Era este el comentario que he encontrado haciendo limpieza. ¡ qué tiempos aquellos! :) he vuelto a reirme como la primera vez que lo colgo brema aquí
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Bremaneur dijo...
ACELERA, HOSTIAS, ACELERA
(Informe del Agente Solysómbrez)
No hay cien años que duren mal ni mal que sin bien no venga, como dice el refranero popular. Al fin se ha visto reconocida mi profesionalidad y mi intrepidez. He sido contratado por el mismísimo Mossad. Una llamada de mi colega, la agente secreta Neguev, me ha llenado de gloria. Me han elegido para informar de una reunión de la que se tenían ciertas sospechas. No era posible que gente tan divergente acuda al típico encuentro de amigos. Las sospechas se convirtieron en certezas cuando en el aeropuerto del Prat de Madrid se le incautó al exsicario del Marqués una maleta llena de cánulas destinada a dicha reunión. No había tiempo para interrogarle. Había que actuar rápidamente y el Mossad pensó en mí. En el “number three”, el número uno, como dicen los franceses. He aquí mi informe.
Según las instrucciones acudo a la estación de La Tocha, en Madrid. Me disfrazo de folklórica de gira, con vestido de faralaes y gafas de sol de palmo y medio. El Mossad no se corta y pone todos sus medios a mi alcance. Doce agentes becarios actúan como paparazzis y toman fotografías y registran el diálogo de cuatro sospechosos cuyos nombres en clave son (por orden alfabético): Bartleby, Bremaneur, Qtyop y Brazil. Esta es la transcripción del diálogo que mantuvieron:
Brazil: ¡Je, qué paixa, Bartleby, tron! Mira, te presento al Brema.
Bartleby: ¿Tú eres el Brema? ¿El cabronazo ése que se las da de chulito por los blogs?
Bremaneur: ¿A que te meto, monigote?
Bartleby: ¿Tú y quién más, chorralaire?
Bremaneur: Ojo conmigo, chaval, que te meto tal hostia que te reduzco en espiral, ¿eh? Bartleby: ¿De qué? ¿De qué me vas a chulear tú, eh? ¿De qué?
Brazil: Haya paz, haya paz. Mamaos los unos a los otros, hombre. Amorrrrr, amorrrrr. Basta de odios entre la clase media. Amorrrrrr. Tomad un tarro de vaselina cada uno. Amorrrrrr, rollito guay, amorrrrrr.
Qtyop: Ya estoy aquí. La puntualidad del AVE se me antoja sospechosa. No, no cojáis mi maleta, yo me ocupo de ella. A quien me toque la maleta le meto un acelerador de sicatrones por el tímpano, no me jodáis.
Seguidamente se subieron en un bólido azul propiedad de la llamada Brazil. Con el flamante bólido, con ese corcel rey del asfalto, se dirigieron al restaurante donde se estaba fraguando el encuentro. Todo era muy sospechoso. Brazil tomó precauciones dignas del manual del buen delincuente. Aparcó el bólido a dos quilómetros del local para no despertar sospechas. Es una auténtica profesional, una tipa muy peligrosa. Su organización era perfecta, durante toda la noche todo cuadró milimétricamente. Yo comenzaba a tener miedo.
