reciente.
Sabino Méndez inaugura esta tarde, a partir de las 19.30 horas, el ciclo ‘Poesía del rock’ en el Instituto Municipal del Libro de Málaga, con la conferencia ‘Letristas del rock y última poesía española’.
Pregunta.- La semana pasada volvió a tocar con Loquillo en Madrid. ¿Siente ahora con más intensidad el delirio de subir a un escenario?
Respuesta.- No lo siento como un delirio sino con un placer y una tranquilidad enorme. Me divierto mucho, la verdad.
P.- ¿Su enemistad con el cantante de Los Trogloditas fue como se ha contado todos estos años?, ¿siempre han sido “hermanos de sangre”?
R.- Bueno, yo toda esa terminología de “hermanos de sangre” y tal nunca sé muy bien exactamente a qué se refiere, dónde empieza y dónde acaba. Tampoco sé exactamente todas las versiones públicas que pueden haber arraigado de las habituales peleas y polémicas entre Loquillo y servidor. Lo cierto es que estuvimos apenas sin vernos casi diecisiete años y ahora hemos recuperado el placer de encontrarnos de vez en cuando. Mire, con las biografías que hemos tenido los dos y las cosas y hechos sorprendentes que hemos compartido creo que nadie más que nosotros puede entender ni hablar sobre los matices y detalles de nuestra amistad polémica.
P.- La controvertida historia del grupo tendrá versión fílmica, basada en ‘Corre rocker’ (2000), su primer libro.
R.- Me contrataron para trabajar en el guión el año pasado y lo dejamos en una fase que diría media. Luego, la producción ha estado bastante parada, lo cual me vino al pelo porque entre libros, recuperar viejas colaboraciones con Loquillo y el proyecto de Ciutadans tuve mucho movimiento, pero parece que hay intenciones de reactivarla el año que viene. Ahora bien, tendría que hablar usted con los productores porque yo, para estas materias, soy un verdadero lego y quizá le informaría mal de los planes.
P.- Dedica un amplio fragmento de ‘Hotel Tierra’ a reivindicar la modernidad y la pluralidad artística de la Nueva Ola. ¿Qué ha quedado en las ruinas de La Movida?
R.- No he visto ruinas, la verdad. Desapareció del todo y creo que fue mejor así. Lo que sí he detectado son vestigios en actitudes, de una manera muy parecida a como el latín deja sus vestigios fundamentales en las lenguas románicas. Pero no se fíe de mis comparaciones, la filología me pierde.
P.- Si el arte sirve para narcotizar o para despertar, ¿de qué lado se inclina la balanza en el siglo XXI?
R.- Estábamos sumidos en una fenomenal preponderancia de la narcosis, pero parece que empiezan a sonar algunos despertadores.
P.- Viaja a Málaga para hablar de poesía y rock. Tanto en la música como en la literatura, ¿empieza a escasear la astucia del escritor?
R.- No. Con la edad siempre llega. Quizá ahora, por causas industriales, se hace esperar más.
P.- Por cierto, ¿usted cree en la poesía?
R.- Mis creencias importan bien poco ante la innegable presencia de un hecho tan irrebatible como es la poesía en todas las facetas de la vida humana.
P.- ¿Y asume la perenne intromisión de las drogas en el rock?
R.- Cualquiera que conozca las inmensas tensiones, la extraña forma de vida y la ansiedad que se desarrolla en muchas de las búsquedas de esas existencias al filo, será muy comprensivo, compasivo y benigno con esa perenne intromisión ocasional. No es agradable, aunque pueda parecerlo. Yo, en cualquier caso, ya he renunciado a ellas como consuelo.
P.- Caballero Bonald dice que desconfía de la gente que habla mucho y bebe poco…
R.- Si no perdemos de vista que Hitler era un abstemio ‘cretinizado’ y un verdadero frenético de los vegetales, y mire la que lió con la humanidad, creo que podemos juzgar con cierta perspectiva las modestas aportaciones al género humano de aquellos que hemos gustado de beber. No sería tan drástico como Bonald…
P.- ¿Qué opina de la prensa musical de hoy?, ¿echa de menos un verdadero desván de ideas, como lo era en los ochenta La Luna de Madrid?