En el local se había reunido un grupo de facinerosos. Me hice pasar por parroquiano y estudié atentamente a los foscos perillanes y a las damas siniestras que allí había. Reconocí al “Marqués”, un bribón traficante de cánulas y de cuadros que se hace pasar por aristócrata y a la “Condesa”, una exmonja a la que el obispado obligó a colgar el hábito por perversa y que ahora se dedica a turbios negocios relacionados con la venta clandestina de tupper-ware. También estaban Gengibre-Kahn, el magnate de los lupanares de la costa oeste del Manzanares; Tesevalevantar, más conocido como “el tiburón de los juzgados”; el Capitán Wimbledon, un oscuro transportista de pasado estalinista; Prozactineo, magnate de los casinos, night-clubs y churrerías de Tomelloso; El Richal, el gitano más feo de san Blas; Mercusio, acuchillador nocturno, experto en correrías, titán de la noche gijoneso-ovetense; Falcónico, mercenario, sádico, negacionista y traidor que se vende por un saco de cascahueses, pues por encima de la ganancia están las ansias del mal; Gatoparco, afinador de pianos y productor de cine porno (todas las zorras de Vallecas han pasado por sus manos); Happy, tratante de rumanas, cíngaras, húngaras, ucranianas y egrabrenses; Bronco Bebé y su hermana tropical (vale, vale, que es zona montañosa), agitadores propagandísticos; Punes, expendedor de tabaco, ludópata y mánager de Pimpinela; Fastidie sin Moral, ateneísta, preside una secta de travestidos neocatecumenales con dejes budistas en la costa de Levante; Castón, sindicalista metalúrgico y comisionista, actúa de enlace entre la Fundación Pablo Iglesias y la Compañía de Jesús; Boyer, catalana.
La intuición me decía que esos foscos perillanes no podían tramar nada bueno. ¿Qué es lo que estaban esperando? Al rato, entró por la puerta... ¡él! Follandeiro, Zerdito, Fito, Sara Calaza... el polimorfo perverso, el truhán de la ría. Deleitó a las mujeres, admiró a los hombres. Elegante y fino como buen canalla, alzó la copa por los ausentes:
- ¡Por Belaborda, que es el que la tiene más gorda!
- ¡Otro por Lola, la que me la pone tola!
- ¡Por Cvalda, pues me gusta vivir dentro de su falda!
- ¡Por Adrede! ¡¡Que le follen!!
Y tras un silencio emocionante, el gesto contrito y tenso el rostro...
- ¡¡¡¡Por Perkins!!!!
Y dejó caer la copa con gesto tan viril como resignado. Bremaneur sorbíase mocos y lágrimas, a Mercutio le latía ese corazón que no tiene, Brazil suspiraba.
Con Calaza aparecieron dos travestís de curvas enervantes (¿Cuál de ellas es Pío Moa?, preguntó el Richal). Calaza se arropaba de lumpen refulgente. El ambiente se tornó viscoso y podía olerse el seminal vapor a bacalao expelido de las braguetas. Podré errar en mis apreciaciones, el recuerdo se esfumará entre las volutas de los vapores del orujo, pero de esa noche me quedará una certeza irrompible: en ese blog se folla poco, por no decir nada. Bufaban, soplaban y resoplaban los machos, berreaban inguinales, bizqueaban golosos y degenerados, se amontonaban para asomarse a las macetas de Ingrid y Sigrid (hube de ocultarme, las sé agentes del KGB, astutas, frías, sádicas). Supe el porqué de tan poco movimiento de caderas. Me acerqué al Richal, uno de los más aventados. Con floridos movimientos de carterista rocé su paquete. Blando como el moco de un niño. A cambio recibí una caricia anal. El ambiente, cargado de mala educación, intoxicación y deseo, parecía el de una burda despedida de soltero. ¿Se habría equivocado el Mossad? ¿Bramarían las bestias al paso de las agentes rusas? ¿Exigirían desnudos y mamadas? ¿Sería la reunión nada más que un rudo ejercicio de hombría primitiva?
Lamentablemente no gozo del milagro de la bilocación y desconozco cómo terminó la cosa en el restaurante. Bremador y Happy se deslizaron subrepticiamente a una orden de Brazil. Decidí seguirles. Se dirigieron a un ínclito bar propincuo a la adecuada zona de Chueca. Pinzar de dedos, miradas estudiadas, gestos trabajados. Mesas para quince. Demasiada perfección.