R.- La Luna era práctica porque estaba todo reunido en un ejemplar, pero ahora puedes encontrar la misma locura indiscriminada de ideas haciendo un buen collage personal de todos los medios a nuestro alcance. Eso sí, lleva tiempo y hay que ser un curioso infatigable para intentarlo.
UN PASEO POR LA LITERATURA
La última obra de Sabino Méndez, ‘Hotel Tierra’, es, según el prestigioso editor Jorge Herralde, “uno de los mejores libros memorialísticos de los últimos diez años”. El escritor y roquero habla al lector desde el “yo” real, como un recuentista de su propia vida, cuyo sentido entiende que es intentar explicarla. Para Sabino, la realidad es la sustancia misma del arte. Con ella sigue experimentando: en abril aparecerá su próxima entrega.
Pregunta.- ‘Hotel Tierra’ está escrito a modo de dietario, como hicieron Sthendal o Josep Pla. ¿Pensó en André Gide, maestro del diario íntimo?
Respuesta.- Pensé, por supuesto, en todos los ejemplos que conocía. Gide es muy notable pero no, no fue la principal influencia.
P.- ¿Sólo se considera autorizado a escribir en primera persona?
R.- Para algunas cosas, sí; pienso que probablemente sólo puedan escribirse correctamente en primera persona. Otras, desde luego, no. Hay varias personas del verbo en los idiomas, todas son útiles. Cierto es que todas las posibilidades de la primera estaban un poco olvidadas. Sólo se usaba un aspecto de ella que era una evolución espuria del narrador omnisciente. Pero no soy el primero en decirlo.
P.- Entonces, ¿el camino hacia la verdad está en el pasado, en el simulacro?
R.- Como punto de partida pienso que todo es más sencillo. El presente se comprende mejor con información, eso sí, una información difícil de conseguir y encima siempre inabarcable. En el asunto de la verdad todo se simplifica mucho cuando vemos la importancia de la intención y el rigor al inicio de toda búsqueda, aunque sea dolorosa. Bueno, qué estoy diciendo, si todo lo dijo ya Sófocles sobre estos temas. Y me da en la nariz que acertaba.
P.- Acaba de morir Kapuscinski, padre del periodismo moderno, despierto y literario. Concebía los libros como una derrota, un intento fallido de transmitir lo que se quiere expresar. ¿Está de acuerdo?
R.- Absolutamente. Como siempre nos quedaremos unos milímetros por debajo de lo que queremos expresar sobre los humanos, estamos condenados a seguir escribiendo eternamente, intentando mejorar por ver si algún día conseguimos el pleno de la expresividad total, cosa probablemente imposible. Pero ése es nuestro mejor motor y una maravillosa condena. Esa ceguera, además de la indignación, la vitalidad, la bondad y las emociones, es un fabuloso motor creativo como dejaba entrever mi admirado Paul De Man.
P.- Él recomendaba no escribir sobre alguien con quien no se ha compartido un momento. ¿Por eso Sabino Méndez es el protagonista de sus libros?
R.- Algunas ediciones fragmentarias de mí mismo han sido los protagonistas hasta la fecha de mis libros. Pero no olvidemos que cuando un buen escritor empieza a crear con tiempo un personaje de novela, termina también compartiendo con él mucho tiempo de trabajo en su cerebro. Eso no sucede con los personajes trabajados apresuradamente o sin orden.
P.- Pero… ¿la novela banaliza la realidad?
R.- Las buenas novelas, no. Pero son pocas. Las fallidas, sí. Incluso aunque no lo pretendan.
P.- A mediados de los ochenta le obsesionaba saber escribir. ‘Hotel Tierra’ es también la historia de un autor vocacional que sufre por depurar su estilo.
R.- He conseguido algunos logros pero sigo en ello. Afortunadamente, sé que es un trabajo que no se acabará nunca pero en el cual siempre habrá coquetas sorpresas. Eso me garantiza que no me voy a aburrir nunca lo que me queda de vida.
P.- Cuestiona y justifica su papel de literato con insistencia. Montaigne aseguraba que a partir de cierta edad uno podía hacer cosas imprescindibles.
R.- Espero y deseo con todas mis fuerzas que tenga razón.
P.- Califica de “oxigenante” su paso por la universidad, donde intentan que el alumno lea unos quinientos libros. Pero, ¿aprendió algo de por qué y cómo se escribe?
R.- Sí. Pero siempre gracias a iniciativas individuales de estudiosos y pensadores peculiares, singulares y, a veces, incluso mal mirados dentro del perfil universitario. Gente para mi gusto casi un poco heroica, con obsesiones y locuras metodológicas muy enérgicas pero admirables.
UN PASEO POR LA POLÍTICA
La decepción con el último gobierno catalán motivó la acción de un colectivo de intelectuales en 2005. Félix de Azúa, Albert Boadella, Arcadi Espada y Sabino Méndez, entre otros muchos, originan Ciutadans. El joven partido político se presenta como una opción por la política para los ciudadanos, la defensa de sus derechos y libertades, la igualdad, el laicismo y el equilibro constitucional y lingüístico. Contra todo pronóstico, han entrado en el Parlamento catalán con tres escaños. Sabino afirma que “algo está pasando”.
Pregunta.- Determinados círculos intelectuales acusan a nuestros nacionalismos de ingrávidos y a la oposición de golpista. ¿Usted cómo ve a España?
Respuesta.- Ni tan ingrávida ni, desde luego, en ningún modo golpista. A ver si nos quitamos de encima de una vez esos fantasmas apocalípticos de otras épocas y trabajamos racionalmente en serio.
P.- ¿Se cumplen los esquemas de Bataille sobre el juego totalitario?
R.- En unos asuntos acertó hasta un extremo sorprendente. En otros, se equivocó de una manera tan exagerada que hasta da un poco de risa. Lo considero un hombre interesante, muy interesante, pero no me guiaría por sus juicios. Tenía talento, no genio para mi gusto. Hay que observar que tuvo una vida durísima.
P.- La irrupción de Ciutadans tiene mucho de revolucionario. Se trata de un fenómeno avalado por la masiva participación a través de internet. ¿Está ahí la democracia directa?
R.- La revolución me interesa, pero siempre mientras tenga lugar en un despacho de Registrador de la Propiedad y ante notario. Detesto las algaradas callejeras inmotivadas. Quizá el camino sea alguna de las facetas de internet, no todas.
P.- ¿Hay una crisis en la “cultura de debate”?
R.- Hasta hace poco, absolutamente. En los últimos tiempos hemos asistido a cierta revitalización del debate crítico por algunas actitudes innovadoras. Deseo ardientemente que no sea flor de un día.
P.- Ahora Cataluña tiene un Presidente cordobés, un charnego. ¿Sorprendido?
R.- No. Es la realidad catalana que hemos vivido los últimos veinticinco años. Los que están sorprendidos son los nacionalistas de derecha e izquierda que se negaron siempre a aceptar que vivían en la tierra de la mezcla. Espero que el trauma de chocar con la realidad sea sano, higiénico y les cunda.
P.- ¿Qué espera de Ciutadans?
R.- Principalmente, que se institucionalice. Cataluña necesita un canal de expresión política que recoja que una gran mayoría de su población no comparte gran parte del delirio maximalista del nacionalismo que asumen el resto de los partidos. En el futuro y, cuando sean más conocidos, pueden encontrar ahí mucha gente su canal de expresión política. Es sano y realista. Eso garantiza que los roces se tengan en el Parlamento y no en la calle. El resto del camino será largo pero ineluctable.
P.- ¿Y de Cataluña?
R.- No espero nada de un territorio sino de sus habitantes, mis conciudadanos. Espero de ellos rigor y eficiencia. Que atiendan a las cifras demográficas y presupuestarias, dejen de quejarse, de autojustificar sus debilidades inventándose rivales imaginarios y creen una sociedad vigorosa y justa que salga del actual proceso de decadencia y autoengaño.
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