El ínclito bar propincuo se convirtió en el corral de Calaza. Se dio la lengüita con Brema, se morreó con el Capitán Watson, asedió a Boyer, chicoleó a la Bronca Bebé, honró a las diversas consortes y dio lecciones de desurbanidad y gallardía bizarra. Hubo quien se derrochó, y en un mano a mano machirulo terminó poniendo los huevos sobre la mesa. Yo me hallaba camuflado en la barra con un disfraz de gimlet con sifón y el zoom de mis gafas cuánticas con montura de alga seca y vidrio de pichiglás no me dio para mucho: no supe si realmente hubo desparramiento de paquete o si el hilillo que asomaba era el del pico de la camisa. Boyer violó a Calaza en los lavabos, que olían a sexo sucio. Fanzine Amoral le ponía ojos de cordero degollado a Bremolar, tratando de que la insultara y la azotara. El Richal babeaba sobre Fanzine. Quetíope y Bartelbai juzgaban. Ginebra Kant entrevistaba a Bremuladar (“¿así que tú eres un hijo de puta?”, le espetó). Lacongrélico no sé cómo se lo hacía, pero siempre tenía a su lado a una mujer. Funny sacaba pecho. Mhercúleo pedía vodka. Gatoparco era mordaz. Calaza contaba sorprendentes historias de sodomías cucurbitáceas frente al fuego. Las idas y venidas a los lavabos eran constantes. Alguno atacaría con ferocidad su propio sexo, pero no es descartable que Festine de Coral atravesara la blusa con sus pezones acerados, anhelantes de la boca lúcida del Grumete McQueen, tazas de váter palpitantes bajo la cabalgada pugnaz de Gatoparco y una pelirroja de ojos ensortijados de pestañas que le acechaba tras un gintonic, Bartelbai empujando contra el urinario a una machorra arrepentida, Funes felado por la chica del guardarropía. Cualquier cosa.
Cerraron el bar y Calaza exigió que el bólido de Brazil le llevara a uno de esos bares donde señoritas faldicortas te piden que pidas. Subieron seis –high capacity- después de esperar que Quetíop retirara su maleta –llena de bragas búlgaras usadas con las que trafica en los suburbios de Córdoba. Entre niñas gomitonas y orinadores públicos, surgió el convoy de la noche. Un taxi llevaba a Calaza, que se quiso deshacer del bólido brazileiro en una carrera vertiginosa por todo Madrid, sin luces ni intermitentes. Al volante del huevo azul, Bremanuel Sainz se ciscaba en la parentela del peseto tratando de pegársele al culo y maldecía no poder poner los Chichos en el arradiocasé. Arribaron a un discopuf de adolescentes. A Happy se le alegraron los ojos. Bartelbai se relamía pensando en futuras broncas. Gatoparco soñaba con mulatas que abrían botellas de champán con “el agujero del ano”, que dijo el fino poeta malaguita. El taxista, hispanoiraní, se unió a la panda. Entre Happel, Gatoparco y Calaza se ventilaron una botella de güisqui. Hubo execración del cacahuete y oda a la aceituna, maldición de la cerveza y querencia mediterránea. Se volvió a cerrar el chiringuito y el taxista hispanoiraní se despidió. ¡¡¡Racistas de mierrrrda!!!, gritaba Fito N’Gouma, ante la desaparición del buen hombre. Se tornó al corcel de Brazil. Bremulo, decepcionantemente discreto y comedido, conducía con aburrida precaución y Calaza le pisó el pie del acelerador. ¡¡¡¡¡¡ACELERA, HOSTIAS, ACELERAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!!!
Epílogo
Un taxidriver de Albacete lleva a Calaza a la estación. Calaza recela. “¿Tú estás buscado, verdad?”. Habla de su ideología. “Yo soy maricón y de las JONS”. “Usted es gueis de ésos”?, pregunta asombrado el peseto. “No, yo soy maricón”.
Neguev, no puedo aportar nada más que esto. Desconozco qué negocios se hicieron entre tanta barbarie y qué conspiraciones se llevaron a cabo en las sombras del alma. A más de uno le crecieron telarañas.
14 de enero de 2008 16:55
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